Berlusconi, un adversario imprevisible
Pese a todos los esc¨¢ndalos que le rodean, el resultado de Il Cavaliere se explica por su capacidad para aglutinar el voto de derecha y sus promesas populistas imposibles
Una gran parte de la fuerza de Silvio Berlusconi nace de la capacidad que muestran sus adversarios para minusvalorarle. ¡°Berlusconi suele funcionar mejor cuando se halla en apuros, pues se niega a aceptar una derrota¡±, escribe Alexander Stille en su excelente libro sobre Il Cavaliere El saqueo de Roma (Papel de liar). Es dif¨ªcil imaginar a un dirigente m¨¢s acabado, con m¨¢s frentes abiertos, rechazado hasta por sus socios pol¨ªticos europeos y con procesos judiciales que nunca acaban de cerrarse, que van desde la corrupci¨®n hasta la prostituci¨®n de menores. Sin embargo, tras una campa?a basada en promesas imposibles de cumplir y en decirle a cada uno lo que quer¨ªa o¨ªr, principalmente lo que ¨¦l mismo quer¨ªa escuchar, sobre todo en lo referente a evitar pagar impuestos, Berlusconi se ha quedado a solo 130.000 votos y el 0,36% del centroizquierda. Es evidente que sus mensajes contra Alemania, contra la austeridad y, sobre todo, contra las subidas de impuestos de Mario Monti, que prometi¨® anular, han tenido una buena acogida. Pero no son suficientes para explicar que se haya quedado a las puertas de ganar de nuevo.
En su libro The pursuit of Italy, el historiador brit¨¢nico David Gilmour divide en dos categor¨ªas a los pol¨ªticos que dominaron el pa¨ªs despu¨¦s de la II Guerra Mundial, modelos que toma de los frescos renacentistas de Lorenzetti en el Ayuntamiento de Siena sobre el mal y el buen gobierno. En representaci¨®n del bueno estar¨ªa Alcide de Gasperi, que logr¨® devolver la respetabilidad a Italia tras el fascismo e iniciar el camino hacia el despegue econ¨®mico, y en la del malo estar¨ªa Giulio Andreotti, especialista en moverse en las sentinas del Estado. Es el s¨ªmbolo m¨¢ximo de la generaci¨®n de pol¨ªticos que ha llevado a uno de cada cuatro electores a pegar un corte de mangas al sistema en forma de voto a Beppe Grillo. No hace falta decir en qu¨¦ categor¨ªa incluye a Berlusconi, una figura que ha dominado la vida pol¨ªtica italiana desde que emergi¨® en los a?os noventa, curiosamente despu¨¦s de que todas las estructuras de poder se hundiesen en medio de la corrupci¨®n durante el proceso llamado Manos Limpias.
Stille y Gilmour, dos agudos analistas de la vida pol¨ªtica italiana, encuentran muchas explicaciones al ¨¦xito de Berlusconi, la primera de ellas la m¨¢s obvia: su capacidad como charlat¨¢n y su control sobre la televisi¨®n. Tambi¨¦n, como destaca Gilmour, ha sido capaz de hacerse con el voto de derechas italiano, elecci¨®n tras elecci¨®n, sin ninguna alternativa. ¡°Los italianos son conservadores que pretenden ser progresistas¡±, se?ala este ensayista.
Otro experto anglosaj¨®n en la pen¨ªnsula, Tim Parks, escrib¨ªa el fin de semana en The New York Times sobre los italianos: ¡°Se requiere cierto talento para vivir en una feliz negaci¨®n, para estar resbal¨¢ndose al borde del precipicio sin perder ni un ¨¢pice de tranquilidad. De todas las virtudes que se les atribuyen a los italianos, ¨¦sta es tal vez la mayor¡±. Berlusconi representa el s¨ªmbolo m¨¢ximo de esa negaci¨®n de la realidad, es como ir a votar en 1994, cuando no exist¨ªa crisis, ni hab¨ªa que subir los impuestos, ni introducir reformas para relanzar una econom¨ªa petrificada. Como dijo el propio Berlusconi en una de las muchas conversaciones que le intercept¨® la fiscal¨ªa a lo largo de su carrera: ¡°Pol¨ªticamente estoy en tierra de nadie, pero socialmente me confunden con el Papa¡±.
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