Una de yin y otra de yang
El l¨ªder del PCCh ha iniciado da carrete a ambas fuerzas en su b¨²squeda de la ¡°sociedad armoniosa¡±
Desde tiempos ancestrales, el pensamiento chino se ha desarrollado en torno al principio de dos fuerzas, yin y yang, opuestas y complementarias, que representan la interacci¨®n din¨¢mica y de cuyo equilibrio depende la armon¨ªa. Los nuevos dirigentes del gobernante Partido Comunista Chino (PCCh), encabezados por su secretario general, Xi Jinping, han iniciado la andadura dando carrete a ambas fuerzas en su b¨²squeda de lo que llaman la ¡°sociedad armoniosa¡±.
La espita del yin (negativo) la abri¨® la semana pasada el Departamento de Propaganda de Guangdong ¡ªla provincia m¨¢s rica de China, con 100 millones de habitantes y la m¨¢s liberal del pa¨ªs, en parte porque siempre fue la m¨¢s abierta y en parte por su proximidad a la excolonia brit¨¢nica de Hong Kong que desde 1997 es regi¨®n administrativa especial de China¡ª. De la manera m¨¢s burda y sin tener en cuenta las ansias de libertad de expresi¨®n de una sociedad cada d¨ªa m¨¢s conectada y en la que las redes sociales juegan un activo papel, los censores de ese departamento cambiaron una carta a los lectores del influyente Semanario del Sur (Nanfang Zhoumo), en la que se ped¨ªa que el nuevo a?o trajese un ¡°Gobierno constitucional¡±, por una sarta de alabanzas al PCCh. Como era de esperar, los periodistas del semanario ¡ªque sab¨ªan lo que se jugaban cuando escribieron su carta y asumieron el riesgo¡ª se sintieron humillados y se declararon en huelga.
La fuerza del yin no les tom¨® en consideraci¨®n y continu¨® expandi¨¦ndose por los ¨®rganos centrales del PCCh que, en consonancia, actuaron de forma represora contra los huelguistas, los manifestantes y los internautas que acudieron en su apoyo. ¡°No importa si esta gente est¨¢ contenta o no... los medios de comunicaci¨®n libre con los que sue?an son imposibles¡±, editorializaba el lunes, con una total falta de sensibilidad, Tiempos Globales ¡ªperi¨®dico ligado al ¨®rgano de difusi¨®n del PCCh, Diario del Pueblo¡ª.
Sumido en su propia oscuridad, el yin ha revelado su falta de capacidad para valorar las demandas y las necesidades de una sociedad compleja, que integran 1.350 millones de personas y que en 2012, por primera vez en su historia, pas¨® de tener una mayor¨ªa rural a una mayor¨ªa urbana. El yin parece no asimilar que la brutal mejora en el nivel de vida que han experimentado sobre todo los urbanistas en las tres ¨²ltimas d¨¦cadas ha generado una clase media, que como todas las clases medias del mundo actual, est¨¢ globalizada, viaja, conoce otras realidades y quiere participar, de una manera u otra, en el desarrollo de su propia realidad. De momento, esta clase media china no contesta el liderazgo ¨²nico del PCCh, pero le exige libertad de informaci¨®n y de expresi¨®n con la que poder dejar en evidencia y luchar contra los desmanes que cometen muchos funcionarios y autoridades locales que se cobijan bajo el paraguas de secretismo e impunidad del PCCh.
Pero frente al yin, se ha abierto la puerta al yang (el principio positivo). El Gobierno ha anunciado que se est¨¢ elaborando un plan para la reforma de los campos de reeducaci¨®n por el trabajo, uno de los castigos m¨¢s odiados por los chinos y una de las demandas m¨¢s enraizadas en la sociedad, que considera estos centros de internamiento injustos y for¨¢neos, ya que se crearon tras la fundaci¨®n de la Rep¨²blica Popular en 1949 y bajo la influencia del r¨¦gimen de terror impuesto por Josif Stalin en la desaparecida Uni¨®n Sovi¨¦tica. Nacieron para reeducar a los contrarrevolucionarios, pero se convirtieron en las mazmorras de las comisar¨ªas policiales, donde agentes soberbios e incultos enviaban a cualquiera que contestaba su autoridad o lo que interpretaban como la autoridad del Gobierno y el Estado.
El fin de los campos de reeducaci¨®n es una de las mayores reivindicaciones de las organizaciones de derechos humanos tanto chinas como extranjeras y se convirti¨® en objetivo prioritario tras el caso Tang Hui. Esta mujer de Hunan (una provincia del centro de China) fue sentenciada a 18 meses en un campo de reeducaci¨®n por desatar en 2011 una campa?a para exigir a los tribunales y a las autoridades del Gobierno local que impusieran penas m¨¢s severas a los siete responsables del secuestro, la violaci¨®n y la prostituci¨®n forzosa de su hija de 11 a?os. Tang fue liberada despu¨¦s de una semana de internamiento por las protestas de acad¨¦micos, medios de comunicaci¨®n y millones de ciudadanos en las redes sociales.
Uno de los primeros compromisos asumidos por Xi Jinping tras ascender en noviembre pasado a la Secretar¨ªa General del PCCh fue hacer de China un pa¨ªs gobernado por el imperio de la ley. El cierre de los laogai, donde los represaliados pueden ser internados sin juicio hasta cuatro a?os, es primordial para emprender la reforma de la justicia en China y acabar con una de las mayores frustraciones de sus ciudadanos, que se sienten indefensos ante la injusticia de su sistema judicial. De llevarse a cabo, la fuerza del yang ser¨ªa arrolladora y frenar¨ªa de forma considerable el descontento de la sociedad.
Todo apunta a que Xi Jinping, que en marzo se convertir¨¢ en jefe del Estado, permanecer¨¢ al frente del destino de China durante la pr¨®xima d¨¦cada, pero para hacerlo sin sobresaltos no tendr¨¢ m¨¢s remedio que escuchar las voces de sus ciudadanos. La libertad de expresi¨®n y el imperio de la ley son las dos principales demandas de la poblaci¨®n y no le servir¨¢ contraponerlas como el yin y el yang, si pretende establecer una ¡°sociedad armoniosa¡±, sino que de habr¨¢ de hacer de ambas sus caballos de batalla.
Lo m¨¢s curioso de lo sucedido estos d¨ªas en Cant¨®n es que la carta que ha sido censurada por el celo del Departamento de Propaganda ped¨ªa precisamente un ¡°Gobierno constitucional¡±, es decir, la reforma que el Ministerio de Justicia comienza a perge?ar, ya que seg¨²n los expertos legales, los campos de reeducaci¨®n violan la Constituci¨®n china.
Tu suscripci¨®n se est¨¢ usando en otro dispositivo
?Quieres a?adir otro usuario a tu suscripci¨®n?
Si contin¨²as leyendo en este dispositivo, no se podr¨¢ leer en el otro.
FlechaTu suscripci¨®n se est¨¢ usando en otro dispositivo y solo puedes acceder a EL PA?S desde un dispositivo a la vez.
Si quieres compartir tu cuenta, cambia tu suscripci¨®n a la modalidad Premium, as¨ª podr¨¢s a?adir otro usuario. Cada uno acceder¨¢ con su propia cuenta de email, lo que os permitir¨¢ personalizar vuestra experiencia en EL PA?S.
En el caso de no saber qui¨¦n est¨¢ usando tu cuenta, te recomendamos cambiar tu contrase?a aqu¨ª.
Si decides continuar compartiendo tu cuenta, este mensaje se mostrar¨¢ en tu dispositivo y en el de la otra persona que est¨¢ usando tu cuenta de forma indefinida, afectando a tu experiencia de lectura. Puedes consultar aqu¨ª los t¨¦rminos y condiciones de la suscripci¨®n digital.