?Cuantos sab¨ªan ya hace un a?o que el Papa iba a renunciar?
Cada vez que se acerca el final de un papado, la Curia se pone a preparar la sucesi¨®n
![Juan Arias](https://imagenes.elpais.com/resizer/v2/https%3A%2F%2Fs3.amazonaws.com%2Farc-authors%2Fprisa%2F5a86bcd5-e5fc-49ab-b292-f3043b0fbfd4.png?auth=2d48be4f56908c68f3c88d7da3c4bd83b9078e68267346b6bac73e371847252d&width=100&height=100&smart=true)
![El Papa, con varios obispos y cardenales de Lombard¨ªa, este s¨¢bado.](https://imagenes.elpais.com/resizer/v2/ABIGYCOTGKCMZKZJA4ZLPXCULA.jpg?auth=925341d1015be65312a5bb25bcbce51251b789232fda40ea18841a45e723b97d&width=414)
Existe a¨²n un misterio por desvelar en la renuncia del papa Benedicto XVI, que podr¨ªa explicar el desencadenarse de las intrigas y traiciones contra su misma intimidad que acab¨® con su mayordomo, Paolo Gabriele, en la c¨¢rcel.
Cada d¨ªa, en efecto, aparecen nuevas revelaciones de que varias personas dentro de la Iglesia supieron con antelaci¨®n que el Papa iba a dimitir. Algunos incluso le dieron un a?o de vida como pont¨ªfice. Si esto llegara a comprobarse explicar¨ªa mejor que nada todo el terremoto que ha sacudido al Vaticano durante los ¨²ltimos meses.
Para entenderlo hay que recordar que todos los fines de pontificado han estado marcados por las luchas intestinas de poder dentro de la Iglesia para preparar la sucesi¨®n.
¡°Se llega a obispo con el sue?o secreto de ser cardenal y cuando te colocan encima la p¨²rpura cardenalicia ya te empiezas a ver vestido con el blanco del papa¡±, me confes¨® un d¨ªa monse?or Loris Capovilla, que fue secretario personal de Juan XXIII.
Fue ¨¦l qui¨¦n me cont¨® la soledad y el abandono en que los miembros de la Curia dejaron al llamado papa bueno, cuando supieron que adolec¨ªa de un c¨¢ncer incurable en estado terminal. Porque, adem¨¢s, su muerte en pleno Concilio Vaticano II, convocado por ¨¦l en clave aperturista, daba la posibilidad a los contrarios al Concilio de poder elegir a un papa que le diera carpetazo. No lo consiguieron, pero lo intentaron.
Fue igual con P¨ªo XII, cuya muerte fue ensombrecida por una soledad aplastante, prisionero en manos de sor Pascualina, que lo dominaba todo y hab¨ªa llenado su cuarto, ya casi agonizante, de jaulas con canarios que disputaban sus trinos con la m¨²sica cl¨¢sica. Se duda incluso que llegara a recibir los ¨²ltimos sacramentos porque le ocultaron hasta el final que se iba a morir. Al final, su m¨¦dico personal acab¨® vendiendo fotos suyas en momentos de dolorosa intimidad que ning¨²n familiar hubiese querido ver.
Y ocurri¨® lo mismo con Pablo VI, cuyo final de pontificado fue tr¨¢gico, porque fueron varios a?os de inmovilidad de la Curia. ?l estuvo encerrado en s¨ª mismo, hasta el punto de que lleg¨® a tener visiones y, despu¨¦s de haber sido un papa abierto y un intelectual moderno, lleg¨® a desempolvar al demonio y al infierno.
Con su sucesor Juan Pablo I fue al rev¨¦s: los disgustos que le dieron el primer mes de pontificado, dej¨¢ndolo aislado en una Curia que nunca hab¨ªa pisado, acabaron con su vida y muri¨® a los 33 d¨ªas, bien de un infarto, bien de algo m¨¢s qu¨ªmico.
Juan Pablo II supo defenderse hasta el final con la fuerza de su carisma y su gran capacidad de comunicar con el mundo. Hizo hasta lo imposible para vivir sus ¨²ltimos d¨ªas fuera del Vaticano, arrastrando sus ya pocas fuerzas por el planeta. ¡°No quiero morir en el Vaticano, me gustar¨ªa morir en un viaje¡± le confi¨® un d¨ªa a su secretario. Acab¨® muriendo en Roma, pero trat¨® de evitarlo hasta el final, porque sab¨ªa por experiencia lo que significa la soledad de un papa ya en despedida.
Lo sab¨ªa tambi¨¦n el papa Ratzinger y ha sido ¨¦l quien ha llevado a cabo lo que se le atribuy¨® a Celestino V, el primer papa que hace siete siglos lo dej¨®: ¡°Il grande rifiuto¡±. Dijo el Papa: ¡°me voy¡±. Y se est¨¢ yendo.
Una ma?ana, en Madrid, casi reci¨¦n llegado de Roma, en donde yo hab¨ªa sido 14 a?os corresponsal de este diario, un importante banquero, que adem¨¢s conoc¨ªa muy bien las finazas vaticanas, me convid¨® a desayunar y me cont¨® algunas confidencias que hab¨ªa recogido en sus visitas a la Curia Romana que quiso intercambiar con las m¨ªas.
Me cont¨® que cuando en Roma se prev¨¦ que un papa ya ha dado todo de s¨ª y que dif¨ªcilmente podr¨¢ quedarle mucho de pontificado, ¡°ya nadie piensa en ¨¦l¡±. Se empieza a mover la m¨¢quina de las apuestas para su sucesi¨®n, se crean los grupos de presi¨®n y hasta se empuja al papa a hacer un nuevo consistorio para nombrar sus ¨²ltimos cardenales. Y en esa decisi¨®n entran todas las presiones de los curiales para ¡°colocar a los suyos¡±, un ¡°pu?ado de votos m¨¢s¡±.
Podemos, pues, imaginar, lo que habr¨¢n sido estos meses para el papa Ratzinger si es cierto que varias personas ya sab¨ªan hace un a?o que hab¨ªa decidido abandonar el poder. El arzobispo de Palermo, Paulo Gabriele, lleg¨® a decirles a unos empresarios en un viaje a China que el reinado de Benedicto XVI terminar¨ªa al cabo de un a?o. Fue el d¨ªa 11 de febrero de 2012.
Justo en ese d¨ªa, fiesta de la Virgen de Lourdes, un a?o exacto despu¨¦s, Ratzinger hizo su anuncio hist¨®rico. Sus enemigos han tenido doce meses exactos para urdir sus tramas e ir preparando al sucesor. Empezaron enseguida a apoyar a un candidato grato para al papa, pero que tambi¨¦n a ellos les gusta: el arzobispo cardenal de Mil¨¢n, Angelo Scola, del que cuentan que lleva justamente un a?o preparando su candidatura. Es otro Ratzinger, pero campechano: amigo de la ¡°buona vita¡±, pero profundamente conservador.
El c¨®nclave, sin embargo, es como esas cajas de sorpresas que pueden acabar asombrando con sus magias. Los dos ¨²ltimos fueron sorpresa absoluta: la elecci¨®n del papa polaco Wojtyla primero, despu¨¦s de 500 a?os de papas italianos y la del alem¨¢n Ratzinger, a quien un sondeo habr¨ªa colocado en el ¨²ltimo lugar de los posibles papables, despu¨¦s.
?Habr¨¢ sorpresa esta vez? ¡°Todo es posible en los designios de Dios¡± dec¨ªa hace d¨ªas aqu¨ª en Brasil un obispo de la periferia. Y para que no faltara el humor, el sat¨ªrico Agamen¨®n anunci¨® que en este c¨®nclave les estar¨ªa prohibido a sus cocineros ofrecer en su men¨² ¡°carne de paloma¡±.
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