¡°El Ej¨¦rcito esperaba que nos fu¨¦ramos al campo para violar y matar a las mujeres¡±
"Los soldados prend¨ªan fuego a las casas para quemarnos vivos", cuenta un testigo El expresidente Efra¨ªn R¨ªos Montt escucha imp¨¢vido el relato de supervivientes del genocidio
En el tercer d¨ªa del juicio por genocidio contra el expresidente Efra¨ªn R¨ªos Montt, los supervivientes de las masacres perpetradas por el Ej¨¦rcito contra poblaci¨®n civil desarmada continuaron narrando este jueves el horror vivido durante la guerra civil que ensangrent¨® el pa¨ªs centroamericano entre 1960 y 1996 y, en concreto, durante el mandato de R¨ªos Montt (1982-83). En primer plano, el principal imputado escuchaba, tieso como un maniqu¨ª y sin mostrar emoci¨®n alguna, los relatos del salvajismo con que las tropas a su mando masacraron comunidades rurales ind¨ªgenas enteras.
¡°Mi padre ten¨ªa 82 a?os en el momento de ser asesinado. Lo encontr¨¦ tirado en una casa vecina. Su cuerpo estaba cubierto de sangre¡±, cont¨® Diego Vel¨¢zquez, quien a preguntas de la juez precis¨® que el asesinato ocurri¨® el 20 de julio de 1982. No pudo precisar si hab¨ªa sido v¨ªctima de las balas de los soldados, o hab¨ªa muerto a machetazos. ¡°Solo recuerdo que estaba cubierto de sangre¡±, dijo a trav¨¦s de un int¨¦rprete.
Juan L¨®pez Mateo, sobreviviente de una matanza en una aldea de Nebaj (departamento de Quich¨¦, al norte del pa¨ªs), perdi¨® a su familia el 2 de septiembre de 1982. Salv¨® la vida porque hab¨ªa salido muy temprano a trabajar la milpa (sembrad¨ªo de ma¨ªz). ¡°Cuando volv¨ªa a la aldea escuch¨¦ el llanto de un ni?o peque?o, lo que me alert¨® de que algo malo estaba ocurriendo¡±, narr¨®. Conforme se acercaba al poblado, ¡°escuch¨¦ disparos. Eran como las diez de la ma?ana¡±, dijo. Logr¨® llegar a su vivienda a eso de las tres de la tarde, cuando los soldados ya se hab¨ªan marchado. ¡°En mi casa encontr¨¦ los cad¨¢veres de mi mujer y de mis hijos, de cinco y dos a?os¡±, cont¨® con la voz entrecortada. Preguntado por si hab¨ªa visto a m¨¢s personas asesinadas, se limit¨® a responder que ¡°eran muchas¡±, pero que despu¨¦s de 31 a?os no pod¨ªa arriesgar una cifra. S¨ª record¨® que uno de sus ni?os hab¨ªa sido asfixiado con un lazo y el otro ten¨ªa la cabeza destrozada a golpes. Los soldados tambi¨¦n quemaron la casa y destruyeron todos sus bienes. ¡°Fue el Ej¨¦rcito¡±, expres¨® sin sombra de duda.
Cuando llegu¨¦ a casa, encontr¨¦ a mis suegros y a mis tres hijos muertos. Tambi¨¦n mataron las cuatro vacas que ten¨ªa
Otro de los testimonios, Pedro ?lvarez Brito, cont¨® ante el tribunal que los militares asesinaron a toda su familia. ¡°El Ej¨¦rcito rode¨® la casa¡±. Su hermana, ¡°reci¨¦n parida con el beb¨¦¡±, otro de sus hermanos peque?os y ¨¦l mismo lograron refugiarse en un temascal (ba?o maya de vapor), desde donde vieron c¨®mo la totalidad de los habitantes de la aldea fueron introducidos, a la fuerza, en una casa.
¡°Uno de los soldados¡±, a?adi¨®, ¡°empez¨® a apropiarse de las gallinas y pollos de la familia¡± due?a de la casa. Recuerda que las aves eran 60, el mayor patrimonio dom¨¦stico. ¡°Por mala suerte, una de las gallinas, que no se dejaba capturar, se meti¨® en el temascal¡±, lo que hizo que ¨¦l y sus hermanos fueran descubiertos y conducidos, tambi¨¦n a la fuerza, a la vivienda. ¡°Luego quemaron la casa¡±, cont¨® Brito. El relato de otros supervivientes abund¨® en esa imagen: que los soldados rociaron de gasolina las viviendas y les prendieron fuego para quemar a la gente viva.
¡°No s¨¦ c¨®mo lo hice, pero logr¨¦ escapar entre las llamas y me refugi¨¦ bajo un ¨¢rbol. As¨ª estuve, escondido como un animal acorralado, por ocho d¨ªas, sin comer ni beber. Desnudo y sin abrigo¡±. Como los militares hab¨ªan asesinado a sus padres y sus hermanos mayores, qued¨® solo. ¡°Ahora solo pido justicia, para que mis hijos no sufran una experiencia semejante¡±, concluy¨®.
Particularmente crueles resultaron los testimonios acerca de ataques perpetrados desde helic¨®pteros. ¡°Disparaban contra todo lo que se mov¨ªa. As¨ª murieron indiscriminadamente ni?os, mujeres y ancianos¡±, narr¨® una mujer septuagenaria.
Disparaban desde helic¨®pteros contra todo lo que se mov¨ªa. As¨ª murieron indiscriminadamente mujeres, ni?os y ancianos
En Villa Hortensia de San Juan Cotzal (Quich¨¦), ¡°el 10 de septiembre de 1982 ingresaron los militares. Se llevaron a todos los pobladores y quemaron las casas. Mi padre, Nicol¨¢s G¨®mez, fue de los que murieron ese d¨ªa¡±, relat¨® In¨¦s G¨®mez. En la misma incursi¨®n, el Ej¨¦rcito mat¨® a toda la familia de otro de los supervivientes: ¡°Cuando llegu¨¦ a mi casa, encontr¨¦ a mis suegros y a mis tres hijos muertos. Tambi¨¦n mataron las cuatro vacas que ten¨ªa¡±.
Pedro Mel¨¦ndez ten¨ªa diez a?os en 1982, cuando presenci¨® el asesinato de su padre y t¨ªo. ¡°Mi pap¨¢ ¡ªdijo en el tribunal¡ª muri¨® baleado. A mi t¨ªo le cortaron el cuello con un machete¡±. El drama no termin¨® entonces. Los sobrevivientes buscaron refugio en las monta?as, donde vio morir de hambre a sus hermanos, de cinco, tres y un a?o de edad.
Las denuncias se repiten y todas coinciden en describir un mismo patr¨®n en el ataque. Solo cambian el lugar y la fecha. ¡°Creo que el Ej¨¦rcito, que nos vigilaba, aprovechaba que los hombres sal¨ªamos a nuestras labores agr¨ªcolas para entrar a la aldea, violar y matar a las mujeres¡±, dijo Juan L¨®pez Mat¨®n, quien puntualiz¨® que muchos de quienes lograron refugiarse en las monta?as murieron de hambre, ¡°pues los soldados quemaban las cosechas¡±.
El proceso, para el que la fiscal¨ªa ha presentado 205 testimonios entre peritos y testigos, continuar¨¢ hasta que preste declaraci¨®n el ¨²ltimo de ellos. El hecho de que los supervivientes, ind¨ªgenas, no hablen espa?ol incide en la lentitud del juicio.
Un proceso hist¨®rico en Centroam¨¦rica
- Efra¨ªn R¨ªos Montt, de 86 a?os, se ha convertido en el primer exjefe de Estado centroamericano juzgado por genocidio.
- Para llevarle ante la justicia hizo falta esperar hasta el a?o pasado, cuando R¨ªos Montt dej¨® de ser parlamentario: la inmunidad le protegi¨® durante a?os de responder por las atrocidades cometidas durante su mandato, entre 1982 y 1983.
- Militar de carrera, R¨ªos Montt renunci¨® al Ej¨¦rcito para presentarse a las presidenciales de 1974, en las que qued¨® segundo. Imbuido de un mesianismo de tintes milenaristas ¡ªmarca de la iglesia evang¨¦lico-pentecostal que abraz¨® en 1978¡ª, ejerc¨ªa labores de evangelizaci¨®n cuando el golpe militar de marzo de 1982 le ofreci¨® una oportunidad para llegar al poder.
- En los escasos 17 meses que presidi¨® el pa¨ªs, la violencia ensangrent¨® las zonas rurales. El Ej¨¦rcito y los paramilitares ejecutaron una pol¨ªtica de tierra quemada con matanzas generalizadas de campesinos e ind¨ªgenas considerados pr¨®ximos a la guerrilla de la Unidad Revolucionaria Nacional Guatemalteca (URNG), sobre todo en los departamentos de Quich¨¦ y Huehuetenango.
- R¨ªos Montt, que ilustraba sus discursos con citas b¨ªblicas, se jact¨® de la represi¨®n armada como el m¨¦todo expeditivo m¨¢s eficaz para privar a los insurgentes de su base popular. "El buen cristiano", dijo una vez, es aquel que blande "la Biblia y la metralleta".
- El expresidente est¨¢ acusado del asesinato de al menos 1.771 ind¨ªgenas de la etnia maya ixil. La fiscal¨ªa le acusa tambi¨¦n de tolerar la pr¨¢ctica generalizada de violaciones, torturas e incendios provocados contra propiedades de insurgentes.
- Alrededor de 200.000 civiles, la mayor¨ªa ind¨ªgenas de ascendencia maya, fueron asesinados entre 1960 y 1996 en la guerra civil que enfrent¨® a una sucesi¨®n de Gobiernos derechistas con guerrillas de inspiraci¨®n comunista. Unas 45.000 personas desaparecieron en ese periodo.
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