De la guerra a la guerrilla en Mal¨ª
La aparici¨®n de atentados suicidas y los ataques a los ¨¢rabes son los grandes desaf¨ªos pendientes en el pa¨ªs del Sahel


El pasado mi¨¦rcoles por la noche, un terrorista suicida a bordo de un coche repleto de explosivos y con los faros apagados se dirigi¨® hacia un puesto de control militar a la entrada del aeropuerto. Cuando se dieron cuenta de su presencia, ya era demasiado tarde. La detonaci¨®n cost¨® la vida al yihadista y a un soldado. En las horas siguientes, otras diez personas murieron en un intento de infiltraci¨®n en la base militar. No ocurri¨® en Irak ni en Afganist¨¢n, sino en la m¨ªtica ciudad de Tombuct¨², en el norte de Mal¨ª, una regi¨®n que gracias a la intervenci¨®n francesa ha logrado librarse de la ocupaci¨®n por parte de grupos de corte islamista radical, pero que ahora se enfrenta a ataques y atentados que proceden de un enemigo invisible que se esconde en el desierto, entre la poblaci¨®n o en los peque?os pueblos que salpican un inmenso territorio.
El primer atentado suicida tuvo lugar el 8 de febrero. Un adolescente con explosivos adosados a su cuerpo se abalanz¨® subido en una moto contra un control militar en Gao. Pocos d¨ªas antes, dos minas hab¨ªan costado la vida a cuatro soldados. Semanas despu¨¦s era Kidal el escenario de ataques similares. Y ahora tambi¨¦n Tombuct¨², con un ataque que ha sido reivindicado por el Movimiento por la Unicidad del Yihad en ?frica del Oeste (Muyao), una escisi¨®n del brazo magreb¨ª de Al Qaeda. El r¨¢pido avance de las fuerzas francomalienses desde el sur, que comenz¨® el 10 de enero, los intensos bombardeos a¨¦reos de las primeras semanas de la guerra y el cierre de fronteras por parte de Mauritania, Argelia y N¨ªger impidieron la huida de centenares de yihadistas que ahora se est¨¢n convirtiendo en una pesadilla para la seguridad en la regi¨®n.
El mismo d¨ªa que tuvo lugar el ataque en Tombuct¨², el presidente franc¨¦s, Fran?ois Hollande, aseguraba que la retirada de las tropas francesas, unos 4.000 soldados desplegados sobre el terreno entre los que se han producido cinco bajas, comenzar¨ªa ¡°a finales de abril¡±. Es cierto que la guerra propiamente dicha est¨¢ en su fase final, con los soldados galos y chadianos localizando y eliminando los ¨²ltimos focos de resistencia de los terroristas y destruyendo sus arsenales en el Adrar des Ifoghas, junto a la frontera con Argelia. Pero tras las palabras de Hollande subyacen razones como el coste econ¨®mico de una operaci¨®n militar que soporta casi en exclusiva (unos 50 millones de euros al d¨ªa) y el coste pol¨ªtico que le podr¨ªa acarrear una presencia prolongada en Mal¨ª, con el riesgo a?adido de la suerte que puedan correr los quince rehenes franceses que siguen secuestrados por grupos radicales en ?frica, repartidos entre Mal¨ª y Nigeria. Esta semana, AQMI anunci¨® la ejecuci¨®n de uno de ellos.
Lo que la mayor¨ªa de los malienses esperan es que la retirada del grueso de las tropas francesas no se produzca, al menos, hasta que desembarque el relevo: la Misi¨®n de Naciones Unidas para la Estabilizaci¨®n en Mal¨ª. Est¨¢ previsto que en los pr¨®ximos d¨ªas se elabore una propuesta de resoluci¨®n que llegar¨¢ al Consejo de Seguridad en abril. La idea es integrar a los soldados africanos ya desplegados en Mal¨ª (unos 6.000) y sumar 4.000 efectivos m¨¢s hasta llegar a un total de 10.000 y compensar as¨ª la retirada gala, con la idea de que las nuevas tropas puedan estar sobre el terreno en el mes de julio. Sin embargo, el peligro frente a la situaci¨®n actual es que la figura jur¨ªdica otorgada a esta misi¨®n (estabilizaci¨®n y no mantenimiento de la paz) permitir¨¢ el uso de la fuerza en la defensa de su mandato, pero esto no autoriza la lucha antiterrorista.
El otro gran problema es que el detonante de este conflicto, la cuesti¨®n tuareg, no s¨®lo est¨¢ lejos de haberse resuelto sino que se ha agravado. Fue el Movimiento Nacional de Liberaci¨®n del Azawad (MNLA) quien en enero de 2012 inici¨® la rebeli¨®n que abri¨® las puertas a los grupos yihadistas y sus miembros han sido acusados de todo tipo de abusos y exacciones contra otras etnias, como los songhai o los bambaras, durante los primeros meses de la ocupaci¨®n. Ahora que el Ej¨¦rcito de Mal¨ª controla buena parte del norte los abusos han cambiado de bando y son los tuaregs y los ciudadanos de origen ¨¢rabe quienes sufren detenciones arbitrarias, torturas e incluso ejecuciones extrajudiciales. El riesgo de conflicto ¨¦tnico late con fuerza.
Ahora que el Ej¨¦rcito de Mal¨ª controla buena parte del norte los abusos han cambiado de bando
Pese a su marginalizaci¨®n en el resto del pa¨ªs, en Kidal, la ciudad m¨¢s al norte del pa¨ªs y feudo de los tuareg, es el MNLA quien patrulla las calles junto a los soldados franceses y chadianos. El Ej¨¦rcito maliense a¨²n no ha hecho acto de presencia porque se teme, y con raz¨®n, que se puedan producir enfrentamientos. Kidal es una espina clavada en el discurso triunfal de la operaci¨®n Serval y necesitar¨¢ de un enorme ejercicio de di¨¢logo y consenso para extraerla sin que se produzcan da?os, un di¨¢logo que tendr¨¢ que extenderse a todo el norte del pa¨ªs.
Si la situaci¨®n en el norte sigue siendo inestable, en Bamako, la capital de Mal¨ª, el futuro inmediato no es nada halag¨¹e?o. El capit¨¢n Amadou Haya Sanogo, el mismo que hace un a?o lider¨® un golpe de estado contra el presidente Amadou Toumani Tour¨¦, sigue al tim¨®n del pa¨ªs en la sombra y se permite destituir al primer ministro o detener a periodistas que le son cr¨ªticos, como ocurri¨® hace tan solo dos semanas con Boukary Daou, director del diario El Republicano. La paradoja es que un Ej¨¦rcito tan d¨¦bil, falto de medios y dividido que ha mostrado su incapacidad para hacer frente a la amenaza que ven¨ªa del norte es quien mantiene secuestrado al gobierno del presidente interino, Dioncounda Traor¨¦.
Las elecciones deber¨ªan celebrarse en julio, a tenor de la hoja de ruta fijada por la Cedeao, la Comunidad Econ¨®mica de Estados de ?frica Occidental pero nada parece m¨¢s complicado. La integridad territorial no se ha restablecido del todo, las condiciones de inseguridad y las exacciones impiden a¨²n el retorno a sus hogares de unas 400.000 personas, la mitad de ellas en pa¨ªses vecinos, el censo electoral no est¨¢ listo y, lo que es m¨¢s grave, con los militares controlando la maquinaria del Estado nadie puede garantizar unos comicios libres y transparentes. ¡°La ¨²nica soluci¨®n que se me ocurre es que la ONU se implique a fondo en la organizaci¨®n de las elecciones¡±, asegura Tiebile Dram¨¦, ex ministro de Asuntos Exteriores y l¨ªder del Partido por el Renacimiento Nacional (Parena). Pero incluso con Naciones Unidas al frente, julio sigue pareciendo una fecha muy optimista. Y prolongar esta transici¨®n en un Mal¨ª dirigido por un capit¨¢n golpista que parece empezar a perder apoyos, pero que mantiene a un presidente como reh¨¦n, no parece la mejor opci¨®n.
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