La guerra devora el viejo Alepo
Los enfrentamientos han da?ado edificios hist¨®ricos del centro de la ciudad, una de las m¨¢s antiguas del mundo Los francotiradores pueblan ahora la muralla
Las b¨®vedas que conducen al zoco engullen la luz y vomitan oscuridad, el polvo del pavimento absorbe las pisadas dibujando perfectas huellas sobre el adoquinado de la calle. El eco del lugar sobrecoge. ¡°Los soldados del Ej¨¦rcito saquearon todos los comercios. Ya no queda nada abierto. Todas las tiendas llevan cerradas hace meses y la mayor¨ªa se quemaron en el incendio de octubre¡±, comenta el joven Mohamed, un soldado del Ej¨¦rcito Libre Sirio (ELS) en el interior de este centenario zoco.
Las puertas de madera que dan acceso a la plaza Khan Al-Jumrut est¨¢n desvencijadas de sus gozones y apoyadas contra la pared. Un ob¨²s ha cincelado un perfecto tragaluz en una de las b¨®vedas. La luz entra a borbotones iluminando escombros, polvo y destrucci¨®n. ¡°Los soldados del r¨¦gimen prendieron fuego a todos los comercios. En pocas horas las llamas devoraban cientos de a?os de historia. Yo soy de Alepo y me cri¨¦ en este barrio; posiblemente fue uno de los d¨ªas m¨¢s tristes de mi vida¡±, dice Mohamed.
En Bab-Qnsrin se encuentra cerrada a cal y canto desde hace meses la antigua f¨¢brica de jabones Al-Jebeili. ¡°Donde se producen los famosos jabones de Alepo¡±, reza un cartel en ingl¨¦s tratando de atraer la atenci¨®n de unos turistas que tardar¨¢n en volver a transitar el casco hist¨®rico de la ciudad. Justo enfrente se alza el majestuoso Bimaristan Argun (erigido en 1354 por Argun Al Kamili). Este antiguo sanatorio mental, con su sempiterna fuente, se ha convertido en cuartel general de los rebeldes. Las habitaciones, alrededor de un patio, est¨¢n llenas de suciedad y polvo.
En Awjet Alsejn convergen tres calles; una hacia la impenetrable e imponente ciudadela desde donde se domina toda la ciudad vieja, otra hacia la Mezquita Omeya y la ¨²ltima al interior de la ciudad. La artiller¨ªa ha castigado con excesiva dureza este punto neur¨¢lgico. ¡°El objetivo del Ej¨¦rcito es destruir todo lo que pueda, les da igual que tenga cientos de a?os de historia. Les da igual que sea Patrimonio de la Humanidad¡ El caso es devastar y castigar sin piedad¡±, comenta Omar, un activista del barrio de Tareq Al-Bab de Alepo, una de las 10 ciudades habitadas m¨¢s antiguas del mundo, seg¨²n la ONU. 1840, reza un letrero. ¡°Es una mezquita del periodo otomano; m¨¢s concretamente Ismailia¡±, afirma Omar.
El mihrab (lugar desde donde reza el im¨¢n) est¨¢ cubierto de cascotes. Un ob¨²s destroz¨® la c¨²pula hundi¨¦ndola; adem¨¢s, varios obuses m¨¢s han impactado en otros lugares de esta mezquita que ha quedado pr¨¢cticamente destrozada. En la terraza del m¨ªtico restaurante Borea, uno de los m¨¢s famosos de la ciudad vieja, la panor¨¢mica hacia la ciudadela es inmejorable. ¡°Toda la muralla est¨¢ llena de francotiradores que disparan contra todo lo que se mueve. Nosotros utiliz¨¢bamos este lugar para hostigar a los soldados hasta que lo bombardearon con un helic¨®ptero¡±, afirma el sargento Abu Abu. El tejado del restaurante se ha venido abajo pero por varios resquicios a¨²n se puede ver la majestuosidad del castillo y sus torreones. ¡°Para nosotros, desde esta posici¨®n, es pr¨¢cticamente imposible que tomemos la fortaleza¡ Nos destrozar¨ªan; ahora mismo con las armas que poseemos ser¨ªa una locura¡±, afirma.
Los rebeldes ocupan
Frente a este restaurante se encuentra la antigua oficina de pasaportes de la ciudad de Alepo, ahora no es m¨¢s que un mont¨®n de piedras y cristales desparramados por toda la avenida; el antiguo Ayuntamiento tampoco ha corrido mejor suerte. ¡°En la ciudad vieja puedes ver edificios de varios periodos hist¨®ricos, desde medievales ¡ªcomo la fortaleza¡ª, Omeyas, del imperio otomano¡ Ahora son solo recuerdos del pasado. Bachar el Asad ha acabado con el legado hist¨®rico de Alepo¡±, sentencia Omar. ¡°Muchos de los tejados eran de madera, por lo que los francotiradores usan balas explosivas para quemarlos¡±.
Los civiles que se atreven a adentrarse en el interior de la ciudad vieja deben caminar pegados a la pared de la izquierda para evitar ser alcanzados por los francotiradores que hay apostados en los torreones y alf¨¦izares de la ciudadela. ¡°Hace tiempo que perdimos la cuenta de todos los civiles que han muerto por la bala de un francotirador; por eso decidimos poner telares de un lado a otro de la calle para que sirvan de protecci¨®n, pero a¨²n siguen disparando¡±, comenta Mohamed Said, un comandante de los rebeldes.
En la actualidad, m¨¢s de la mitad de los vecinos que habitaban este centenario casco hist¨®rico huyeron; pero el fr¨ªo y las malas condiciones de vida han comenzado a llenar, nuevamente, de vida las calles de la ciudad vieja. ¡°Aqu¨ª las condiciones de vida son similares a las del resto de Alepo, con cortes de luz y de agua, pero la gente prefiere quedarse en sus casas y rezar para que no les ocurra nada. La ciudad vieja es uno de los epicentros de la guerra en Alepo¡±, confirma el comandante.
"Ya no se respeta ni los lugares de culto. Nos hemos vuelto locos",
se queja un vecino
Desde el interior de una cripta, la visi¨®n de los edificios colindantes con la ciudadela es apocal¨ªptica. ¡°La artiller¨ªa y la aviaci¨®n se ha cebado con esta parte de la ciudad vieja, la mayor¨ªa de los edificios est¨¢n totalmente destrozados. Siglos de historia desparramada por el suelo. Jam¨¢s volveremos a ver esta ciudad como la conocimos. Si no somos capaces de preservar nuestro legado hist¨®rico qu¨¦ sentido tiene que sigamos luchando unos contra otros. Tenemos lo que nos merecemos¡±, lamenta Omar.
Varias b¨®vedas hundidas impiden el paso y obligan a caminar hacia la calle Bab-Nasr. Desde aqu¨ª se atraviesa un zoco abovedado cuyo techo ha sido cincelado por la metralla. La luz entra por los agujeros mostrando un panorama de devastaci¨®n y desolaci¨®n a partes iguales. ¡°Solo hay varios comercios abiertos en este barrio, el resto han cerrado porque las bombas contin¨²an cayendo¡±, apunta Mustaf¨¢ Haffez, vecino y antiguo propietario de una tienda en este bazar.
En Kastal Al-Harame la situaci¨®n es incluso peor que en el resto de la ciudad vieja. ¡°Aqu¨ª nos han bombardeado con aviones, helic¨®pteros, artiller¨ªa y tanques¡ Lo han destruido todo¡±, afirma un vecino de la zona que ha perdido su casa. ¡°La c¨²pula de la mezquita de Kastal Al-Harame est¨¢ hundida. Los tanques la destruyeron hace meses. Ten¨ªa m¨¢s de 400 a?os y ha quedado pr¨¢cticamente devastada¡±, comenta.
No muy lejos se encuentra la iglesia de Tarab Al-Ghorabaa, de 1630. Este antiguo lugar de culto cristiano fue reconvertido en museo de historia y ciencias naturales desde hace d¨¦cadas; y ese era el uso que ten¨ªa hasta que comenz¨® la guerra. La artiller¨ªa ha abierto un boquete en la pared del tama?o de una puerta. El interior del templo, cientos de cristales rotos y cascotes de la pared tapizan el suelo; varios mapamundis han ca¨ªdo de las paredes, as¨ª como varios objetos del museo ahora yacen esparcidos por el suelo. En el altar mayor a¨²n se conservan los frescos originales de la ¨¦poca. Dos ¨¢ngeles, uno a cada lado y una virgen cuyos ojos han sido ara?ados con un cuchillo. ¡°Hoy ya no se respeta nada. Ni los lugares de culto de los cristianos ni de los musulmanes. La guerra nos ha vuelto a todos locos¡±, finaliza Omar avergonzado.
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