Bergoglio fue elegido en el c¨®nclave por m¨¢s votos que Ratzinger en 2005
El impulso de los purpurados estadounidenses fue esencial para el cardenal argentino
Cordialidad, espontaneidad, simpat¨ªa, y mucha televisi¨®n. Esta parece ser la receta del ¨¦xito del papa Francisco, que se ha metido al mundo en el bolsillo en apenas tres d¨ªas. Las c¨¢maras le siguieron el viernes mientras visitaba el apartamento de Benedicto XVI, reci¨¦n desprecintado, con un aplomo absoluto. Razones tiene para tanta seguridad si es cierta la reconstrucci¨®n del c¨®nclave que han hecho los medios italianos. Su elecci¨®n, auspiciada por el bloque estadounidense, se produjo con una mayor¨ªa que un diario sit¨²a por encima de los 90 votos. M¨¢s amplia que la obtenida por Joseph Ratzinger en 2005.
Dos d¨ªas y cinco escrutinios. As¨ª se resume el c¨®nclave que concluy¨® el mi¨¦rcoles con la elecci¨®n del 266? pont¨ªfice de la Iglesia cat¨®lica. Un c¨®nclave r¨¢pido, que se gest¨®, sin embargo, fuera de la Capilla Sixtina, con un resultado sorprendente, fruto de los juegos de poder en lo m¨¢s alto de la c¨²pula vaticana.
Existen razones m¨¢s que suficientes para dudar de la veracidad de las versiones de la prensa italiana. Ninguno de los papables citados una y otra vez por sus expertos, y repetidos por el resto de los medios ha tenido mucho que hacer en este c¨®nclave. Pero esta vez les avalan las declaraciones de muchos cardenales que estuvieron en la Capilla Sixtina, y han contado el r¨¢pido y abrumador apoyo recibido por el argentino Jorge Bergoglio. El arzobispo de Mil¨¢n, Angelo Scola, el favorito n¨²mero uno de los italianos, habr¨ªa visto bloqueado su ascenso al trono papal por los curiales (38 cardenales) y hasta por sus propios paisanos de Lombard¨ªa.
Una especie de venganza, quiz¨¢s, por el rechazo manifestado a Odilo Scherer, arzobispo de S?o Paulo, y candidato predilecto de un sector de la burocracia cardenalicia, y en particular, del c¨ªrculo del ex secretario de Estado vaticano, Tarcisio Bertone. Lo que nadie explica con claridad es c¨®mo se produjo el ascenso fulminante de Bergoglio.
Los medios aseguran que ya desde la primera votaci¨®n, el martes 12, el arzobispo de Buenos Aires recibi¨® un buen n¨²mero de votos. Bergoglio, que hab¨ªa pasado totalmente desapercibido, tuvo al parecer una intervenci¨®n en una de las sesiones de las congregaciones generales que caus¨® impacto. Se refiri¨®, el arzobispo de Buenos Aires, a la necesidad de ¡°purificaci¨®n¡± de la Iglesia, dejando a un lado ¡°la vanidad del poder¡±. A partir de ah¨ª, muchos cardenales no europeos se habr¨ªan fijado en ¨¦l, hasta el punto de otorgarle su voto. Scola, por su parte, no obtuvo tantos sufragios como se supon¨ªa, mientras Scherer se hund¨ªa estrepitosamente.
En la siguiente votaci¨®n, el apoyo a Bergoglio no dej¨® de aumentar, mientras Scola, se manten¨ªa con una cuota media-baja. A partir de un momento y gracias a la mediaci¨®n del cardenal de Washington Donald Wuerl, el bloque estadounidense, m¨¢s el heterog¨¦neo grupo de los no europeos, se habr¨ªa volcado en Bergoglio. En v¨ªsperas de la quinta votaci¨®n, Scola, todav¨ªa due?o de un pu?ado consistente de votos (unos 50), se habr¨ªa retirado amistosamente para evitar alargar el c¨®nclave.
El relato no var¨ªa mucho de uno a otro medio. De acuerdo con Il Corriere della Sera, el papel de art¨ªfice le habr¨ªa correspondido a un cardenal no elector, Raffaele Martino, que fue durante 15 a?os representante del Vaticano en la ONU. Aunque no aporta ning¨²n detalle sobre dicha mediaci¨®n. Y los votos de Bergoglio se los habr¨ªa proporcionado una alianza entre dos facciones enfrentadas, la del cardenal decano, Angelo Sodano, y su lugarteniente, Giovanni Battista Re (este dentro de la Sixtina), y la del actual camarlengo, Tarcisio Bertone, ambos due?os de numerosos apoyos dentro y fuera de la curia.
Ning¨²n cardenal ha confirmado estas hip¨®tesis con su nombre y apellido, pero muchos han declarado que hubo un acuerdo casi inmediato. Timothy Dolan, arzobispo de Nueva York, fue el primero en hablar, el mi¨¦rcoles por la noche, de la alegr¨ªa general, y la salva de aplausos con que los 114 electores saludaron el momento en que Bergoglio super¨® los 77 votos (los dos tercios requeridos). ¡°Luego llegaron muchos votos m¨¢s¡±, dijo. Un dato corroborado despu¨¦s por el cardenal irland¨¦s Sean Brady, que se confes¨®, ¡°sorprendido de que se llegara a un consenso tan r¨¢pido¡±.
No deja de resultar curioso, sin embargo, que el Papa elegido sea precisamente el hombre que desafi¨® la hegemon¨ªa de Joseph Ratzinger en el c¨®nclave de 2005. Como si la Iglesia hubiera decidido enmendar aquella elecci¨®n, explorando la otra alternativa. El hecho de que este c¨®nclave sea consecuencia de la renuncia de Benedicto XVI hace m¨¢s intrigante a¨²n su conclusi¨®n. Aunque el nuevo Papa y el em¨¦rito son opuestos en muchos aspectos, Bergoglio no ha dejado de mencionar a su antecesor en todas sus intervenciones. Desde que apareci¨® por primera vez en el balc¨®n de la bas¨ªlica de San Pedro, hasta en su audiencia del viernes a los cardenales, ha hecho siempre referencias afectuosas a Benedicto XVI.
Mientras abrazaba el viernes, uno a uno, a los cardenales, el secretario de Benedicto XVI, actual jefe de la Casa Pontificia, Georg G?swein, se manten¨ªa unos pasos por detr¨¢s del Pont¨ªfice, sonriente. Y recibi¨® casi tantos saludos de los cardenales como Bergoglio.
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