Francisco y la Iglesia de los pobres

La elecci¨®n del cardenal Bergoglio como Papa, su procedencia argentina y el nombre elegido, Francisco, constituyen tres claves importantes que nos permiten ofrecer unas primeras reflexiones sobre las expectativas que puede generar no solo en el seno del catolicismo, sino en el mundo. Con esta elecci¨®n, Am¨¦rica Latina, el continente con cerca de 500 millones de cat¨®licos, adquiere el protagonismo que le corresponde en la Iglesia y logra la merecida y justificada visibilidad. Por primera vez en la historia del cristianismo el Tercer Mundo adquiere la justificada visibilidad, se coloca en el centro de la escena eclesial y se hace presente en el Vaticano, que en ¨¦pocas anteriores apenas le prest¨® atenci¨®n y en algunas ocasiones se mostr¨® beligerante con ¨¦l. Am¨¦rica Latina es la cuna de la teolog¨ªa de la liberaci¨®n, de las comunidades eclesiales de base, una de las manifestaciones m¨¢s vivas del cristianismo de todos los tiempos, de las Conferencias Episcopales de Medell¨ªn y Puebla, donde toda la Iglesia latinoamericana pas¨® del cristianismo, primero conquistador, despu¨¦s colonial y luego desarrollista, al cristianismo liberador que hizo de la opci¨®n por los pobres el imperativo ¨¦tico y recuper¨® la fuerza prof¨¦tica de Jes¨²s de Nazaret y de los misioneros que, como Bartolom¨¦ de Las Casas, Antonio Montesinos, Antonio Valdivieso y otros, defendieron la dignidad y los derechos de los ind¨ªgenas y el di¨¢logo intercultural e interreligioso.

En Am¨¦rica Latina se hizo realidad de manera ejemplar la Iglesia de los pobres, siguiendo la orientaci¨®n de Juan XXIII: ¡°La Iglesia de Cristo es la Iglesia de todos, pero en los pa¨ªses subdesarrollados es la Iglesia de los pobres¡±. El nuevo Papa es buen conocedor de dicha Iglesia y, a trav¨¦s de sus responsabilidades pastorales, ha participado en su desarrollo. Esto permite albergar la esperanza de que desde el Vaticano aliente el compromiso por la liberaci¨®n de las personas, de los grupos humanos, de los pueblos latinoamericanos y de los pa¨ªses del Tercer Mundo sometidos a la explotaci¨®n del Primer Mundo.

El continente, con cerca de 500 millones de cat¨®licos, adquiere el protagonismo que le corresponde en la Iglesia

El nombre elegido, Francisco, el primero que utiliza un Papa, muestra su intenci¨®n de seguir el esp¨ªritu de Francisco de As¨ªs renunciando a todo tipo de ostentaci¨®n y caminando por la senda de la pobreza y, as¨ª, hacer m¨¢s cre¨ªble el mensaje de las Bienaventuranzas, que constituye la mejor herencia de Jes¨²s de Nazaret y es la carta magna del cristianismo, con frecuencia olvidada y apenas puesta en pr¨¢ctica. Para llevar a cabo tales y prop¨®sitos, el nuevo Papa no puede apoyarse en los movimientos neoconservadores, que miran al pasado y reproducen un cristianismo preconciliar, como han hecho los papas anteriores, sino que ha contar con las fuerzas eclesiales vivas que miran al futuro y trabajan por ¡°otra Iglesia posible¡± en el horizonte de los movimientos sociales comprometidos en la construcci¨®n de ¡°Otro mundo posible¡±. Ello requiere un cambio estructural, que ya dise?ara el te¨®logo Karl Rahner en el libro Cambio estructural en la Iglesia publicado hace 40 a?os y que conserva hoy la misma actualidad, o mayor si cabe, que cuando fue escrito.

Juan Jos¨¦ Tamayo es director de la C¨¢tedra de teolog¨ªa y ciencias de las Religiones, de la Universidad Carlos III