Abe, un halc¨®n con vuelo de paloma
El l¨ªder del Partido Liberal Democr¨¢tico y ex primer ministro vuelve a tomar las riendas de Jap¨®n en un momento crucial de sus relaciones con China

Shinzo Abe, de 58 a?os y l¨ªder del Partido Liberal Democr¨¢tico (PLD) desde el pasado septiembre, vuelve a tomar las riendas de Jap¨®n en un momento crucial de las relaciones con China. Considerado un halc¨®n, Abe est¨¢ convencido de la necesidad de mantener buenas relaciones con sus vecinos y, en los 11 meses de su anterior Gobierno, no dud¨® en emprender ciertos vuelos de paloma que mejoraron considerablemente las conflictivas relaciones de Jap¨®n con su entorno. Ahora lo tendr¨¢ mucho m¨¢s dif¨ªcil. La disputa por las islas Senkaku (en japon¨¦s) y Diaoyu (en chino) alimenta belicosos nacionalismos en la zona por la que asoma la guerra fr¨ªa del siglo XXI.
Shinzo Abe hizo historia en septiembre de 2006 al convertirse en el primer ministro japon¨¦s m¨¢s joven desde la II Guerra Mundial. Ten¨ªa 52 a?os cuando se puso al frente de un pa¨ªs que llevaba casi una d¨¦cada y media sumido en una profunda crisis econ¨®mica, y su conservadora sociedad le abri¨® los brazos convencida de que ser¨ªa su salvador.
Las encuestas dieron a Abe un 60% de respaldo popular cuando hered¨® el Gobierno del populista Junichiro Koizumi, cuyo mandato al frente del PLD expiraba y le imped¨ªa seguir gobernando, pese a haber ganado las elecciones el a?o anterior. Pero su imagen se hundi¨® en solo unos meses. Acosado por sus errores, los esc¨¢ndalos de sus ministros y la sonora derrota del PLD en las elecciones para renovar la mitad de la C¨¢mara alta, Abe present¨® su dimisi¨®n por ¡°motivos de salud¡± semanas antes de cumplir un a?o como primer ministro.

Ahora, tras una activa campa?a electoral sin rastro de problemas de salud, los japoneses ¡ªm¨¢s agobiados por la crisis que entonces¡ª han vuelto a dar su confianza a este hijo de uno de los grandes linajes pol¨ªticos del pa¨ªs. Su abuelo fue el primer ministro Nobusuke Kishi, detenido como criminal de guerra por los vencedores estadounidenses y posteriormente exculpado. Su padre, Shintaro Abe, ocup¨® distintas carteras ministeriales, incluida la de Exteriores a mediados de la d¨¦cada de los ochenta, la de mayor esplendor econ¨®mico e internacional de Jap¨®n.
¡°Los bellos mares de Jap¨®n y su territorio est¨¢n amenazados y los j¨®venes, en medio de este desplome econ¨®mico, encuentran dificultades para tener esperanza en el futuro¡±, ha repetido Abe durante la campa?a electoral. En sus m¨ªtines se ha comprometido a poner todo su empe?o en sacar al pa¨ªs de la crisis para que ¡°recupere su orgullo nacional¡±.
Azuzado por el avance de la extrema derecha que lidera el exgobernador de Tokio Shintaro Ishihara, el l¨ªder del PLD, para cerrar las filas de su partido ¡ªque en 2006 le acus¨® de debilidad frente a China y Corea¡ª ha recurrido a sus discursos m¨¢s duros y nacionalistas: ¡°Prometo proteger la tierra y el mar de Jap¨®n y las vidas de los japoneses pase lo que pase¡±.
En su anterior Gobierno, Abe convirti¨® en secreto su eventual visita a Yasukuni. Su predecesor, Koizumi, levant¨® aireadas protestas de sus vecinos al hacer p¨²blicas sus ofrendas a este santuario sinto¨ªsta donde est¨¢n escritos los nombres de los 2,5 millones de japoneses ca¨ªdos en distintos conflictos b¨¦licos, incluidos los de 14 condenados por cr¨ªmenes de guerra.
El halc¨®n necesitaba cierta calma para llevar a cabo su objetivo de acabar con la Constituci¨®n pacifista, impuesta por los ocupantes en 1946. Realiz¨® su primer viaje como jefe de Gobierno a Pek¨ªn, y seis meses despu¨¦s recibi¨® a su hom¨®logo, Wen Jiabao, con quien firm¨® una ¡°declaraci¨®n conjunta¡± ¡ªahora convertida en papel mojado¡ª, en la que ambos pa¨ªses se compromet¨ªan a hacer del mar del Este de China ¡°un mar de paz, cooperaci¨®n y amistad¡± y a ¡°desarrollar de forma conjunta¡± la riqueza de sus aguas.
Mientras tanto, daba los primeros pasos legales para la celebraci¨®n de un refer¨¦ndum constitucional, en el que deb¨ªa reformarse el art¨ªculo 9 que impide a Jap¨®n tener un Ej¨¦rcito regular. Con el sexto mayor presupuesto militar del mundo ¡ª45.000 millones de euros en 2012, aunque para 2013 se prev¨¦ una reducci¨®n del 1,8%¡ª, Jap¨®n solo tiene fuerzas de autodefensa. Nadie duda de que una de las prioridades de Abe ser¨¢ avanzar en la reforma constitucional que dej¨® en puertas.
El l¨ªder del PLD tendr¨¢ est¨¢ vez m¨¢s cuidado en la elecci¨®n de sus ministros para evitar el desgaste que le supuso las dimisiones de tres de ellos por las acusaciones de la oposici¨®n de corrupci¨®n y malversaciones de fondos p¨²blicos. Adem¨¢s, durante esta campa?a electoral ha dejado entender a los japoneses que ha comprendido que en 2006 le abandonaron por no llevar a cabo las pol¨ªticas sociales que requiere el pa¨ªs con la sociedad m¨¢s envejecida del mundo.
Los retos que aguardan a Shinzo Abe son los de entonces pero enquistados y agravados por la inoperancia de sus pol¨ªticos. En los seis a?os transcurridos ha habido seis primeros ministros y el pa¨ªs ha sufrido la terrible tragedia del terremoto de Sendai y su consecuente tsunami, que puso en alerta todo el archipi¨¦lago al desatar el mayor accidente nuclear despu¨¦s de Chern¨®bil. Abe no lo tendr¨¢ f¨¢cil pero tal vez durante su traves¨ªa del desierto revis¨® las lecciones aprendidas de su desastroso mandato anterior.
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