Una herencia calamitosa
La neutralizaci¨®n de los dos pretendientes de la derecha vuelve a abrir las puertas a Sarkozy
Francia vive desde hace m¨¢s de una semana pendiente de un culebr¨®n tan inveros¨ªmil como rid¨ªculo: la elecci¨®n del presidente de la UMP (Uni¨®n por un Movimiento Popular), partido ayer completamente devoto a Nicolas Sarkozy y, hoy, dividido entre los seguidores de Jean-Fran?ois Cop¨¦ y los del ex primer ministro Fran?ois Fillon. Cada d¨ªa ha aportado su dosis de declaraciones y pol¨¦micas: cuando uno reclamaba una ventaja de 98 votos ¡ªsobre un total de 180.000 votantes¡ª y el otro pretend¨ªa haber ganado por 20, una comisi¨®n de control confesaba que hab¨ªa olvidado contabilizar los votos de tres federaciones del ultramar. Pero, m¨¢s all¨¢ de la an¨¦cdota, lo que est¨¢ en juego es importante: la definici¨®n y la l¨ªnea pol¨ªtico-ideol¨®gica de la oposici¨®n de derechas a Fran?ois Hollande.
Recordemos que esta derecha ha sufrido tres conflictos como consecuencia de su incapacidad para dirimir entre aquellos que reclamaban en beneficio propio la herencia de Sarkozy.
Conflicto hist¨®rico: en la derecha, prevalece el culto al jefe. Esta herencia del gaullismo explica que, aunque siempre haya habido un partido ¡ªcon diferentes formas¡ª, este siempre se ha organizado y ordenado alrededor de la victoria de uno solo: anteayer Jacques Chirac, ayer Nicolas Sarkozy, elegido a la cabeza de la UMP por m¨¢s del 80% de los votos. Pero, desde el momento en que alguien intenta introducir un m¨ªnimo de vida democr¨¢tica en este tipo de formaci¨®n, que funciona sin m¨¢s reglas que las definidas por el jefe, corre el riesgo de que escape a su control. Y la UMP est¨¢ hoy al borde de la explosi¨®n.
El segundo conflicto es el que ha enfrentado al electorado de la derecha con el aparato del partido. Seg¨²n las encuestas, los simpatizantes se inclinaban muy claramente por Fillon. Pero el aparato fue incapaz de decidirse, hasta el punto de que Cop¨¦ pudo, en un primer momento, autoproclamarse vencedor. Cuando un aparato pol¨ªtico est¨¢ tan separado de su electorado hay un problema pol¨ªtico capital por resolver.
Probablemente, el tercer conflicto concierne a todos los franceses. Estamos ante un partido que hasta hace poco era el primero de Francia y, desde la primavera pasada, es el primero de una oposici¨®n cuyos dos l¨ªderes se acusan de ama?ar los resultados. Fillon ha llegado incluso a hablar de ¡°mafia¡±, mientras que Cop¨¦ se ha referido a las ¡°ignominias¡± del ex primer ministro. ?Nada m¨¢s y nada menos! En un contexto de escepticismo de la opini¨®n p¨²blica, por no decir de alejamiento de los pol¨ªticos, esto va a aumentar las dificultades y a perjudicar la imagen de los dirigentes.
La derecha se enfrenta hoy a dos grandes cuestiones: por una parte, la de la definici¨®n de una l¨ªnea ideol¨®gica y estrat¨¦gica; por otra, por supuesto, la del liderazgo. Y, naturalmente, vuelve a hablarse del retorno de Nicolas Sarkozy.
Detr¨¢s de la batalla Fillon-Cop¨¦, hay dos opciones: la primera, la de Jean-Fran?ois Cop¨¦, representa la vuelta a la l¨ªnea de los ¨²ltimos meses de la campa?a de Sarkozy. ¡°Derecha sin complejos¡±, dice Cop¨¦. L¨¦ase: derecha radicalizada y, al menos en su vocabulario, extremista. La idea no es otra que ganarse a los electores de Marine Le Pen y la extrema derecha y, para ello, hablar su lenguaje y entrar en las tem¨¢ticas que ellos tratan. Este fue el giro que dio Sarkozy en el verano de 2011, durante un discurso pronunciado en Grenoble, en el que tom¨® como blanco a la comunidad gitana. Por el contrario, Fillon desea volver a una visi¨®n no m¨¢s moderada, pero s¨ª m¨¢s razonable, buscando los votos del centro e incluso los de la izquierda moderada, seg¨²n ha dicho, y no los del Frente Nacional. Una estrategia de reagrupaci¨®n. Recordemos que la primera opci¨®n fracas¨®, pues Sarkozy fue derrotado precisamente por la estrategia de concentraci¨®n de Fran?ois Hollande y, hoy, la estrategia de ruptura, de b¨²squeda de la m¨¢xima divisi¨®n, es la que est¨¢ conduciendo a una situaci¨®n en la que la UMP amenaza con romperse. Incluso cabe a?adir que Nicolas Sarkozy y Jean-Fran?ois Cop¨¦ han defendido, y defienden, ciertas tem¨¢ticas que tambi¨¦n defendi¨® Mitt Romney en EE UU, al dirigirse a una poblaci¨®n ¨¦tnica y socialmente homog¨¦nea, y que Romney fracas¨®.
Se trata, por supuesto, de un debate decisivo para el futuro de la derecha.
La otra cuesti¨®n es saber si este desastre no va a desembocar inevitablemente en el regreso de Sarkozy. Este, a trav¨¦s de su hijo y muchos de sus fieles, ha hecho todo lo posible para que Fillon fracase. Objetivamente, la neutralizaci¨®n de ambos pretendientes vuelve a abrirle la v¨ªa. Salvo que esta situaci¨®n tambi¨¦n forma parte de su herencia. Y, retomando la expresi¨®n que anta?o utilizara Alain Jupp¨¦, esta es ¡°calamitosa¡±. Al salir de la era Sarkozy, Francia bat¨ªa todos los r¨¦cords negativos: paro, d¨¦ficit exterior, d¨¦ficit de las cuentas p¨²blicas, deudas. Por su parte, en la era Sarkozy, la derecha solo sufri¨® derrotas. ?Puede esto justificar realmente un regreso?
Traducci¨®n: Jos¨¦ Luis S¨¢nchez-Silva.
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