Los brotes verdes no dan para la cena
El Gobierno portugu¨¦s vuelve a colocar deuda en los mercados, mientras los colegios tienen que repartir raciones a ni?os de familias hundidas en la crisis
A las cuatro y media del jueves, en una tarde soleada, los ni?os juegan en una plaza de Elvas (Portugal) tras salir del colegio. Sus madres, en grupo, las miran en silencio y parece una escena corriente. Pero no lo es del todo. Porque basta que llegue una furgoneta traqueteando por una calle al fondo para que el juego termine y los ni?os corran, ya sin risas, a hacer cola enfrente de la puerta del colegio de la que han salido hace poco, la Escola Basica da Alc¨¢?ova. All¨ª, los de la furgoneta comienzan a sacar cajas con comida preparada que una empleada del colegio ordena en el vest¨ªbulo en unas bolsas de pl¨¢stico que contienen sopa, un guiso de carne, pan y fruta. Los ni?os entran en el colegio y cada uno coge una de las bolsas despu¨¦s de firmar en una especie de formulario que reposa en una mesa camilla adyacente. Las madres miran en silencio desde afuera.
Desde el 11 de enero, el Ayuntamiento de la ciudad de Elvas (de 10.000 habitantes, situada a 180 kil¨®metros al este de Lisboa, a un paso de la frontera espa?ola) distribuye cenas entre los alumnos de familias m¨¢s desfavorecidas. ¡°Lo hicimos porque muchos profesores se dieron cuenta de que la comida de la escuela era la ¨²nica comida importante que los ni?os hac¨ªan¡±, comenta Sof¨ªa Santana, asistente social de esta localidad, con m¨¢s de 13 a?os de experiencia y que se apresura a explicar que eso de familias desfavorecidas ya no es lo mismo que hace unos a?os: ¡°Antes habl¨¢bamos de emigrantes gitanos provenientes del Este, o de familias desestructuradas. Ahora estamos hablando de gente perfectamente normal a quien la crisis la est¨¢ hundiendo¡±. Entre la poblaci¨®n de Elvas y los pueblos adyacentes, que suman en total 20.000 personas, ya hay cerca de 500 ni?os que se han acogido al programa. Esto es: 500 ni?os que despu¨¦s de salir del colegio esperan a que llegue la furgoneta del reparto de comida.
El pasado 24 de enero, en una exitosa operaci¨®n financiera, Portugal, por primera vez desde que pidi¨® el rescate a Europa y al FMI en abril de 2011, volvi¨® a emitir bonos a largo plazo. Es decir, volvi¨® a financiarse sin la tutela de la troika en una fecha calificada como hist¨®rica por muchos analistas y economistas. Era la primera noticia positiva para el Gobierno conservador de Pedro Passos Coelho desde que se hizo con el poder, en junio de 2011, y m¨¢s de alg¨²n diputado asegur¨® que ya se ve¨ªa la luz al final del t¨²nel. Ya se anuncian futuras emisiones de bonos a largo plazo para pronto. Y los peri¨®dicos, sobre todo los econ¨®micos, ensalzaron la figura del ministro de Finanzas, V¨ªtor Gaspar, el meticuloso dirigente que inici¨® ¡ªy lleva a rajatabla¡ª un meticuloso programa de ajuste y recortes.
Sin embargo, una cosa es la macroeconom¨ªa y otra la econom¨ªa de andar por casa. La primera parece recuperarse; la segunda a¨²n se arrastra. El paro crece sin parar, sobrepasando ya el 16% y el PIB recular¨¢ un 1,5% este a?o despu¨¦s de haberlo hecho un 3% en 2012. Es decir, se avecina un a?o muy duro. Muchos portugueses lo resumieron en la ¨²ltima Nochevieja, cuando felicitaron el a?o nuevo con un elocuente ¡°Feliz 2014¡±. Y los ni?os a la cola de la sopa boba para la cena en la escuela de Elvas son todo un s¨ªntoma.
Y no son los ¨²nicos. En noviembre, el secretario de Estado de Ense?anza, Jo?o Casanova, asegur¨® en la Asamblea Nacional que en el pa¨ªs se contaban 10.000 ni?os a los que era necesario alimentar en la escuela porque en sus casas no hab¨ªa recursos necesarios. En otras palabras: que pasaban hambre.
El alcalde de Relvas, Jos¨¦ Ant¨®nio Rond?o Almeida, que empalma mayor¨ªas absolutas en su ciudad desde hace veinte a?os y que en la ¨²ltima elecci¨®n arras¨® con un 75%, del Partido Socialista portugu¨¦s, asegura que no hace falta que los ciudadanos se dirijan a sus dirigentes para que estos se enteren de lo que pasa. ¡°Un pol¨ªtico debe de saber lo que ocurre en la calle. Y este Gobierno solo ha estado en la universidad. Pero no sabe de las torturas que est¨¢ padeciendo la gente. Siempre hubo pobres. Pero ahora se est¨¢ volviendo a los a?os cuarenta. Nosotros somos un Ayuntamiento saneado, sin deudas. Y lo que tenemos lo invertimos en programas sociales, que son m¨¢s necesarios que nunca¡±.
Maria Alexandra Gomes, de 50 a?os, es una de esas madres que aguardan afuera del colegio a que su hija Matilde, de diez a?os, firme la hoja y reciba su bolsa de comida. Trabaja limpiando calles gracias a un programa municipal. Gana 500 euros. Paga 180 de casa y dentro de dos meses, cuando se le acabe el contrato, no sabe de qu¨¦ vivir¨¢ o de qu¨¦ comer¨¢ su hija. Su casa es peque?a, limpia, cuidada. En la nevera guarda los tuppers de la cena de ayer. ¡°S¨¦ que hay familias que tienen verg¨¹enza de acercarse a la escuela a pedir la comida. Para m¨ª la verg¨¹enza es que mi hija no tenga comida¡±.
Sof¨ªa Feixera tiene 28 a?os y cuatro hijos. Hace 12 meses la despidieron de su trabajo de limpiadora. Es la primera vez en su vida que est¨¢ en el paro. Ingresa 400 euros al mes de subsidio de desempleo y paga m¨¢s de la mitad en casa. Su marido la ha dejado sola. Todos sus hijos recogen la cena de su escuela. La madre confiesa mirando al vac¨ªo que antes de esto hubo veces que supo que pasaban hambre. Su hijo mayor, de diez a?os, ha madurado a una velocidad mete¨®rica y unos d¨ªas atr¨¢s le coment¨®: ¡°C¨®mo ha cambiado todo ?eh, mam¨¢? ?Te acuerdas de cuando yo te ped¨ªa cosas y t¨² nos las comprabas?¡±. No tiene muy claro en qu¨¦ le afecta lo de la macroeconom¨ªa y del regreso a los mercados; ni siquiera tampoco muy bien qui¨¦n es el ministro de Finanzas, V¨ªtor Gaspar.
¡ªEn mi casa, con tanto ni?o, en la tele solo vemos dibujos animados.
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