El oasis suizo de los VIP franceses
La sede de la banca Reyl en Ginebra, que escondi¨® el dinero del exministro de Hacienda, custodia grandes fortunas de pol¨ªticos y empresarios galos
La bomba que J¨¦r?me Cahuzac, el exministro socialista de Hacienda, ha lanzado sobre la Rep¨²blica ¡°ejemplar¡± de Fran?ois Hollande al confesar en p¨²blico que tuvo durante a?os cuentas secretas en el extranjero, ha implantado en la clase pol¨ªtica y empresarial francesa un aire de miedo y paranoia parecido al que se vivi¨® en Italia hace 20 a?os cuando explot¨® el proceso Manos Limpias.
La reacci¨®n del presidente franc¨¦s ¡ª¡°herido y atormentado¡± por el esc¨¢ndalo y que, pese a cesar al ministro, se ha dejado jirones de credibilidad¡ª ha consistido en declarar la guerra a los para¨ªsos fiscales, a la ¡°deriva opaca del dinero¡± y al conflicto de intereses.
La crisis ayuda a que entre la ciudadan¨ªa cunda la idea de que la casta pol¨ªtica est¨¢ corrompida hasta el tu¨¦tano, eso que en Francia se resume en la expresi¨®n ¡°todos podridos¡±. Pero la oposici¨®n, e incluso algunos miembros del Partido Socialista, han criticado el hurac¨¢n de transparencia, no se sabe si por una raz¨®n particular o por todas a la vez. El presidente de la Asamblea Nacional, Claude Bartolone, ha dicho que ¡°vigilar y controlar est¨¢ bien¡±, pero que hacer p¨²blicas las declaraciones de patrimonio ¡°puede favorecer el populismo¡±.
Lo cierto es que la lucha contra la evasi¨®n ha vuelto a la agenda del El¨ªseo despu¨¦s de que, en 2009, Nicolas Sarkozy declarara, tras uno de esos G-8 ¡°decisivos¡±, que el asunto estaba pr¨¢cticamente resuelto.
Un solo dato explica la dificultad de desactivar la suicida apuesta neoliberal por la desregulaci¨®n financiera: los expertos calculan que los para¨ªsos de fiscalidad reducida esconden entre 16 y 24 billones de euros, la suma de los PIB de Jap¨®n y EE UU. Solo en Francia, el periodista Antoine Peillon ha calculado que ¡°faltan¡± 600.000 millones de euros, y que la mafia del fraude fiscal desv¨ªa a remotos para¨ªsos y palmerales entre 60.000 millones y 80.000 millones cada a?o. La buena noticia es que, ahora, incluso un ni?o puede entender que, si Europa lograra gravar solo un 20% de esas cantidades, la asfixia social y econ¨®mica que vive el sur ser¨ªa algo menos dram¨¢tica.
De momento, el esc¨¢ndalo Cahuzac ha servido para acrecentar la presi¨®n sobre los bancos. Cuando se apruebe la ley bancaria, antes del verano, las entidades galas tendr¨¢n la obligaci¨®n de declarar la ¡°naturaleza e identidad¡± de todas sus filiales y cuentas en el extranjero. Lo que nadie sabe es si habr¨¢ suficientes jueces e inspectores de Hacienda en el pa¨ªs para leerse esa informaci¨®n.
Bas¨¢ndose en los miles de archivos secretos reunidos en la filtraci¨®n Offshore Leaks, el diario Le Monde ha contado que los gigantes BNP y Cr¨¦dit Agricole llevan d¨¦cadas ayudando a sus clientes a evadir impuestos. Pero el ¨²ltimo grito en evasi¨®n parisina, el banco m¨¢s chic, es una entidad m¨¢s peque?a y menos conocida que hoy acapara todas las miradas de la prensa y de los fiscales. Se llama Reyl & Cie, y fue fundada en 1973 por el distinguido analista financiero alsaciano, m¨¢s tarde nacionalizado suizo, Dominique Reyl.
Reyl naci¨® como una peque?a fiduciaria y desde entonces el negocio ha prosperado mucho. Ahora tiene una moderna e imponente sede en la calle Rh?ne de Ginebra, filiales en para¨ªsos fiscales como Singapur, un complejo sistema de sociedades pantalla y m¨¢s de 6.000 millones de euros en dep¨®sitos.
Su notoriedad se debe a que fue el banco que gestion¨® las idas y venidas de la famosa cuenta que en 1992 abri¨® ¡ªen la vecina UBS¡ª el ministro Cahuzac, hoy expulsado del Gobierno y del Partido Socialista.
Pero, adem¨¢s de ese, Reyl & Cie esconde otros muchos secretos. Seg¨²n Le Monde, all¨ª tienen su bot¨ªn, ¡°desde hace d¨¦cadas, docenas de grandes evasores franceses, altas personalidades, pol¨ªticos de derecha y de izquierda, industriales y empresarios¡±.
El jueves, tras entregar a los jueces de Par¨ªs que investigan a Cahuzac la documentaci¨®n del caso, el banco abandon¨® su mutismo habitual y rechaz¨® las alegaciones diciendo que no es cierto que deba su expansi¨®n a los clientes franceses, ya que sus cuentas proceden ¡°de pa¨ªses emergentes¡±.
La primera noticia publicada sobre Reyl (diario digital Mediapart, 10 de diciembre) afirmaba que el fundador, Dominique Reyl, de 75 a?os, es socio capitalista en la empresa personal de un tal Herv¨¨ Dreyfus, un personaje tan reservado que el gran p¨²blico solo ha visto su cara en una foto borrosa de tama?o carn¨¦.
Adem¨¢s de ser socio y familia de los Reyl ¡ªes medio hermano de Dominique¡ª, Dreyfus es el gestor personal de la fortuna de Cahuzac y de otros muchos evasores VIP franceses que intentan huir de una de las presiones fiscales m¨¢s altas de Europa.
Su agenda es una mina de oro, y la sensaci¨®n es que el esc¨¢ndalo Cahuzac puede acabar convirti¨¦ndose en el caso Dreyfus-Reyl. El banco, que obtuvo su licencia en 2010, funcion¨® siempre como un ¡°fondo de comercio de valores mobiliarios¡±, lo que en Espa?a se llamar¨ªa chiringuito y en Francia se conoce como boutique. Hoy tiene oficinas en Par¨ªs, Ginebra, Zurich, Hong Kong, Londres y Singapur. Un antiguo empleado ha contado que a mediados de los a?os 2000 el banco ten¨ªa 15 trabajadores, y que ahora tiene 150. Le Monde afirma que, adem¨¢s de franceses, numerosos millonarios belgas guardan sus tesoros en Reyl.
?ntimo amigo de Cecilia Ciganer, la esposa de Nicolas Sarkozy entre 1996 y 2007, Herv¨¦ Dreyfus es una de las claves del entramado. Seg¨²n Le Monde es el ¡°asesor patrimonial¡± del expresidente de la Rep¨²blica, y el hombre que lleva y trae a Suiza las maletas con dinero fresco de ¡°la gente que cuenta¡±. Un banquero de Ginebra que colabora con la investigaci¨®n judicial confirma esa versi¨®n.
La ventaja de Reyl es su amor a la opacidad. El 13 de marzo de 2009, Berna admiti¨® relajar el secreto bancario; y en agosto de ese a?o firm¨® el convenio de doble imposici¨®n con Par¨ªs que abri¨® la puerta a los intercambios de informaci¨®n. As¨ª que los bancos helv¨¦ticos abrieron a toda prisa sociedades y oficinas en para¨ªsos fiscales asi¨¢ticos y caribe?os para camuflar all¨ª la identidad de sus clientes m¨¢s reservados. Los papeles ¡°Off shore¡± de Le Monde muestran que entre septiembre de 2008 y marzo de 2009, Reyl abri¨® no solo su filial en Singapur, sino seis sociedades pantalla en las Seychelles, y otras m¨¢s en las Islas V¨ªrgenes, Panam¨¢ y Costa Rica.
¡°Fue una carrera contra el reloj para evacuar todo lo que no se pod¨ªa dejar en Ginebra¡±, recuerda un experto, ¡°y el propio Fran?ois Reyl (hijo del fundador) se ocup¨® de contactar a los clientes secretos¡±.
La mayor¨ªa de los bancos trataron de cumplir la ley asegur¨¢ndose de que el usuario ha pagado sus impuestos en origen, pero, seg¨²n el banquero ginebrino, Dominique Reyl, su sucesor Fran?ois, y Herv¨¨ Dreyfus son conocidos en el sector por no hacer preguntas a sus clientes.
En 2009, cuando supo que Suiza se aprestaba a poner l¨ªmites al secreto bancario, Cahuzac ¡ªque entonces era presidente de la Comisi¨®n de Finanzas de la Asamblea Nacional¡ª pregunt¨® desde su esca?o al entonces ministro de Hacienda, Eric Woerth ¡ªcesado poco despu¨¦s por el caso Bettencourt¡ª, si Singapur tambi¨¦n iba a ser obligado a revelar informaci¨®n bancaria. La respuesta fue negativa. Poco despu¨¦s, Reyl mov¨ªa el dinero de Cahuzac hasta una sucursal del banco Julius Baer en Singapur.
El momento de que este y otros secretos salgan a la luz parece haber llegado. Hollande ha prometido dedicar al asunto toda su energ¨ªa. Berl¨ªn, Roma, Madrid y Londres le secundan. Solo falta saber qu¨¦ piensan hacer los capos del negocio.
Tu suscripci¨®n se est¨¢ usando en otro dispositivo
?Quieres a?adir otro usuario a tu suscripci¨®n?
Si contin¨²as leyendo en este dispositivo, no se podr¨¢ leer en el otro.
FlechaTu suscripci¨®n se est¨¢ usando en otro dispositivo y solo puedes acceder a EL PA?S desde un dispositivo a la vez.
Si quieres compartir tu cuenta, cambia tu suscripci¨®n a la modalidad Premium, as¨ª podr¨¢s a?adir otro usuario. Cada uno acceder¨¢ con su propia cuenta de email, lo que os permitir¨¢ personalizar vuestra experiencia en EL PA?S.
En el caso de no saber qui¨¦n est¨¢ usando tu cuenta, te recomendamos cambiar tu contrase?a aqu¨ª.
Si decides continuar compartiendo tu cuenta, este mensaje se mostrar¨¢ en tu dispositivo y en el de la otra persona que est¨¢ usando tu cuenta de forma indefinida, afectando a tu experiencia de lectura. Puedes consultar aqu¨ª los t¨¦rminos y condiciones de la suscripci¨®n digital.