Ecatepec, un municipio inflamable al borde de M¨¦xico DF
El crimen echa ra¨ªces en la entidad m¨¢s poblada de la conurbaci¨®n capitalina El conjunto urbano es una enorme y ca¨®tica concatenaci¨®n de barrios humildes
Un padre de familia lame una paleta de colores en un despacho de la escuela secundaria Heberto Castillo, en el municipio de Ecatepec. Es un se?or de estructura maciza, tranquilo. Si le piden ejemplos de violencia en el entorno de la escuela de sus hijos, los tiene. ¡°Hace 15 d¨ªas a 500 metros de aqu¨ª acribillaron a un se?or que vend¨ªa tortas y a su esposa embarazada. Afuera de mi negocio un polic¨ªa borracho arroll¨® a un hombre y a una mujer priv¨¢ndolos de la vida, y no lo detuvieron. Hace un tiempo asesinaron a tres en una maderer¨ªa¡±. Lo ¨²nico que pide el padre de familia que lame una paleta de colores es que no pongamos su nombre, por favor.
Ecatepec es uno de los cinco focos rojos principales del plan de prevenci¨®n de la violencia del Gobierno de Enrique Pe?a Nieto. Limita con M¨¦xico DF y oficialmente tiene 1.600.000 habitantes. En 1950 eran 15.000. En los a?os sesenta lleg¨® la industrializaci¨®n y lo que era una tierrita de ma¨ªz, calabazas, tomates y remolachas empez¨® a volverse un monstruo goloso que se alimentaba de cemento. En los ochenta el bicho se comi¨® las faldas de la Sierra de Guadalupe, el pivote orogr¨¢fico del municipio. Las autoridades no impidieron que los cerros fueran colonizados ilegalmente por familias pobres. En los noventa se refren¨® la invasi¨®n de la reserva natural y el monstruo pas¨® a comerse las partes desecadas del lago Texcoco. Hoy casi no queda tierra que ocupar en Ecatepec. Quedan los problemas de un desarrollo montaraz ¨Csociales, econ¨®micos, urbanos¨C y una amenaza: el crimen organizado, que se alimenta de carencias.
Mi¨¦rcoles 3 de abril. Ocho de la ma?ana. Una quiosquera despliega en la calle los peri¨®dicos del d¨ªa al lado del palacio municipal. Algunos titulares: Inseguridad genera psicosis en Ecatepec. La foto es un joven ensangrentado en manos de una turba de vecinos que lo est¨¢ linchando. M¨¢s: ?Quieren asesinar al doc! Detienen a robachicos. Rescatan a jovencita. Un sujeto en muletas intent¨® asaltar con pistola a una do?a.
El 2013 ha arrancado duro en Ecatepec. De enero a marzo ha habido 115 homicidios, seg¨²n Octavio Mart¨ªnez, diputado del PRD en el Estado de M¨¦xico, del que forma parte Ecatepec, y presidente de la comisi¨®n de seguridad del parlamento estatal. En tres meses, m¨¢s de la mitad de muertos que en todo 2012: 219 ejecuciones. El diputado ofrece otros ejemplos concretos del problema de inseguridad que vive el municipio. ¡°Tenemos los principales ¨ªndices de crimen en transporte p¨²blico del Estado de M¨¦xico. Hace dos a?os que la polic¨ªa municipal no detiene a un solo vendedor de droga. Hay 16 polic¨ªas judiciales para atender unos 200 delitos diarios. A veces las patrullas no salen a la calle porque dicen que no les han dado dinero para la gasolina¡±. En Ecatepec los vecinos dicen que aquello hace unos a?os todav¨ªa era un lugar calmado. Pero en los ¨²ltimos tiempos la zona se ha ido ensuciando de narcoviolencia.
Los criminales se nutren de todo lo que pueden. Uno de los negocios que les aprovecha es el transporte p¨²blico. Un l¨ªder de los taxistas describe la situaci¨®n. ¡°La mafia quiere que los transportistas seamos sus halcones [informantes], quieren que seamos sus orejas, y que vendamos droga para ellos. Adem¨¢s nos extorsionan¡±. El l¨ªder de los taxistas pide que no se mencione su nombre, como el padre de familia que lam¨ªa una paleta de colores.
12.18. Una furgoneta de transporte p¨²blico avanza por la Avenida V¨ªa Morelos. En la luna trasera del veh¨ªculo hay escrita una leyenda. No temas donde vallas [sic]. Que has de morir donde debes. Las carreteras principales de Ecatepec son las l¨ªneas en torno a las que se arma la vida del municipio. Est¨¢n llenas de tr¨¢fico, son grises ¨Ccomo la mayor parte del paisaje de la zona, repleto de casitas de ladrillo visto con un tanque de agua y una antena parab¨®lica en el techo¨C y est¨¢n adornadas a ambos lados de la v¨ªa con enormes cartelones de publicidad. Los nombres de las empresas que se anuncian compiten entre s¨ª por ver cu¨¢l es m¨¢s impersonal. Toks restaurante. Fun central. Suburbia. Elektra. Las avenidas por donde circulan los ecatepequenses son un escaparate de palabras sin alma. Comex. Herbalife. Cin¨¦polis. Autozona.
Ecatepec es un descomunal barrio de barrios sin referentes simb¨®licos que le den una personalidad propia. Un vecino explica que no se siente mexiquenses (gentilicio del Estado de M¨¦xico) ni del DF: ¡°Tenemos una identidad conurbada¡±, dice. Ni esto ni lo otro: una identidad que consiste en no tener identidad. El diputado Octavio Mart¨ªnez rebusca mentalmente en su despacho cu¨¢les son las cosas m¨¢s t¨ªpicas de su municipio. ¡°Aqu¨ª muri¨® Morelos¡±, arranca. ¡°Lo fusilaron aqu¨ª. Tenemos la Casa de Morelos¡±. Se para. Piensa. ¡°Y qu¨¦ m¨¢s hay en Ecatepec...¡±. Cierra los puntos suspensivos: ¡°El centro comercial de las Am¨¦ricas¡±. El diputado se da cuenta de que su recuento ha sido decepcionante. ¡°La verdad es que tenemos poco que presumir. No hemos tenido ni una Miss Estado de M¨¦xico, ni atletas destacados¡±.
Tal vez el gran punto en com¨²n de todo el municipio sea el mero desorden urbano. Seg¨²n datos de Octavio Mart¨ªnez, un 40% de la poblaci¨®n (m¨¢s de 600.000 personas) vive en asentamientos irregulares. Las carencias de agua son tales que hay familias que tienen que esperar dos o tres semanas para llenar sus tanques. El basurero municipal se ha desbordado. La planificaci¨®n urbana tiene lagunas ins¨®litas. Al lado de un parque industrial hay una v¨ªa de tren que tiene una hilera de casas (habitadas) a dos metros de los rieles. Todos los d¨ªas pasan por all¨ª locomotoras con carga comercial. La carretera cruza los carriles y no hay una barrera m¨®vil que cierre el paso de los coches cuando viene el tren. Tampoco hay un vigilante. ¡°Nom¨¢s silba el tren y ya, la gente se aparta¡±, explica junto a la v¨ªa Manuel Casta?eda, un soldador de la zona. En otra colonia hay un poblado de casuchas de l¨¢mina. Le llaman Cartolandia Dos. Tambi¨¦n existe Cartolandia Uno, y all¨ª hay todav¨ªa un n¨²mero mayor de casas miserables. Cartolandia Dos est¨¢ asentada sobre conductos de gas y de petr¨®leo. Cartolandia Dos es ilegal. Cartolandia Dos podr¨ªa volar por los aires.
La escuela preparatoria Hermila Galeana, vecina de la secundaria de la que habl¨¢bamos al principio, la Heberto Castillo ¨Centre las dos forman un conjunto escolar a medio camino entre la autogesti¨®n vecinal y los servicios p¨²blicos¨C, es otra muestra del cat¨¢logo de fallas p¨²blicas de Ecatepec. Sus aulas son galpones de tabique con techo de uralita. Los lavabos que usan 150 adolescentes van a dar a una fosa s¨¦ptica. La primera semana de abril, cuando se hizo este reportaje, no hab¨ªa clase y todo estaba lleno de polvo. Hab¨ªa pupitres amontonados uno encima de otro. Los patios son eriales ventosos de tierra seca. El director de la escuela se llama Faustino de la Cruz. Lleva un llavero del Che Guevara en el cintur¨®n. Explica que los estudiantes de su centro vienen de familias rotas, y que algunos tienen problemas con la droga. Seg¨²n De la Cruz, sus alumnos son rechazados en otras escuelas y no tienen otro lugar a donde ir que la suya. Su juicio del estado de la educaci¨®n en la zona es oscuro: ¡°Los chicos se inscriben en secundaria, pero muchos no la terminan por la pobreza y por la violencia intrafamiliar y social, que ya es insostenible en todo el Estado de M¨¦xico¡±.
La violencia ha entrado a golpes en el imaginario de los vecinos de Ecatepec y de su ¨¢rea conurbada. Hasta en los s¨ªmbolos. Ecatepec tiene una estatua de la Virgen de Guadalupe de 16 metros de alto. Pero a unos diez minutos en coche, en el municipio de Tultitl¨¢n, separado de Ecatepec administrativamente pero fundidos los dos en la misma mancha urbana, en el mismo ecosistema, est¨¢ la estatua de la Santa Muerte m¨¢s grande del pa¨ªs: 22 metros de alto en fibra de vidrio. La construy¨® un individuo al que llamaban el Comandante Pantera, asesinado hace cinco a?os en Ecatepec mientras conduc¨ªa su Cadillac. Hoy el santuario sigue funcionando. Un sacerdote del templo, un joven vestido de rapero y con el cuello lleno de rosarios, cuenta que a los criminales de la zona les gusta mucho visitar a la parca. ¡°La Santa Muerte protege a los delincuentes. Ellos vienen a rendirle culto a nuestra flaca, que es la madre que todo lo puede¡±.
La Santa Muerte gigante est¨¢ en una explanada de cemento. Una se?ora entra en el lugar caminando de rodillas. El joven dice que es algo normal. Un agradecimiento a la santa por alg¨²n deseo cumplido. ?l sigue explicando las cosas de su culto. Lo que significan los colores que usan para sus ritos. ¡°El blanco es armon¨ªa. El rojo es amor¡±. Lo dice muy lento. ¡°El amarillo es trabajo. El dorado es dinero. Azul es la claridad de la mente¡±. Esto lo dice como si le relajara. ¡°Y el morado es para los enfermos¡±. Lo ¨²nico que pide este feligr¨¦s de La Muerte, como el padre de familia, como el l¨ªder de taxistas, es que por favor no pongamos su nombre. En Ecatepec, el silencio es una virtud.
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