Los jueces desaf¨ªan a Morsi y le instan a retirar su ¡®decretazo¡¯
Laicos e islamistas convocan manifestaciones multitudinarias para el martes Los jueces de Alejandr¨ªa anuncian una huelga indefinida hasta que el presidente d¨¦ marcha atr¨¢s en su decisi¨®n
Esta vez, el presidente Mohamed Morsi no lo tendr¨¢ f¨¢cil para salirse con la suya en el ¨²ltimo ¨®rdago de su agitada presidencia. Su declaraci¨®n presidencial del pasado jueves desat¨® una fuerte ola de cr¨ªticas no solo entre la oposici¨®n laica, sino tambi¨¦n entre diversos estamentos de la sociedad egipcia, sobre todo el Poder Judicial.
En una reuni¨®n de urgencia, el Club de Jueces ¡ªla asociaci¨®n de la magistratura egipcia¡ª conden¨® el decreto como un ¡°ataque sin precedentes¡± a la independencia judicial, y le ha instado a retirarlo. Adem¨¢s, los tribunales de Alejandr¨ªa y otras dos provincias se han declarado en huelga indefinida, y un n¨²mero creciente de fiscales han presentado su dimisi¨®n. Si la rebeli¨®n de los jueces va escalando durante las pr¨®ximas horas, todo el sistema judicial del pa¨ªs puede quedar paralizado, situando al rais ante una dif¨ªcil tesitura.
La reacci¨®n de la judicatura era de esperar, ya que sobre todo contra ella va dirigida la declaraci¨®n constitucional de Morsi. De acuerdo con el decreto, la justicia no podr¨¢ fiscalizar ninguna de sus decisiones, ni tampoco disolver la controvertida Asamblea Constituyente. Ahora bien, el presidente, que tambi¨¦n cuenta con el poder legislativo desde la disoluci¨®n del Parlamento en junio, asegura que solo ostentar¨¢ estos poderes excepcionales de forma interina, hasta que se apruebe la nueva Constituci¨®n.
El conflicto entre islamistas y jueces es de largo recorrido, pues se inici¨® el pasado abril con la disoluci¨®n de la Asamblea Constituyente que, como el Parlamento, estaba dominada por las corrientes islamistas. El legislativo volvi¨® a escoger de forma inmediata un nuevo comit¨¦ un poco m¨¢s equilibrado, pero a¨²n con una clara mayor¨ªa de los Hermanos Musulmanes y grupos salafistas. Ante la posibilidad de que la Asamblea, que est¨¢ terminando su labor, sea disuelta de nuevo por el Tribunal Constitucional, Morsi establece en su decretazo su inmunidad.
Esta es quiz¨¢s la provisi¨®n que m¨¢s ha soliviantado a los activistas revolucionarios y a los partidos de la oposici¨®n laica, que solicitan la formaci¨®n de una Asamblea Constituyente m¨¢s plural. Tras reunir a miles de personas en Tahrir el viernes, varias organizaciones decidieron iniciar una sentada en la m¨ªtica plaza. Durante el d¨ªa de ayer, hubo nuevos enfrentamientos entre los activistas y las fuerzas policiales, pero de menor intensidad que el d¨ªa anterior. La oposici¨®n est¨¢ dispuesta a mantener su pulso con Morsi, y ha organizado una nueva manifestaci¨®n masiva para el pr¨®ximo martes.
¡°El decretazo de Morsi pone en peligro el proceso de transici¨®n a la democracia, y muestra la tendencia autoritaria de los islamistas¡±, explica el analista pol¨ªtico Jaled Dawud, de tendencia laica. Sin embargo, los l¨ªderes de la Hermandad niegan que Morsi quiera convertirse en un ¡°nuevo fara¨®n¡±, y aseguran que su acci¨®n es necesaria para acelerar las reformas y neutralizar la obstrucci¨®n de los elementos contrarrevolucionarios presentes en la judicatura.
En un discurso frente a miles de seguidores, el propio Morsi justific¨® sus acciones en su voluntad de cumplir con los objetivos de la revoluci¨®n. Entre ellos, el juicio a los responsables de la muerte de m¨¢s de 800 personas durante la revuelta. Hasta ahora, la mayor¨ªa han sido absueltos por falta de pruebas, algo que muchos atribuyen a que el poder judicial est¨¢ plagado de fieles a Mubarak.
Ante la falta de encuestas fiables, es imposible saber si en su ¨²ltimo pulso Morsi cuenta con el favor de la mayor¨ªa de la poblaci¨®n. Lo ¨²nico claro es que el pa¨ªs se encuentra altamente polarizado. De ah¨ª, la importancia de las exhibiciones de fuerza en la calle y la convocatoria de los Hermanos Musulmanes a una jornada de movilizaciones de apoyo a Morsi, tambi¨¦n el pr¨®ximo martes.
Seg¨²n algunos analistas, el rais podr¨ªa haber sobrevalorado su fuerza. ¡°Este podr¨ªa ser un movimiento ganador si lo hiciera un l¨ªder abrumadoramente popular, pero va demasiado lejos para alguien elegido por solo un 51% del electorado¡±, sostiene el bloguero Issander Amrani. En parte, el fracaso de Morsi depender¨¢ de la capacidad de unirse por parte de los diversos actores pol¨ªticos y sociales hostiles al Gobierno de la Hermandad.
En esta partida, tambi¨¦n Occidente dispone una mano de cartas. Probablemente, no es casualidad que los dos ¨®rdagos de mayor envergadura que ha lanzado Morsi hayan llegado menos de 24 horas despu¨¦s de haber recibido los parabienes de la secretaria de Estado, Hillary Clinton. En esta ocasi¨®n, por su actuaci¨®n como mediador en la crisis de Gaza.
Ahora bien, el presidente podr¨ªa haber cometido un error de c¨¢lculo. Mientras en sus anteriores desaf¨ªos, dirigidos contra la Junta Militar, guardaron un silencia c¨®mplice, esta vez han hecho o¨ªr sus recelos. En un comunicado, el Departamento de Estado se mostr¨® ¡°preocupado¡± por la decisi¨®n de Morsi, y la UE le inst¨® a ¡°respetar los procesos democr¨¢ticos¡±. Por su parte, el comisionado de Derechos Humanos de la ONU alert¨® de las ¡°serias consecuencias¡± que puede tener el decretazo de Morsi para el Estado de derecho en Egipto.
Sin embargo, Morsi ha demostrado hasta ahora que es capaz tambi¨¦n de ceder cuando descubre que sus m¨¢s arriesgadas apuestas despiertan gran rechazo. Por ejemplo, esta fue su actitud despu¨¦s de fracasar en su intento de restituir el Parlamento tan solo una semana despu¨¦s de su investidura. El Tribunal Constitucional anul¨® su decisi¨®n, desafiando abiertamente sus ¨®rdenes. Contrariamente a las voces dentro de su partido que le animaban a escalar el conflicto, Morsi se ech¨® atr¨¢s y acept¨® la disoluci¨®n del legislativo y la convocatoria de nuevas elecciones tras la aprobaci¨®n de la nueva Constituci¨®n.
Como en las anteriores, esta ¨²ltima crisis pol¨ªtica en la azarosa transici¨®n egipcia deriva de la incapacidad de los l¨ªderes pol¨ªticos y los diversos centros de poder de pactar las l¨ªneas maestras de una hoja de ruta, unas reglas de juego aceptadas por todos los sectores sociales.
En muchos casos, como las discrepancias sobre la composici¨®n de la Asamblea Constituyente, los litigios pol¨ªticos no resueltos han sido trasladados a los tribunales del pa¨ªs, provocando una politizaci¨®n de la justicia.
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