El Ej¨¦rcito, el ausente en la sombra de la crisis pol¨ªtica egipcia
Las Fuerzas Armadas guardan la neutralidad entre los islamistas y la oposici¨®n al Gobierno de Mohamed Morsi

Una imagen vale m¨¢s que mil palabras, pero tambi¨¦n puede enga?ar m¨¢s que mil lisonjas. El despliegue de varios tanques ante el palacio presidencial ha vuelto a situar en las portadas de los peri¨®dicos al Ej¨¦rcito de Egipto, el actor m¨¢s dominante en la escena pol¨ªtica egipcia desde la revoluci¨®n de Gamal Abdel Nasser, en 1952. Sin embargo, la realidad es m¨¢s bien la contraria: las Fuerzas Armadas ha sido el ¨²nico actor central que ha guardado una estricta neutralidad en el pulso que libran el Gobierno y la oposici¨®n.
¡°El ej¨¦rcito no est¨¢ interesado en participar en ninguna lucha de poder, o implicarse en la pol¨ªtica. Quiere dedicarse exclusivamente a su rol de defensor de la integridad de la naci¨®n¡±, explica a El PA?S el general retirado Mohamed Kadri. Existen varias interpretaciones del sorprendente relevo de la c¨²pula de las Fuerza Armadas que efectu¨® el presidente Morsi el pasado mes de agosto. La m¨¢s extendida es que surgi¨® de un pacto entre el rais islamista y una nueva generaci¨®n de generales insatisfechos con la actuaci¨®n de los l¨ªderes de la Junta Militar, el consejo que pilot¨® la transici¨®n desde la ca¨ªda de Hosni Mubarak, el 11 de febrero de 2011 hasta el pasado 30 de junio.
A juicio de Kadri, la gesti¨®n por los militares de la transici¨®n y su involucraci¨®n en la lucha pol¨ªtica respond¨ªan a un inter¨¦s propio, pero perjudicaba la imagen de la instituci¨®n. Tras la revoluci¨®n, la escena pol¨ªtica se ha tornado demasiado convulsa, y la gesti¨®n del d¨ªa a d¨ªa erosiona la popularidad del ej¨¦rcito. El principal representante de esta corriente es Abdel Fattah al Sisi, el nuevo ministro de Defensa. De 57 a?os, el general pertenece a una generaci¨®n anterior respecto a su predecesor, el septuagenario mariscal Husein Tantaui, el expresidente de la Junta Militar.
Algunos activistas revolucionarios acusan a Al Sisi de ser miembro de los Hermanos Musulmanes, algo poco probable, ya que ello le habr¨ªa impedido ascender en el escalaf¨®n durante el antiguo r¨¦gimen. Ahora bien, s¨ª es cierto que est¨¢ influido por algunas tesis del islamismo pol¨ªtico. En su tesis para el US Army College, una facultad de ¨¦lite para los oficiales estadounidenses, defendi¨® que la democracia en los pa¨ªses ¨¢rabes debe ser compatible con conceptos de la tradici¨®n pol¨ªtica isl¨¢mica como la shura o el califato.
La otra raz¨®n que explica el silencio sepulcral del ej¨¦rcito es que el Gobierno de Mohamed Morsi ha respetado escrupulosamente sus intereses vitales, algo que podr¨ªa haber formado parte del pacto con Al Sisi para desembarazarse de Tantaui. En sus cinco meses de gobierno, el rais islamista ha antagonizado a importantes estamentos de la sociedad, como la judicatura, pero ha hecho todo lo posible por mantener buenas relaciones con la c¨²pula militar.
En esencia, los generales tienen tres l¨ªneas rojas: el mantenimiento de su plena autonom¨ªa, la inmunidad de la Junta Militar por los abusos durante la transici¨®n, y el mantenimiento de la alianza con Estados Unidos, por la que las Fuerzas Armadas egipcias reciben 1.300 millones de d¨®lares anuales. Hasta ahora, todas ellas se han respetado. De hecho, el controvertido borrador constitucional obliga a que el ministro de Defensa sea un oficial, y otorga a un ¨®rgano con mayor¨ªa militar, y no al Parlamento, la potestad de elaborar el presupuesto del Ministerio de Defensa.
¡°Morsi est¨¢ sometiendo a una seria prueba su nueva relaci¨®n con el ej¨¦rcito. Su expectativa es que pueden contar con su lealtad con base en su ideolog¨ªa compartida, y a la deferencia mostrada hacia los intereses institucionales de los militares¡±, escribi¨® en el diario Al Masry Al Youm el profesor Robert Springborg, un especialista en el Ej¨¦rcito egipcio.
Sin embargo, Springborg advierte de que esta suposici¨®n podr¨ªa revelarse equivocada, sobre todo si escala la crisis, y el pa¨ªs cae en una sangrienta confrontaci¨®n civil. Una importante segmento de los oficiales es laico, y podr¨ªa moverse si considera que la represi¨®n del Gobierno pone en peligro los fundamentos del Estado. No hay que olvidar que el Ej¨¦rcito egipcio siempre se ha visto a s¨ª mismo como el garante de la estabilidad de una naci¨®n que se acerca a los 90 millones de habitantes y que pretende volver a jugar un papel decisivo en los avatares de Oriente Medio.
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