C¨®digo rojo en el norte de M¨¦xico
Los traficantes convierten una comarca de Durango y Coahuila en la m¨¢s violenta del pa¨ªs
La muerte viaja m¨¢s deprisa que la informaci¨®n en el norte de M¨¦xico. Dos p¨¢ginas de Facebook y una cuenta de Twitter advierten constantemente de d¨®nde est¨¢ ocurriendo la ¨²ltima balacera o en qu¨¦ calle ha aparecido el ¨²ltimo cad¨¢ver desmembrado, un c¨®digo rojo, como se le conoce, que en cualquier momento puede interrumpir una cena de amigos con estas palabras: ¡°Tres fallecidos en la colonia Zaragoza Sur¡±. La poblaci¨®n de Torre¨®n, G¨®mez Palacio y Lerdo, los tres principales municipios de la Comarca Lagunera, una mancha urbana con m¨¢s de un mill¨®n de habitantes entre los Estados de Coahuila y Durango, sobrevive desde hace seis a?os al fuego cruzado de la guerra entre el cartel de Sinaloa y los Zetas. M¨¢s de 160 homicidios entre el 1 de diciembre, cuando tom¨® posesi¨®n el presidente Enrique Pe?a Nieto, y el pasado jueves la han convertido en la regi¨®n m¨¢s peligrosa del pa¨ªs.
Torre¨®n y su vecina G¨®mez Palacio, a la que est¨¢ unida por varios puentes sobre el lecho seco del r¨ªo Nazas, conforman desde su fundaci¨®n hace poco m¨¢s de un siglo un gran centro de distribuci¨®n hacia la frontera con Tejas (Estados Unidos). Tambi¨¦n de drogas: hacia Piedras Negras, Reynosa y Ciudad Ju¨¢rez. La regi¨®n conoci¨® d¨ªas de esplendor con el esfuerzo de miles de emigrantes europeos y ¨¢rabes, que la convirtieron en una pr¨®spera zona industrial. Pero Torre¨®n, cuyo eslogan fue una vez ¡°la ciudad que venci¨® al desierto¡±, est¨¢ hoy de rodillas ante el narco.
La violencia estall¨® en 2007 cuando los Zetas comenzaron a disputar la plaza a los hombres de Joaqu¨ªn El Chapo Guzm¨¢n Loera, el jefe del cartel de Sinaloa. Empez¨® entonces una org¨ªa de sangre con balaceras indiscriminadas, aparici¨®n de cad¨¢veres decapitados y descuartizados en cualquier calle o colgados en los puentes, corrupci¨®n de polic¨ªas, extorsi¨®n y secuestro de profesionales y empresarios, robo diario de veh¨ªculos... Los asesinatos escalaron de 33 en 2007 a 761 en 2012, solo en Torre¨®n, seg¨²n cifras oficiales.
Nadie estaba preparado para una ola de violencia que ha alterado las rutinas de los vecinos ¡ªapenas existe vida nocturna, no se toca el claxon, no se mira a los veh¨ªculos de los lados¡¡ª y hasta el lenguaje de los ni?os ¡ª¡°anoche hubo un descuarti cerca de mi casa¡±¡ª. La aplicaci¨®n del Plan Laguna Segura hace poco m¨¢s de un a?o con la superposici¨®n de soldados, marinos y polic¨ªas federales, estatales y municipales, en escaso n¨²mero ¡ªunos 1.500 efectivos para los m¨¢s de 650.000 habitantes de Torre¨®n¡ª y su falta de coordinaci¨®n ¡ªaunque est¨¦n unidas, el hecho de que Torre¨®n pertenezca a Coahuila y G¨®mez Palacio a Durango impide, por ejemplo, la persecuci¨®n en caliente de los malandros¡ª ha convertido la operaci¨®n en una gigantesca coreograf¨ªa del fracaso.
La Comarca Lagunera se siente abandonada por las autoridades estatales y federales, atrapada en una guerra que, lejos del supuesto glamour mafioso de novelas y pel¨ªculas, libran con horrenda sa?a centenares de adolescentes pobres.
LOS NARCOS
Barrios sin polic¨ªa
¡°?Le hago un disparo de advertencia?¡±, pregunta un agente, armado de casco, chaleco antibalas y pasamonta?as, mientras apunta con su rifle desde las alturas del Cristo del Cerro ¡ªuna estatua colosal rodeada de antenas¡ª a un joven halc¨®n (informante del narco) apostado pe?as abajo. ¡°No, que no llevamos silenciador¡±, responde el teniente Adelaido Flores, jefe de la polic¨ªa municipal de Torre¨®n.
Desde los cerros de Poniente se domina la ciudad. En sus pendientes, en un desierto de basura, chatarra y escombros, brota un laberinto de chabolas. Es el territorio de los chapos, su santuario de miseria y desolaci¨®n. ¡°Aqu¨ª no se empez¨® a entrar de noche hasta que lleg¨® el Ej¨¦rcito. Nos cost¨® conocer su geograf¨ªa¡±, dice el teniente. Durante la patrulla, el oficial va explicando la organizaci¨®n de los Zetas ¡ªlos halcones, las tiendas (los mochileros que distribuyen la droga), las estacas (c¨¦lulas de ataque de cuatro miembros y un veh¨ªculo), las garrapatas (taxis usados para el seguimiento de intrusos y objetivos)¡ª. Buena parte de su estructura ha sido desmantelada y sus cabecillas han huido hacia el este del Estado. Desde hace un tiempo los Zetas parecen estar perdiendo la guerra. Han sido expulsados por los llamados M o Gente Nueva, un grupo criminal extremadamente cruel al servicio del cartel de Sinaloa. Los M llevan meses limpiando la ciudad de colaboradores de sus rivales y las autoridades no ocultan su temor de que llegue el d¨ªa en que desaf¨ªen al propio Chapo y se hagan los nuevos amos.
Un intimidante helic¨®ptero Blackhawk sobrevuela los cerros. Falta una hora para poder decir que ha transcurrido un d¨ªa sin una sola muerte violenta. La tregua m¨¢s larga en Torre¨®n desde 2007 fue entre el 1 y el 9 de noviembre de 2010, nueve d¨ªas seguidos sin un c¨®digo rojo.
LA MUERTE
Rematado en la cama
El hospital Universitario es el destino final de los heridos y muertos del crimen organizado. ¡°Hace cinco meses vino un hombre interes¨¢ndose por un herido al que, despu¨¦s de pasar por el quir¨®fano, hab¨ªamos bajado a planta. Entr¨® en la habitaci¨®n y fue preguntando a los enfermos por sus heridas hasta que dio con quien buscaba y lo remat¨® de ocho balazos. Era mediod¨ªa y el asesino sali¨® caminando tranquilamente por la puerta. Ahora ya tenemos c¨¢maras¡±, relata su director, Enrique Serna.
La morgue del hospital tiene capacidad para seis cuerpos, pero hay d¨ªas, como dice su director, que parece ¡°zona de guerra¡±. ¡°Hemos llegado a tener 20 cad¨¢veres y los tenemos que dejar en el piso. Si alguno llega descompuesto, el mal olor se extiende por el hospital y hasta por las cuadras vecinas¡±.
La funeraria Flores no queda lejos. Trabaja las 24 horas. Sus seis empleados recogen los cad¨¢veres con que la violencia riega las calles. ¡°Vamos con miedo, solos en la madrugada, sin protecci¨®n. Muchas veces est¨¢n desmembrados o solo se encuentran las puras cabezas. A algunos les ponen un palo en la espalda y alambre alrededor del cuello y les hacen un torniquete. Ya he visto todo lo que se le puede hacer a un cuerpo humano¡±, dice uno de ellos.
¡°Armar el rompecabezas¡±, coser los cuerpos para que est¨¦n presentables para la familia, puede llevar m¨¢s de cuatro horas de trabajo, aunque empieza a ponerse de moda la incineraci¨®n. Ya no hay velatorios p¨²blicos. Suponen demasiado riesgo.
LOS ALCALDES
Una dirigente sola
En G¨®mez Palacio apenas quedan polic¨ªas y la c¨¢rcel fue cerrada tras un mot¨ªn el 19 de diciembre que se sald¨® con una veintena de muertos. Unos 400 soldados protegen esta ciudad de m¨¢s de 300.000 habitantes. Su alcaldesa, Roc¨ªo Rebollo, una mujer valiente y popular, se ha quedado sola a los pies de los caballos. Hace dos semanas, la mayor¨ªa de los polic¨ªas municipales y su secretario de Seguridad fueron detenidos por v¨ªnculos con la delincuencia organizada. ¡°Me dieron en la madre. Nunca pens¨¦ en vivir una situaci¨®n como esta. Jam¨¢s tuve un indicio de que estaban involucrados¡±. Ni las autoridades estatales ni las federales le informaron de la redada, ni ahora de la estrategia para restaurar la seguridad en el municipio. ¡°Estoy completamente sola en esto¡±.
Rebollo est¨¢ agradecida a los soldados, pero estos no persiguen los delitos comunes, que crecen al amparo de la ola de violencia, y lamenta la descoordinaci¨®n entre los municipios de la comarca, que lleva a que se arrojen los muertos en el territorio del vecino para bajar las tasas de homicidios propias. ¡°La ¨²ltima vez que me reun¨ª con los alcaldes de Torre¨®n y Lerdo fue hace m¨¢s de un a?o¡±.
La misma queja comparte Eduardo Olmos, alcalde de Torre¨®n. ¡°Es una torre de Babel. Tenemos dos Gobiernos estatales, dos regiones militares, dos destacamentos de polic¨ªa federal¡ Los ¨²nicos que parecen tener un concepto de regi¨®n son los carteles¡±.
Al poco de llegar a la alcald¨ªa, en 2010, Olmos tuvo que despedir a los 800 agentes municipales por v¨ªnculos con el crimen organizado. A?o y medio cost¨® crear un nuevo cuerpo. Casi una treintena de agentes han muerto desde entonces en el combate contra el narco.
Los dos alcaldes suspiran por una polic¨ªa metropolitana capaz de poner fin a la pesadilla. ¡°Es una impotencia cabrona. Al parecer, solo Dios me ayuda, tengo a todo el pueblo rezando por m¨ª¡±, dice con humor Rebollo.
LA PRENSA
Amenazados
Sandra Silva es la reportera de nota roja del peri¨®dico El Siglo de Torre¨®n, fundado en 1922, que ha sufrido en estos a?os varios atentados. ¡°Con el paso del tiempo te acostumbras a las balaceras y a los descuartizados, pero siempre me impresionan los ni?os¡±. A veces las amenazas proceden de las propias fuerzas de seguridad. ¡°Te dicen cosas como: ¡®?Qu¨¦ pasar¨ªa si aparecieras con un tiro entre ceja y ceja?¡¯ o ¡®?Qu¨¦ piensas, que porque me gustas no vas a aparecer muerta?¡±. En ocasiones, de las palabras se pasa a los hechos. Un m¨¦todo intimidatorio com¨²n a buenos y malos es que te tableteen: ¡°Consiste en golpearte con una tabla, a veces mojada, en las nalgas o en las corvas¡±, explica Sandra. Su compa?ero, Arturo Gonz¨¢lez, editor de las noticias locales, a?ade: ¡°A la presi¨®n del cierre y de las redes sociales, no llegamos a tiempo para verificar lo que a veces es un rumor, se une la presi¨®n de las amenazas porque vas a publicar algo que a los malandros no les va a gustar¡±. Los sicarios ya no huyen, se retiran; tampoco son delincuentes sino sujetos armados.
Javier Garza, subdirector del diario, que tira unos 30.000 ejemplares y cuenta con 160.000 usuarios de promedio en Internet, explica que, adem¨¢s de una fuerte inversi¨®n en seguridad, la violencia ha obligado a cambiar las rutinas period¨ªsticas: ¡°No se cubren las balaceras en vivo, no se firma, se han acabado las exclusivas policiales y sacar las c¨¢maras es una operaci¨®n de riesgo. Tratamos de no crear esc¨¢ndalo con la violencia, parte de la sa?a de los criminales es su mensaje y no queremos ser sus voceros¡±.
LA SOCIEDAD
Ciudad fantasma
¡°No hay toque de queda, pero a partir de las nueve de la noche, Torre¨®n es una ciudad fantasma¡±, afirma el profesor Roberto L¨®pez Franco, exdirector de la Facultad de Ciencias Pol¨ªticas y Sociales, alarmado por la descomposici¨®n del tejido social. ¡°Nuestra juventud est¨¢ siendo aniquilada por la pobreza, la droga y las armas¡±, a?ade.
La sensaci¨®n de abandono ha dado nuevo impulso a la vieja aspiraci¨®n de que la Comarca Lagunera sea alg¨²n d¨ªa un Estado. Un movimiento de opini¨®n que seduce a sus ¨¦lites. Torre¨®n y G¨®mez Palacio son motores econ¨®micos de sus Estados, pero no se sienten representadas en sus capitales pol¨ªticas. ¡°Me encantar¨ªa que fu¨¦semos un Estado propio¡±, afirma Armando Carlos R., director general de Fomento Econ¨®mico de Coahuila. ¡°El centralismo estatal y el encono pol¨ªtico entre los partidos nos perjudica¡±. El empresario asegura que la violencia no ha cerrado ninguna empresa, aunque s¨ª reconoce que ha frenado la inversi¨®n.
El presidente Pe?a Nieto estuvo esta semana en el Estado de Durango y prometi¨® resultados a medio plazo, pero el tiempo corre en contra.
Rafael Mora Garza, director del Centro de Integraci¨®n Juvenil de Torre¨®n, dedicado al tratamiento de adicciones, da un dato. De sus 527 nuevos pacientes en 2012, el 40% ingres¨® por inhalar pegamento, disolventes o aerosol para grafitis, que se vende por 20 pesos (poco m¨¢s de un euro). ¡°Antes¡±, asegura Mora Garza, ¡°eran chavos de clase baja ahora son de clase media, hijos de profesionales¡±. Elixires del olvido que quitan el hambre, tal vez tambi¨¦n el miedo.
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