Obama y la inevitable intervenci¨®n militar en Siria
La Administraci¨®n norteamericana ha trazado la l¨ªnea roja de una intervenci¨®n militar en el uso de armas qu¨ªmicas por parte del r¨¦gimen de Bachir el Asad
Barack Obama ha dado modestos pero inconfundibles pasos hacia la aceptaci¨®n de una realidad inevitable: la guerra en Siria no tiene un final feliz, cercano ni sencillo sin una mayor implicaci¨®n militar de Estados Unidos y sus aliados occidentales y ¨¢rabes.
La Administraci¨®n norteamericana ha trazado la l¨ªnea roja de una intervenci¨®n militar en el uso de armas qu¨ªmicas por parte del r¨¦gimen de Bachar el Asad. ¡°El uso de armas qu¨ªmicas es y ser¨ªa totalmente inaceptable, y si cometen el tr¨¢gico error de usar esas armas, tendr¨ªa consecuencias y pagar¨ªan por ello¡±, dijo el presidente norteamericano el lunes. ¡°EE UU prepara planes ante esa contingencia¡±, a?adi¨® el portavoz de la Casa Blanca, Jay Carney.
El conflicto de Siria, con su tr¨¢gico saldo de muertes y graves efectos desestabilizadores en Oriente Pr¨®ximo, ha alcanzado un punto en el que Obama no puede mantenerse impasible sin poner en peligro, no solamente el futuro de Siria, sino la influencia de EE UU en toda la regi¨®n. Incluso sin la entrada en juego de armas qu¨ªmicas, Washington puede verse obligado a actuar de forma m¨¢s agresiva si no quiere perder el control sobre los acontecimientos en ese pa¨ªs.
El diario The New York Times informaba la pasada semana que se ha abierto un debate en el seno de la Administraci¨®n sobre hasta d¨®nde llegar en Siria, desde la entrega de armas a los rebeldes hasta la intervenci¨®n militar directa. Esta ¨²ltima opci¨®n est¨¢, por el momento, descartada, pero es posible que vuelva a estar sobre la mesa, al menos cuando haya que considerar, al estilo de los Balcanes, una fuerza de interposici¨®n para garantizar un eventual alto el fuego.
EE UU ha conseguido ya, gracias a su presi¨®n diplom¨¢tica, la unidad formal de los grupos rebeldes sirios dentro de la Coalici¨®n Nacional de Fuerzas Revolucionarias y de Oposici¨®n de Siria. A¨²n existen dudas sobre qui¨¦n ejerce el control de ese conglomerado, pero la Administraci¨®n norteamericana se dispone a otorgarle su reconocimiento oficial, cosa que podr¨ªa hacer en la pr¨®xima conferencia internacional sobre el conflicto sirio, que se celebrar¨¢ el pr¨®ximo d¨ªa 12 en Marruecos.
Incluso sin la entrada en juego de armas qu¨ªmicas, Washington puede verse obligado a actuar de forma m¨¢s agresiva si no quiere perder el control sobre los acontecimientos en ese pa¨ªs
El reconocimiento abrir¨ªa la puerta al abastecimiento de armas, bien de forma directa o indirecta, a trav¨¦s de sus aliados en la zona. La entrega de armas equilibrar¨ªa la guerra, pero no garantiza un triunfo de los rebeldes y mucho menos asegura que la balanza de las fuerzas opositoras no acabe inclin¨¢ndose a favor de los grupos isl¨¢micos m¨¢s radicales. Esta es una de las grandes preocupaciones de EE UU y la principal raz¨®n por la que necesita tomar las riendas de la situaci¨®n. Cuanto m¨¢s dure el conflicto y m¨¢s lejos se mantenga EE UU, m¨¢s riesgo existe de que los extremistas ganen posiciones en Siria, con lo que eso puede representar, por ejemplo, en Israel, L¨ªbano, Jordania o Irak.
La v¨ªa militar no est¨¢ tampoco exenta de riesgos. Habr¨ªa que emprenderla con la oposici¨®n de China y Rusia, sin la aprobaci¨®n, por tanto, del Consejo de Seguridad de la ONU, y con la duda sobre la posici¨®n que adoptar¨ªa Egipto. A cambio, EE UU contar¨ªa con un fuerte respaldo de la opini¨®n p¨²blica internacional, con importantes aliados en el mundo ¨¢rabe y musulm¨¢n, especialmente Turqu¨ªa, y con la cooperaci¨®n militar de sus socios europeos. Pero, sobre todo, solo una intervenci¨®n militar le abre a EE UU un papel en el futuro de Siria y lo coloca en una posici¨®n de intentar una transici¨®n ordenada.
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