Hollande asediado
Menos de un a?o despu¨¦s de la elecci¨®n de Fran?ois Hollande, Francia vive un clima pol¨ªtico detestable
Menos de un a?o despu¨¦s de la elecci¨®n de Fran?ois Hollande, Francia vive un clima pol¨ªtico detestable, y cada d¨ªa que pasa uno se pregunta si no terminar¨¢ desembocando en una verdadera crisis pol¨ªtica. El ¨²ltimo episodio, el caso Cahuzac, apellido del exministro de Hacienda y Presupuesto que ten¨ªa una cuenta en Suiza, supuestamente a efectos de evasi¨®n fiscal, es, desde el punto de vista de la oposici¨®n, la chispa que va a permitir prender la mecha. Y, si es posible, adelantar el calendario electoral.
Sin embargo, los franceses apoyan masivamente (cerca del 80 %) las medidas anunciadas por Hollande para la moralizaci¨®n de la vida p¨²blica, que incluyen la publicaci¨®n y el control, durante todo su mandato, del patrimonio de los cargos electos. Para la oposici¨®n, esta medida es un nuevo capote rojo que agitan ante sus narices, pues muchos aforados no quieren ni o¨ªr hablar de transparencia. Pero es el ¨²nico punto en que el presidente cuenta con el apoyo de la opini¨®n p¨²blica, pues, en estos momentos, es un tema que disgusta a dos franceses de cada tres. La raz¨®n es simple: la crisis se prolonga. Hasta ahora Francia ha esquivado la recesi¨®n. Eso s¨ª, su econom¨ªa est¨¢ estancada y el paro aumenta. Hollande debe hacer frente sobre todo a la impaciencia del pa¨ªs. Sin embargo, el presidente recuerda con toda justicia que solo hace diez meses ocupa su cargo y que tiene que corregir los efectos de las pol¨ªticas que la derecha llev¨® a cabo durante diez a?os. Es en vano: la impaciencia sigue ah¨ª y su base pol¨ªtica se estrecha. En efecto, en los extremos, el Frente Nacional y el Frente de Izquierda dicen lo mismo; aunque, parad¨®jicamente, la extrema izquierda es m¨¢s virulenta.
Las instituciones francesas est¨¢n dise?adas para, pase lo que pase, proteger al presidente de la Rep¨²blica
A la derecha, la UMP est¨¢ sometida a la presi¨®n de un Sarkozy que ha reactivado todas sus redes y, entre bastidores, no deja de echar le?a al fuego. La raz¨®n es simple: Sarkozy no ha soportado que un juez le haya imputado por un motivo, es cierto, m¨¢s que sutil, y su voluntad de revancha es absoluta. A la izquierda, una parte de los socialistas se siente tentada por la ilusi¨®n del repliegue y el proteccionismo. Lo m¨¢s chocante es el incremento de la fuerza de las manifestaciones contra la ley que autorizar¨¢ el matrimonio y la adopci¨®n por parte de las parejas homosexuales, que pronto quedar¨¢ aprobada definitivamente. La UMP secunda un movimiento controlado, cada vez m¨¢s, por organizaciones extremistas; el pretexto para tal movilizaci¨®n es que la vida de las parejas heterosexuales se ver¨ªa amenazada por la extensi¨®n de los derechos a los homosexuales.
A corto plazo, el c¨¢lculo de los dirigentes de la oposici¨®n es el mismo que se hac¨ªa Jacques Chirac frente a Fran?ois Mitterrand en 1984. Mediante tales demostraciones, se trata de zarandear al poder y, por qu¨¦ no, de obtener la disoluci¨®n de la Asamblea Nacional o la partida del jefe del Estado. Este c¨¢lculo estuvo a punto de tener ¨¦xito en 1984, cuando dos millones de personas desfilaron desde Versalles hasta Par¨ªs bajo la direcci¨®n del cardenal arzobispo de la capital, con el apoyo y financiaci¨®n del entonces alcalde de Par¨ªs y principal oponente del presidente Mitterrand. Pero en aquel momento se trataba de defender la escuela privada, es decir, las escuelas cat¨®licas, amenazadas por una posible absorci¨®n en un sistema unificado de educaci¨®n nacional. Esta vez, el c¨¢lculo pol¨ªtico es el mismo, pero el pretexto distinto, pues se trata de protestar contra la extensi¨®n de un derecho.
Por el momento, lo ¨²nico que vemos ¡ªen todo caso desde Par¨ªs, pues la percepci¨®n desde la Francia profunda probablemente sea diferente¡ª es a un presidente asediado por las portadas de los peri¨®dicos, las unas m¨¢s catastrofistas que las otras, y por las declaraciones, cada vez m¨¢s vehementes, de los portavoces de la derecha, la extrema derecha y la extrema izquierda. No obstante, la oposici¨®n har¨ªa bien en mostrarse prudente. Por una parte porque las instituciones francesas est¨¢n dise?adas para proteger, pase lo que pase, una sola funci¨®n y a un solo hombre: el presidente de la Rep¨²blica. Y a los franceses no les gusta el desorden. Por otra, la oposici¨®n pasa por alto el hecho de que Hollande est¨¢ llevando a cabo, m¨¢s o menos, la misma pol¨ªtica que ella tendr¨ªa que adoptar y que ¨¦l llama: ¡°seriedad presupuestaria¡±.
El estado de las cuentas p¨²blicas no permite otra cosa. Y si bien es cierto que ser¨ªa posible una pol¨ªtica m¨¢s orientada al crecimiento, solo lo ser¨ªa a condici¨®n de que fuese europea. A condici¨®n por tanto de que Alemania aceptara que Europa se dotase de instrumentos para la reactivaci¨®n. Pero alimentando este ambiente envenenado, haciendo creer que con un toque de varita m¨¢gica podr¨ªa conseguir que el crecimiento retornase, la oposici¨®n va a verse cada vez m¨¢s condicionada por aquellos que piensan que solo la salida del euro, el repliegue y el proteccionismo pueden cambiar las cosas. Su t¨¢ctica es por tanto cortoplacista y enga?osa, pues olvida que en ciertos momentos de la vida p¨²blica el inter¨¦s general debe prevalecer, incluso si eso disgusta a un ex presidente de la Rep¨²blica. Y el inter¨¦s general es que los esfuerzos que se est¨¢n haciendo en Francia en favor de la competitividad y para combatir el paro sean apoyados y no combatidos. (traducci¨®n: Jos¨¦ Luis S¨¢nchez-Silva)
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