¡°Si no me caso con vos, me hago cura¡±
El nuevo Papa, amante de los tangos y de Borges, tiene una densa biograf¨ªa La sombra del silencio ante la dictadura argentina se cierne sobre su figura
El arzobispo de Buenos Aires, Jorge Mario Bergoglio, lleg¨® a Roma viajando en clase econ¨®mica, con los zapatos que le regal¨® la viuda de un sindicalista, con su nula afici¨®n por los viajes, desde el fin del mundo, como dijo ¨¦l. Pero, una vez convertido en el papa Francisco, poco tendr¨¢n que ense?arle en el Vaticano sobre intrigas palaciegas y luchas de poder.
¡°Bergoglio conoce el poder, le gusta y lo ejerce. No va a permitir que le marquen el papado¡±, comenta un periodista argentino que sol¨ªa charlar a menudo con ¨¦l. Su despacho en la curia era un desfile constante de l¨ªderes pol¨ªticos, sindicales y vecinales. Quienes lo conocen destacan su perfil de estratega met¨®dico y calculador. Tambi¨¦n su eficacia como administrador de la arquidi¨®cesis de Buenos Aires, cosa a tener en cuenta si se trata de afrontar las tormentosas finanzas del Vaticano y su Instituto para las Obras de la Religi¨®n (IOR). Algunos analistas argentinos dicen que es peronista y otros lo niegan. Lo cierto es que ha conocido de primera mano las soterradas luchas de poder dentro de un movimiento complejo como es el peronismo. Y que sab¨ªa muy bien cu¨¢ndo era necesario dar un paso al frente y mostrarse ante los medios.
El d¨ªa en que Benedicto XVI anunci¨® su renuncia los especialistas situaban entre los claros favoritos al cardenal argentino Leandro Sandri, con quien manten¨ªa una relaci¨®n fr¨ªa y distante. El portavoz del arzobispado no dud¨® en proclamar que el propio Bergoglio era tan papable como el que m¨¢s. En aquel momento hab¨ªa que mostrarse al mundo y se mostr¨®. El resto de la partida se jugaba en Roma.
La catedral de Buenos Aires, donde oficiaba misa el cardenal Bergoglio, se encuentra en mitad de la Plaza de Mayo. Hasta un anciano de 76 a?os con una parte de uno de sus pulmones extirpada a los 21 a?os podr¨ªa recorrer en menos de cinco minutos el trayecto que le separa de la casa presidencial. Sin embargo, Bergoglio nunca fue invitado a la Casa Rosada. El alcalde conservador de Buenos Aires, Mauricio Macri, por el contrario, sol¨ªa verle a menudo. "Bergoglio es ante todo muy pragm¨¢tico. Si conversa m¨¢s con la oposici¨®n es porque los Kirchner le cerraron la puerta. Pero en realidad, Bergoglio se sent¨ªa muy decepcionado con la oposici¨®n por su ineptitud para crear un sistema de equilibrio democr¨¢tico", indica el citado periodista.
Tras su elecci¨®n se record¨® que de ni?o tuvo una novia a la que le prometi¨® que le iba a comprar una casa y vivir¨ªan juntos. ¡°Y si no me caso con vos, me hago cura¡±, le escribi¨®. Se conoci¨® tambi¨¦n que hubo un tiempo en que le gustaba bailar tangos, que escuchaba m¨²sica cl¨¢sica y le¨ªa a Dostoyevski. Que ejerci¨® como profesor de literatura y de psicolog¨ªa y se permiti¨® el lujo de llevar a clase a Jorge Luis Borges. Que era el gran adalid de la lucha contra la pobreza en las villas, los barrios m¨¢s m¨ªseros de Argentina. Que era socio desde hace cinco a?os del equipo de f¨²tbol San Lorenzo de Almagro. Que se levantaba alrededor de las cuatro de la ma?ana y dedicaba tres horas a meditar. A las siete comenzaba a recibir gente y a las doce y media le serv¨ªan un almuerzo r¨¢pido.
Bergoglio sol¨ªa comer y cenar a solas en la curia, sin sentir verg¨¹enza por ello, como un personaje de Gabriel Garc¨ªa M¨¢rquez. Trabajaba con una m¨¢quina de escribir el¨¦ctrica y no con ordenador. Casi nunca se iba de vacaciones a ning¨²n lado y solo viajaba cuando era estrictamente necesario acudir a Roma.
Se supo tambi¨¦n que tem¨ªa que su tel¨¦fono estuviese intervenido por el Gobierno. Y volvi¨® a cernirse sobre ¨¦l la sombra de su posible colaboraci¨®n con la dictadura militar que mat¨® a miles de personas entre 1976 y 1983. El director del diario P¨¢gina 12, Horacio Verbitsky, public¨® varias investigaciones en los ¨²ltimos a?os en las que vinculaba a Bergoglio con la desaparici¨®n en 1976 de dos curas jesuitas: Orlando Yorio, ya fallecido, y Francisco Jalics, residente en Alemania.
Verbitsky public¨® ayer el correo electr¨®nico que le envi¨® Graciela Yorio, hermana de Orlando, nada m¨¢s enterarse del nombramiento: ¡°No lo puedo creer. Estoy tan angustiada y con tanta bronca que no s¨¦ qu¨¦ hacer. Logr¨® lo que quer¨ªa. Estoy viendo a Orlando en el comedor de casa, ya hace unos a?os, diciendo ¡®?l quiere ser papa¡¯. Es la persona indicada para tapar la podredumbre. Es el experto en tapar. Mi tel¨¦fono no para de sonar, Fito me habl¨® llorando¡±. Fito es Adolfo Yorio, hermano del jesuita desaparecido.
¡°Mi hermano Orlando y Francisco Jalics trabajaban en la villa del Bajo Flores [barrio porte?o donde naci¨® el papa Francisco]. Me llama tanto la atenci¨®n que a este Papa le llamen ahora el papa de los pobres, cuando en su d¨ªa les pidi¨® a mi hermano y a Jalics que dejaran el trabajo de las villas. Ellos se adher¨ªan a la Teolog¨ªa de la Liberaci¨®n. Y ¨¦l era el provincial de los jesuitas, los dej¨® sin protecci¨®n¡±, explic¨® Graciela Yorio ayer a este peri¨®dico.
¡°Bergoglio public¨® un libro, El Jesuita, donde dice que hizo gestiones ante los dictadores Alfredo Massera y Jorge Rafael Videla para que los liberaran. Yo me pregunto¡ Si fue as¨ª, ?c¨®mo es que a los familiares nunca nos habl¨® de estas gestiones? Nos minti¨® a nosotros y tambi¨¦n minti¨® al tribunal cuando fue citado como testigo por todo esto en 2010¡±, se?al¨® Yorio, psicoterapeuta de 67 a?os.
¡°Fuimos por lo menos tres veces al colegio M¨¢ximo, en San Miguel, en la provincia de Buenos Aires a verlo. Mi hermano ya estaba secuestrado y recurr¨ª a ¨¦l para ver si hab¨ªa averiguado algo, si estaba vivo o muerto. Y nunca nos dio informaci¨®n. Y a la vez ¨¦l fue dos veces a la casa de mi madre. Pero siempre tuvo el doble juego; preocuparse y por detr¨¢s hacer todas las maniobras necesarias para que lo secuestraran. Cuando mi hermano fue liberado en 1976, despu¨¦s de cinco meses encapuchado, engrillado y a oscuras, lo ¨²nico que hizo fue pagarle su pasaje a Roma. Es incre¨ªble que este se?or sea papa, aunque a lo mejor es el indicado, el que mejor representa el estado de la Iglesia actual¡±, indic¨® Graciela Yorio.
Mientras el joven Bergoglio estudiaba en el instituto lleg¨® a trabajar en un laboratorio qu¨ªmico a las ¨®rdenes de Esther Ballestrino de Careaga, quien despu¨¦s ser¨ªa secuestrada por el Gobierno militar en 1977. "?l dice que ella lo form¨® en la pol¨ªtica y en el conocimiento de la historia, porque mi mam¨¢ era muy culta y activa", comentaba ayer a este peri¨®dico Mabel Careaga, una de las hijas de Ballestrino. "En 2005 aparecieron los restos de mi mam¨¢. Quisimos enterrarlos en solar de la iglesia de Santa Cruz, porque era el ¨²ltimo territorio libre que ellas hab¨ªan pisado, el lugar donde la secuestraron. Le pedimos permiso a Bergoglio y ¨¦l autoriz¨® el entierro".
Respecto a la supuesta colaboraci¨®n de Bergoglio con la dictadura en el secuestro de los dos jesuitas, Mabel Careaga cree que todo el mundo es inocente mientras no se demuestre lo contrario. "Pero, cuando hay acusaciones tan graves, habr¨ªa que tenerlas en cuenta".
La reacci¨®n de Gobierno ante el nombramiento fue muy fr¨ªa. La presidenta, Cristina Fern¨¢ndez, tard¨® una hora en felicitar al Papa con una carta de rigurosa formalidad protocolaria. En las redes sociales, la acogida del sector oficialista no fue m¨¢s c¨¢lida que esa carta.
En el mismo art¨ªculo donde publicaba el mensaje de la hermana del jesuita desaparecido, el director de P¨¢gina 12 escribi¨® sobre el Pont¨ªfice: "Su biograf¨ªa es la de un populista conservador, como lo fueron P¨ªo XII y Juan Pablo II: inflexibles en cuestiones doctrinarias pero con una apertura hacia el mundo, y sobre todo, hacia las masas despose¨ªdas. Cuando rece su primera misa en una calle del Trastevere o en la stazione Termini de Roma y hable de las personas explotadas y prostituidas por los poderosos insensibles que cierran su coraz¨®n a Cristo; cuando los periodistas amigos cuenten que viaj¨® en subte o colectivo; cuando los fieles escuchen sus homil¨ªas recitadas con los ademanes de un actor y en las que las par¨¢bolas b¨ªblicas coexisten con el habla llana del pueblo, habr¨¢ quienes deliren por la anhelada renovaci¨®n eclesi¨¢stica. En los tres lustros que lleva al frente de la arquidi¨®cesis porte?a hizo eso y mucho m¨¢s. Pero al mismo tiempo intent¨® unificar la oposici¨®n contra el primer Gobierno que en muchos a?os adopt¨® una pol¨ªtica favorable a esos sectores, y lo acus¨® de crispado y confrontativo porque para hacerlo debi¨® lidiar con aquellos poderosos fustigados en el discurso".
Sin embargo, el Papa cont¨® con la ayuda de una de las voces m¨¢s respetadas en Argentina en materia de derechos humanos, la del activista Adolfo P¨¦rez Esquivel, Nobel de la Paz en 1980. Esquivel declar¨® a BBC Mundo que "no hay ning¨²n v¨ªnculo" que relacione a Bergoglio con la dictadura. "Hubo obispos que fueron c¨®mplices de la dictadura, pero Bergoglio no", sentenci¨®.
Tambi¨¦n sali¨® en su defensa, la abogada Alicia Oliveira, quien era jueza en 1973 y al llegar la dictadura fue despedida y perseguida. "Nos ve¨ªamos dos veces por semana. ?l acompa?aba a los curas de la villa; estaba informada permanente por ¨¦l de lo que suced¨ªa all¨ª. Me consta el compromiso de Jorge. Cuando alguien se ten¨ªa que ir del pa¨ªs, porque no pod¨ªa permanecer un minuto m¨¢s aqu¨ª, se lo desped¨ªa con una comida. Y ¨¦l, siempre estaba", declar¨® Oliveira en Clar¨ªn.
Ni los halagos y las invitaciones constantes lo alejaron nunca de sus cenas solitarias. Tampoco los enfrentamientos con el Gobierno parec¨ªan afectarle demasiado. A unas y a otros parec¨ªa responder con un saludable distanciamiento.
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