El limbo de Guant¨¢namo
El presidente firm¨® una orden ejecutiva en 2009 para cerrar la prisi¨®n
Entre los objetivos marcados por Barack Obama para su segundo mandato en el discurso sobre el estado de la Uni¨®n hubo una ausencia notable: el cierre de Guant¨¢namo. No es una sorpresa, puesto que hace tiempo que ese asunto no aparece entre las prioridades del presidente ni la presi¨®n social en Estados Unidos al respecto es significativa. Pero s¨ª es la confirmaci¨®n de que la Casa Blanca, frustrada por la complejidad del caso, ha tirado la toalla.
La orden del cierre de Guant¨¢namo en el plazo de un a?o fue la primera que firm¨® Obama al llegar al Despacho Oval. Pero en el camino surgieron tantos obst¨¢culos, que no solo transcurri¨® ese a?o sin resultados, sino que pasaron otros tres m¨¢s y, seguramente, los cuatro a?os restantes de esta presidencia, puesto que todo indica que la herencia envenenada que dej¨® George W. Bush quedar¨¢ para el sucesor de Obama. La ¨²ltima prueba de ello es que Daniel Fried, quien estaba al frente de las gestiones para la repatriaci¨®n de los presos, dej¨® la pasada semana su cargo, sin que nadie le haya sustituido.
Formalmente, la Casa Blanca no ha renunciado al prop¨®sito de cerrar Guant¨¢namo. Cada vez que se le pregunta en p¨²blico a un portavoz oficial, la respuesta es la misma: ¡°El presidente sigue comprometido con esa idea¡±. Pero, en privado, se admite que es una causa imposible y se responsabiliza del fracaso al Congreso.
En parte es as¨ª. Los republicanos se han opuesto desde el primer d¨ªa a esa medida y han obstaculizado la b¨²squeda de cualquier soluci¨®n. Los dem¨®cratas, por su parte, tampoco han ayudado mucho. Ning¨²n dem¨®crata, por ejemplo, se ha ofrecido a defender la instalaci¨®n en su estado de una c¨¢rcel a la que trasladar los presos de Guant¨¢namo.
Daniel Fried, al frente de las gestiones para la repatriaci¨®n de los presos, dej¨® la pasada semana su cargo, sin que nadie le haya sustituido
Obama, por su parte, es responsable de no haber dedicado a ese fin las energ¨ªas necesarias, que hubieran sido muchas. Un presidente cuenta con un determinado capital pol¨ªtico que gastar. Este presidente, en cuanto comprob¨® que el cierre de Guant¨¢namo exig¨ªa much¨ªsimo m¨¢s que firmar una orden, prefiri¨® dedicar ese capital, primero, a la reforma sanitaria o a la soluci¨®n de la crisis econ¨®mica, y ahora, a la reforma migratoria o al control de las armas de fuego.
Aunque, de repente, Guant¨¢namo fuera su prioridad, quiz¨¢ las cosas no cambiar¨ªan mucho. En la famosa prisi¨®n situada en la base norteamericana en Cuba hay actualmente 166 presos. De ellos, 56 son de Yemen, de los cuales 26 est¨¢n ya autorizados a ser puestos en libertad. Pero su pa¨ªs no los acepta y ning¨²n otro ha accedido a acogerlos. Las expatriaciones est¨¢n paralizadas, adem¨¢s, porque el Congreso exige, para aprobarlas, que la Administraci¨®n garantice que no ser¨¢n un peligro posterior, algo pr¨¢cticamente imposible.
Para los 46 presos calificados como ¡°muy peligrosos¡±, el Gobierno busca un estatus que permita que sean juzgados. Pero cuando se intent¨® hacer el juicio de algunos en Nueva York, se opuso el alcalde de la ciudad. Aunque se consiguiera procesarlos, no hay c¨¢rceles a las que enviarlos puesto que todos los estados se niegan a recibirlos.
Guant¨¢namo ha quedado en un limbo legal y pol¨ªtico del que a nadie se le ocurre como salir.
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