La herencia envenenada del Papa
Benedicto XVI no ha podido detener la p¨¦rdida de influencia de la Iglesia.- El Pont¨ªfice se va cuando el gobierno vaticano est¨¢ m¨¢s enfrentado que nunca
Benedicto XVI se va como lleg¨®, pronunciando bellos discursos, acogidos con salvas de aplausos. L¨¢stima que los hechos, en su Pontificado, no hayan alcanzado el mismo grado de aprobaci¨®n. El balance de sus casi ocho a?os al frente de la Iglesia es bastante pobre, aunque es dif¨ªcil saber qu¨¦ grado de responsabilidad tienen el Papa en ello. Lo cierto es que Ratzinger no ha detenido un ¨¢pice la p¨¦rdida de influencia moral y social de la instituci¨®n milenaria que dirige, sus intentos de rescatar la vieja liturgia han naufragado y deja la Curia m¨¢s enfrentada que nunca. Muchos aplauden al Papa que se va, con el alivio de ver que con ¨¦l se va su gobierno, y se pone fin, de momento, a la guerra civil que se viene combatiendo desde hace meses dentro de los viejos muros de la Santa Sede. Pero su sucesor se encontrar¨¢ pr¨¢cticamente intactos los problemas pendientes de la Iglesia, que se arrastran al menos desde Pablo VI, y algunos m¨¢s, que constituyen la herencia envenenada de Benedicto XVI.
La Iglesia es una instituci¨®n poderosa, con 1.200 millones de fieles, 5.000 obispos, 412.000 sacerdotes y 721.000 religiosas. Con grandes ONG (como C¨¢ritas) que prestan atenci¨®n a millones de personas necesitadas en todo el mundo. Dirigirla es cada vez m¨¢s dif¨ªcil. Tanto en el plano administrativo como en el espiritual. Joseph Ratzinger, a quien como Papa, elegido el 19 de abril de 2005, correspond¨ªan ambas tareas, ha dejado la primera en manos de un hombre, el cardenal Tarcisio Bertone, de 78 a?os, Secretario de Estado desde 2006, cuando relev¨® a otro gran fact¨®tum de la Curia y enemigo personal suyo, Angelo Sodano. Aunque no sea el ¨²nico culpable, Bertone ha conseguido acumular en apenas siete a?os una ingente cantidad de enemigos. La comunicaci¨®n de Benedicto XVI con los fieles ha estado marcada tambi¨¦n por la distancia que impone su car¨¢cter. Los intentos de presentarle como un papa moderno, con cuenta en Twitter, resultan casi pat¨¦ticos, cuando es sabido que redacta a mano libros, discursos y documentos. En estos ocho a?os se ha mantenido fiel a la doctrina social y moral de la Iglesia defendida por sus antecesores que se resume en unos cuantos puntos b¨¢sicos: condena del aborto y la eutanasia, rechazo de la homosexualidad como una libre opci¨®n sexual, condena de la investigaci¨®n con c¨¦lulas madre, o del uso preventivo del preservativo. Posiciones que chocan de frente con la realidad de un mundo donde los gobiernos aprueban, uno tras otro, leyes favorables al matrimonio gay, y dan inicio a un debate sobre el derecho a una muerte digna. Son detalles que demuestran una p¨¦rdida de influencia de la Iglesia a la que Benedicto XVI no ha sabido o no ha podido hacer frente. El Papa lo achaca al creciente desinter¨¦s por Dios del hombre de la calle, pero ha sido el propio clero el que ha dado la espalda a algunos de sus esfuerzos, como el de recuperar la misa en lat¨ªn, para traer al redil de Roma a los cism¨¢ticos seguidores de Marcel Lefebvre.
Desde el primer d¨ªa de su pontificado, Benedicto XVI ha tenido que lidiar adem¨¢s con un feo asunto, la devastadora crisis de los sacerdotes pederastas, a la que Juan Pablo II no lleg¨® a enfrentarse. Y lo ha hecho con energ¨ªa. Fue Ratzinger quien destituy¨® a Marcial Maciel, l¨ªder de los Legionarios de Cristo, y abusador sexual de j¨®venes seguidores, que con Karol Wojtyla hab¨ªa tenido el acceso franco al Vaticano. Pero el sucesor de Ratzinger tendr¨¢ que abordar varios problemas a?adidos: la pacificaci¨®n de una Curia, donde los enemigos de Bertone han torpedeado cualquier iniciativa papal, y la normalizaci¨®n del funcionamiento de la banca Vaticana (Instituto para las Obras de Religion, Ior), que lleva ocho meses sin presidente desde la tormentosa dimisi¨®n de Ettore Gotti Tedeschi.
Los rumores apuntaban ayer a que el belga Bernard de Corte ser¨¢ el nuevo presidente. La banca vaticana ha sido el origen de buena parte de las tensiones surgidas en la c¨²pula vaticana, que desembocaron en el esc¨¢ndalo Vatileaks, la filtraci¨®n de cartas y documentos internos del Papa a la prensa. Sobre su funcionamiento pesan graves sospechas de irregularidades, y la opacidad sobre la procedencia de sus dep¨®sitos ha sido denunciada mil veces. Pero si el nuevo responsable es elegido por el gobierno saliente, quiz¨¢s los problemas se reanuden bajo el Papa nuevo.
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