Bob Astles, al servicio del cruel dictador Idi Am¨ªn
El brit¨¢nico fue la mano derecha del ugand¨¦s en los setenta
Que un funcionario brit¨¢nico termine como consejero de uno de los dictadores m¨¢s s¨¢dicos y despiadados de ?frica podr¨ªa ser el argumento de una pel¨ªcula de ficci¨®n. Y en realidad, la historia de Bob Astles (Ashford, Reino Unido, 1924) en Uganda sirvi¨® para inspirar al personaje que acompa?a a Idi Am¨ªn en El ¨²ltimo rey de Escocia, pero el filme no es para nada ficci¨®n.
Astles, conocido como Rata Blanca por un pueblo ugand¨¦s que le odiaba, se convirti¨® en la mano derecha de uno de los mandatarios m¨¢s extravagantes y estrafalarios que jam¨¢s haya gobernado un pa¨ªs. Pero ese antiguo boxeador y exmilitar que era Idi Am¨ªn, al margen de las payasadas y excentricidades que protagoniz¨®, m¨¢s all¨¢ de un mandatario fue un cruel y represivo dictador, uno de los personajes m¨¢s oscuros del siglo pasado.
Astles falleci¨® el 29 de diciembre, pero su muerte no apareci¨® en los medios brit¨¢nicos hasta esta semana. Fue el momento para recordar a este trabajador del servicio colonial de Reino Unido que lleg¨® a Uganda en 1951 tras haber formado parte del Ej¨¦rcito. Por aquel entonces, el pa¨ªs africano formaba parte del imperio de su majestad y Astles era un mero supervisor de obras p¨²blicas. Once a?os despu¨¦s lleg¨® la independencia de Uganda, pero lejos de regresar a sus or¨ªgenes, el funcionario decidi¨® permanecer en Kampala, capital del Estado. Y es aqu¨ª donde empieza la historia de la Rata Blanca.
Haci¨¦ndose pasar por un expiloto de la RAF (la fuerza a¨¦rea brit¨¢nica) consigui¨® escalar socialmente, y con algunos ahorros se hizo con un avi¨®n para montar una compa?¨ªa aeron¨¢utica. Su nombre lleg¨® a o¨ªdos del primer presidente de la Uganda independiente, Milton Obote, que le hizo hombre de confianza, incluso le nombr¨® director general de la televisi¨®n p¨²blica. En 1971, el entonces jefe del Estado mayor Idi Am¨ªn encabeza un golpe de Estado para derrocar a Obote. Ya en el poder, Am¨ªn, consciente de que tener a un occidental de consejero le podr¨ªa ser de gran utilidad, le ofrece seguir a su lado, pero Astles, fiel al antiguo presidente, rechaza la oferta.
Cambio de bando
Tras probar durante cuatro meses las nada acogedoras prisiones ugandesas, el brit¨¢nico reconsidera la propuesta y decide unirse a la Administraci¨®n de Am¨ªn. Regresa como dirigente de la compa?¨ªa a¨¦rea ¡ªya entonces nacionalizada¡ª y poco a poco va asumiendo puestos cada vez m¨¢s cercanos al dictador; el m¨¢s influyente fue el de jefe de la oficina anticorrupci¨®n, desde donde eleg¨ªa a su antojo a los cargos de la polic¨ªa y el Ej¨¦rcito.
Astles, que adquiri¨® la nacionalidad ugandesa, era uno de los rostros m¨¢s visibles de una dictadura cruel y opresiva, con unas fuerzas del orden que purgaban a todo aquel que fuese percibido como un peligro para el Estado. Cuentan las cr¨®nicas de entonces que los cad¨¢veres de las v¨ªctimas del r¨¦gimen eran arrojados al lago Victoria y los cocodrilos estaban sobrealimentados. El brit¨¢nico era visto con odio por una poblaci¨®n que le acusaba de estar detr¨¢s del terror impuesto.
En 1979, Am¨ªn fue derrocado y Astles huy¨® a Tanzania, donde fue capturado y extraditado a Uganda. Acusado de estar detr¨¢s de numerosas muertes, fue encarcelado durante seis a?os, hasta que fue despojado de la nacionalidad ugandesa y expulsado del pa¨ªs. Ya en Reino Unido, siempre neg¨® que tuviese las manos manchadas de sangre, pero no reneg¨® de su amistad con Idi Am¨ªn. Las cifras del genocidio ugand¨¦s que dan los historiadores est¨¢n en torno a 300.000 muertes, aunque Astles reduc¨ªa ese n¨²mero a solo 7.000, ¡°una cifra nada exagerada en el contexto de las luchas tribales africanas¡±, seg¨²n dijo.
Astles mantuvo el contacto con Am¨ªn hasta la muerte de este en 2003. Fue una de las pocas personas en las que confiaba el tirano, aunque eso no le salv¨® de verse amenazado en ciertas ocasiones. Tras regresar a Reino Unido, Astles llev¨® una tranquila vida en Wimbledon, muy distinta a la que vivi¨® durante tantos a?os en el ?frica poscolonial.
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