El ¡®Correazo¡¯
El sistema pol¨ªtico ecuatoriano puede definirse como un caudillismo plebiscitario
La ¨²nica duda consiste en si sale elegido el pr¨®ximo domingo en primera o posteriormente en segunda vuelta, aunque las encuestas se inclinan por una goleada de esc¨¢ndalo. Gan¨® sus primeras elecciones en 2006 a la segunda oportunidad, revalid¨® cargo en 2009, entonces a la primera, y hoy contempla un Ecuador muy diferente de aquel al que lleg¨® prometiendo cambio y cambio es lo que le ha dado.
Hasta que dispuso en 2008 de una constituci¨®n a la medida de los amplios poderes que ambicionaba, Rafael Correa se dedic¨® a arrasar con el Antiguo R¨¦gimen. La democracia representativa, bien que de escasa densidad pol¨ªtica, hab¨ªa sido restablecida en 1979, pero entre 1997 y 2005 tres presidentes no pudieron concluir mandato. Y la reformulaci¨®n, pero no refundaci¨®n del Estado, se ha producido a partir de esa fecha, a correazos, como es el propio presidente, abrupto, intolerante, precipitado, aunque sin duda animado de las mejores intenciones.
El sistema pol¨ªtico ecuatoriano podr¨ªa definirse como un caudillismo social plebiscitario, o democracia delegativa, en la que el voto lo decide todo y conf¨ªa el poder al vencedor. Para ello ha sido preciso, sin embargo, el suicidio de una clase pol¨ªtica que presentar¨¢ el domingo a siete candidatos contra el l¨ªder, que solo ser¨¢n capaces de repartirse en orden disperso las migajas que deje el presidente, en una campa?a sin campa?a, como dice el analista Sim¨®n Pachano. ?Por qu¨¦ Correa tiene a gran parte de la opini¨®n a comerle de la mano?
Lo primero es el petr¨®leo. En los ¨²ltimos seis a?os los ingresos del Estado han casi doblado los de los 10 anteriores. Pero Hugo Ch¨¢vez ha gozado de id¨¦ntica subvenci¨®n de la naturaleza y la econom¨ªa venezolana deambula en precario, mientras que macro y microcifras sonr¨ªen a Ecuador. Lo segundo es c¨®mo se ha desplegado esa bonanza. El presidente pidi¨® el 15 de enero licencia a la c¨¢mara para postularse, excus¨¢ndose supuestamente de la obligaci¨®n de gobernar. Pero ya hab¨ªa gobernado todo lo que precisaba. En enero se aumentaba el llamado Bono de Desarrollo Humano de 35 a 50 d¨®lares mensuales que perciben al menos dos millones de votantes; el de la Vivienda ha pasado de 5.000 a 6.000 d¨®lares para adquirir techo por un costo no superior a 15.000 d¨®lares; y el salario b¨¢sico se ha corrido de 292 a 318, siempre de la divisa norteamericana que es la circulante en el pa¨ªs. Pero tambi¨¦n ha construido 7.000 kms. de carreteras, est¨¢n en proceso ocho centrales hidroel¨¦ctricas, triplicado los presupuestos de Sanidad y Educaci¨®n, pronto habr¨¢ una l¨ªnea de metro en Quito, y se trabaja en un nuevo aeropuerto para la capital.
Aunque inicialmente marcaba palpables diferencias con el chavismo, como cuando tard¨® en sumar Ecuador al ALBA ¡ªAlianza Bolivariana para los Pueblos de Nuestra Am¨¦rica¡ª la m¨ªmesis con el hoy doliente mandatario venezolano ha ido in crescendo. Correa tiene un enlace sabatino de tv para impartir correolog¨ªa, a lo que ha renunciado, coqueto, durante la licencia; interrumpe cuando quiere los programas del pr¨®jimo, casualmente cuando se le critica; ataca a la prensa no adicta, que es lo que queda a guisa de oposici¨®n, y limita o excluye publicidad estatal ¡°para los medios mercantilistas y no beneficiar as¨ª el negocio de seis familias¡±; e igualmente proh¨ªbe a los servidores p¨²blicos que hagan declaraciones al enemigo de papel. Queda solo el d¨®lar como recuerdo de ¡°la oscura noche neoliberal¡±.
El presidente, doctor en Econom¨ªa, formado en B¨¦lgica y Estados Unidos, y no siempre en las mejores relaciones con los pueblos originarios, quiere, sin embargo, transubstanciarse con ellos. Rompe a hablar quechua y llama a los que se le oponen corructos, posiblemente pronunciando mal la palabra para ser m¨¢s pueblo. El acad¨¦mico Carlos de la Torre dice que utiliza ¡°un lenguaje coloquial y modismos de las clases populares guayaquile?as, que le asemejan a la gente com¨²n, pero sin dejar por ello de ser superior a todos¡±.
Una Am¨¦rica Latina, ya mayor de edad pero dividida entre bolivarianos y occidentalizantes, vive una gran pugna. ?Es Am¨¦rica Latina el Nuevo Occidente, pujante y ufano de estad¨ªsticas? El presidente boliviano Evo Morales abomina de Europa y EE UU; el chavismo, con o sin l¨ªder hist¨®rico, flota entre Teher¨¢n y Brasilia; y Rafael Correa, que parec¨ªa adquirido al reformismo occidental, puede que a¨²n no haya dicho su ¨²ltima palabra, pero la tentaci¨®n de suceder al exmilitar de Caracas como l¨ªder de los radicalismos populistas es muy grande. M¨¢s que el propio Ecuador.
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