Nueve elecciones y un mundo
Nueve relevos en las c¨²pulas del poder pol¨ªtico de sendos pa¨ªses hilvanan los acontecimientos de doce meses en todo el planeta y perfilan las tendencias y cambios geopol¨ªticos en curso y el nuevo rumbo tomado por la globalizaci¨®n.
Nueve pa¨ªses que cuentan en la marcha del mundo han celebrado elecciones en 2012. Cada uno a su estilo, cada uno seg¨²n sus peculiares sistemas pol¨ªticos y electorales; pero en todos los casos con efectos que trascienden las propias fronteras. Naturalmente, el acontecer de doce meses en todo el planeta no puede resumirse en nueve relevos en la c¨²pula del poder pol¨ªtico de sendos Estados, por poderosos que sean, pero expresan las tendencias y cambios geopol¨ªticos en curso.
Las renovaciones en la c¨²pula del poder durante 2012 abarcan nueve pa¨ªses determinantes de los cuatro grandes continentes. Francia y Rusia en el europeo. China, Jap¨®n y Corea del Sur en el asi¨¢tico. Egipto en el africano. Y Estados Unidos, M¨¦xico y Venezuela en el americano. Juntos representan m¨¢s de una tercera parte de la humanidad, aunque uno solo, China, concentra a uno de cada cinco seres humanos.
Quien abri¨® el a?o electoral, el 4 de marzo, fue Rusia, donde Vlad¨ªmir Putin obtuvo por tercera vez el poder presidencial que ya hab¨ªa ocupado desde 2000 hasta 2008, en un gambito de nula credibilidad democr¨¢tica con el hasta entonces presidente Dimitri Medv¨¦dev, que ahora deviene de nuevo su primer ministro. Jap¨®n y Corea del Sur lo cerraron en diciembre, el 15 y el 19, respectivamente, con la victoria de candidatos derechistas y nacionalistas en ambos pa¨ªses, que augura una ¨¦poca de tensiones crecientes con China e incluso el inicio de una especie de guerra fr¨ªa asi¨¢tica.
Pero las dos elecciones m¨¢s destacadas fueron la que renov¨® el mandato de Barack Obama, el 6 de noviembre, que contar¨¢ con la ocasi¨®n de dejar una huella m¨¢s profunda en la historia de su pa¨ªs y del mundo; y la del nuevo n¨²mero uno chino, Xi Jinping, el 18 de noviembre, como secretario general del todopoderoso partido comunista, con 80 millones de militantes, un cargo que comporta autom¨¢ticamente su ascensi¨®n a la presidencia de la Rep¨²blica Popular China en marzo pr¨®ximo, aunque era una designaci¨®n perfectamente programada antes incluso de que empezara 2012.
Rusia y China no han conseguido homologar a¨²n su sistema y su cultura pol¨ªtica con la democracia
El primer rasgo que diferencia unos relevos de otros es que no todos son resultado de elecciones competitivas. En siete de las nueve elecciones exist¨ªa alg¨²n grado de incertidumbre, incluso en dos pa¨ªses donde anteriormente no estaba asegurada tal eventualidad, como son Venezuela y Egipto. En el primero, el populista coronel Hugo Ch¨¢vez consigui¨® el 7 de octubre su cuarta victoria presidencial, por amplio margen sobre el candidato de la oposici¨®n, Henrique Capriles; y en el segundo, donde por primera vez se han celebrado elecciones presidenciales en condiciones democr¨¢ticas, tambi¨¦n por primera vez ha alcanzado la presidencia en los comicios celebrados entre mayo y junio un representante de los Hermanos Musulmanes, Mohamed Morsi, en este caso por muy estrecho margen del 51,7% frente al 47,3% de Ahmed Shafik, el ¨²ltimo primer ministro de Hosni Mubarak y candidato identificado con el antiguo r¨¦gimen y los militares.
El resultado estaba sobradamente escrito antes de que empezara el procedimiento de elecci¨®n al menos en dos de ellos, en Rusia y en China, pa¨ªses que no han conseguido homologar todav¨ªa su sistema y su cultura pol¨ªtica con esa democracia que a trancas y barrancas consigue abrirse paso por todas partes. Putin venci¨® con el 63% de los votos, al frente de la formaci¨®n presidencial Rusia Unida, a enorme distancia de su inmediato seguidor, el comunista Genadi Ziuganov, que obtuvo el 17%.
Fue una elecci¨®n plebiscitaria, organizada desde las ventajas que da el poder y con numerosas irregularidades. Todo muy expresivo de una democracia soberana como la rusa, en la que solo son homologables el uso de las urnas y la elecci¨®n entre varias opciones; pero no la igualdad de oportunidades, y todav¨ªa menos las instituciones propias de una democracia, como son la divisi¨®n y el equilibrio entre poderes independientes, el control parlamentario sobre el Ejecutivo o la transparencia y la libertad de informaci¨®n.
El recambio de Putin por Medv¨¦dev ha introducido un giro en la pol¨ªtica exterior rusa de mayor confrontaci¨®n con Estados Unidos y de afirmaci¨®n de su vocaci¨®n de gran potencia respecto a su antigua ¨¢rea de influencia de la desaparecida Uni¨®n Sovi¨¦tica. Se ha podido comprobar en la crisis siria, en la que Mosc¨² ha seguido apadrinando al r¨¦gimen de Bachar el Asad en la escena internacional y en su represi¨®n armada contra el movimiento popular que empez¨® con manifestaciones civiles en marzo de 2011 y ha ido derivando hacia la lucha armada.
En las elecciones de EE UU se enfrentaron dos filosof¨ªas cada vez m¨¢s distantes y polarizadas
La otra elecci¨®n sin competici¨®n y en este caso sin urnas ha sido la de Xi Jinping, elevado el 15 de noviembre al cargo de secretario general del PCCh por el 18 Congreso en sustituci¨®n de Hu Jintao, presidente nominal hasta marzo, cuando tambi¨¦n le sustituir¨¢ en la primera magistratura china. En comparaci¨®n con las otras seis elecciones, esta es a c¨¢mara lenta y en la m¨¢s absoluta oscuridad. En el anterior congreso, celebrado en 2008, ya se conocieron los nombres de la pareja que iba a sustituir a la que ha ostentado el poder en el ¨²ltimo decenio, el del nuevo presidente Xi y el de quien ser¨¢ su primer ministro Li Keqiang.
La elecci¨®n china es inextricable en cuanto a procedimiento: unas votaciones internas y escalonadas dentro de un partido jerarquizado y de gran opacidad. Pero tambi¨¦n lo es por su significado pol¨ªtico: se trata de un poder muy colegiado, no hay debate abierto y menos p¨²blico entre tendencias y posiciones distinguibles, y los documentos del congreso necesitan una compleja ex¨¦gesis para desvelar los temas esenciales detr¨¢s de la lengua de madera habitual en el discurso oficial.
M¨¢s interesante que la celebraci¨®n del congreso en el que se ha culminado el ascenso de la quinta generaci¨®n de dirigentes despu¨¦s de Mao Zedong son las informaciones sobre el enriquecimiento y la corrupci¨®n de la ¨¦lite gobernante; el papel creciente de los pr¨ªncipes rojos, hijos de los revolucionarios que fundaron o dirigieron la rep¨²blica junto a Mao; o el esc¨¢ndalo Bo Xilai, uno de los m¨¢s destacados entre estos ¨²ltimos y adem¨¢s representante de una l¨ªnea izquierdista neomao¨ªsta, ca¨ªdo en desgracia y ahora procesado tras el juicio y condena de su esposa por el asesinato de un hombre de negocios brit¨¢nico. Este y otros esc¨¢ndalos que han afectado a la ¨¦lite gobernante han sido interpretados tambi¨¦n como las manifestaciones de la lucha por el poder en los meses previos al 18 Congreso, que se ha celebrado entre el 8 y el 14 de noviembre.
La ascensi¨®n del islamismo pol¨ªtico en todo el mundo ¨¢rabe es un signo de cambio de ¨¦poca
Finalmente, la composici¨®n del ¨®rgano ejecutivo supremo, el Comit¨¦ Permanente del Politbur¨® del PCCh formado por siete miembros, ha revelado que los partidarios del expresidente Jiang Zemin, de la tercera generaci¨®n, se impusieron sobre los partidarios de Hu Jintao, el presidente saliente perteneciente a la cuarta, en raz¨®n de cinco puestos sobre siete. Traducido en ideas pol¨ªticas, es una victoria de los partidarios de la liberalizaci¨®n y privatizaci¨®n de la econom¨ªa frente a los m¨¢s proclives al intervencionismo del Estado.
China evoluciona hacia una actitud exterior m¨¢s desacomplejada, en la que empiezan a emitirse en¨¦rgicas se?ales sobre sus ambiciones de hegemon¨ªa asi¨¢tica y su creciente rivalidad estrat¨¦gica respecto a Estados Unidos y sus roces con vecinos como Jap¨®n y Corea del Sur, alentados adem¨¢s por el giro derechista de los Gobiernos salidos de las ¨²ltimas elecciones del a?o.
Pocos d¨ªas antes del congreso comunista chino, la todav¨ªa primera superpotencia ha reelegido a Barack Obama como presidente, en una contienda altamente competitiva en la que tambi¨¦n se han enfrentado dos filosof¨ªas pol¨ªticas cada vez m¨¢s distanciadas y polarizadas: de una parte, la idea conservadora de una econom¨ªa desregulada, con fiscalidad m¨ªnima y sin solidaridad, defendida por Mitt Romney; y por la otra, la idea m¨¢s socialdem¨®crata de un Estado que garantice la igualdad de derechos e introduzca reglas de juego en la selva de los mercados.
El hecho determi?nante de la derrota re??publicana, tras unas tortuosas elecciones primarias que tardaron en decantarse, ha sido el cambio demogr¨¢fico que est¨¢ experimentando EE UU, con un peso creciente de las minor¨ªas, principalmente los hispanos, que se sienten perjudicados por las pol¨ªticas antisociales y antiinmigraci¨®n propugnadas por el Tea Party, el movimiento ultra de base republicano que ha condicionado las elecciones primarias y ha lastrado la campa?a de Romney.
La elecci¨®n presidencial en EE UU sigue siendo al final de las cuentas la m¨¢s relevante para el conjunto del planeta, no tan solo por la vocaci¨®n estabilizadora de la primera superpotencia, sino sobre todo por su influencia en la evoluci¨®n de la econom¨ªa global. La reelecci¨®n de Obama refrenda las pol¨ªticas sociales y los es?t¨ªmulos al crecimiento demonizados por la derecha estadounidense y tambi¨¦n por la europea, con Angela Merkel a la cabeza.
Como siempre, fue alta la emoci¨®n que rode¨® la elecci¨®n presidencial francesa, en la que el brioso y pol¨¦mico Nicolas Sarkozy pag¨®, junto a su arrogancia, el precio casi obligado de la crisis econ¨®mica y cedi¨® el testigo a Fran?ois Hollande, el gris candidato de los socialistas. Los inicios de la nueva presidencia socialista no han podido ser m¨¢s decepcionantes para un pa¨ªs del que se espera que act¨²e como equilibrio a la creciente hegemon¨ªa alemana sobre el conjunto de una Europa cada vez m¨¢s vacilante y desunida, a pesar de las exigencias de unificaci¨®n de pol¨ªticas presupuestarias y bancarias impuestas por la crisis. La p¨¦rdida de peso de Francia en Europa y en el mundo, que el orgulloso Sarkozy no pudo ocultar, ha adquirido carta de naturaleza con la desorientada presidencia del hombre normal que es el socialdem¨®crata Hollande, catapultado a la presidencia m¨¢s por los fallos de su rival que por la capacidad de movilizaci¨®n de unas ideas y un programa que siguen en crisis en toda Europa.
El relevo presidencial que se ha producido al sur del r¨ªo Grande ha conducido de nuevo a la residencia de Los Pinos a un candidato del hist¨®rico Partido Revolucionario Institucional (PRI), despu¨¦s de esos extra?os primeros doce a?os y dos mandatos de ausencia de un poder que hab¨ªa ocupado como si fuera su propia piel durante siete d¨¦cadas. El nuevo presidente priista Enrique Pe?a Nieto venci¨® el 1 de julio a Andr¨¦s Manuel L¨®pez Obrador con el 38% de los votos, casi por siete puntos de diferencia, en un momento especial para este pa¨ªs que combina una econom¨ªa emergente con una enorme aver¨ªa institucional, causada sobre todo por la guerra del narco, la inseguridad y la corrupci¨®n, que las dos presidencias seguidas del Partido Acci¨®n Nacional (PAN), la de Vicente Fox y la de Felipe Calder¨®n, no consiguieron ni siquiera empezar a reparar. Pe?a Nieto tiene el reto de sacar a M¨¦xico de su actual empantanamiento para situarle en cabeza de las econom¨ªas emergentes como corresponde a su peso econ¨®mico y demogr¨¢fico, a sus recursos energ¨¦ticos y a su vecindad con EE UU.
En la direcci¨®n contraria se dirige la Venezuela populista de Hugo Ch¨¢vez, ?reelegido por amplio margen sobre Henrique Capriles por tercera vez y para seis a?os m¨¢s, que ya no podr¨¢ cumplir seg¨²n propia confesi¨®n debido a la enfermedad que sufre desde mayo de 2011. Su canciller y vicepresidente Nicol¨¢s Maduro le sustituir¨¢ cuando se produzca la vacante y deber¨¢ dirigir al chavismo de nuevo a las urnas en una operaci¨®n preparada antes de las elecciones y a sabiendas del mal estado de salud del l¨ªder populista en la que se juega buena parte del impulso populista en el conjunto de Am¨¦rica Latina.
La mayor novedad del a?o, hija directa de las primaveras ¨¢rabes, ha sido la llegada controvertida y accidentada de Mohamed Morsi a la presidencia egipcia. La ascensi¨®n del islamismo pol¨ªtico en todo el mundo ¨¢rabe es un signo de cambio de ¨¦poca con repercusiones geopol¨ªticas en toda la regi¨®n. El asentamiento de Morsi en el trono que ocup¨® Mubarak du??rante 30 a?os adopta la forma de una pugna interior con los otros poderes, el militar y el judicial sobre todo, y de proyecci¨®n internacional egipcia en el escenario de Oriente Pr¨®ximo. Morsi ha jugado en favor de Ham¨¢s en la franja de Gaza y ha sabido capitalizar el acuerdo de paz de noviembre con Israel, tras una semana de bombardeos y lluvia de misiles, y se ha situado como agente imprescindible en la guerra civil siria y ante la creciente tensi¨®n con el Ir¨¢n nuclear de los ayatol¨¢s.
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