¡°Tengo mis l¨ªneas rojas y s¨¦ qu¨¦ ceder; de ah¨ª no me mueve nadie¡±

Juan Manuel Santos (Bogot¨¢, 1951) lleva 33 meses en la presidencia de Colombia. Ha pasado el ecuador de su mandato, se acerca el momento en el que deber¨ªa anunciar si se presenta a la reelecci¨®n o no, y mantiene una negociaci¨®n con las FARC, la guerrilla m¨¢s antigua y potente de Am¨¦rica Latina que puede hacerle pasar a la historia de Colombia como el hombre que logr¨® la paz o suponer el fin de su carrera pol¨ªtica. El texto que sigue es fruto de una conversaci¨®n de media hora con el presidente en su residencia oficial, m¨¢s dos charlas en su autom¨®vil durante los viajes de ida y vuelta a un evento en el que su gobierno present¨® los resultados de sus programas contra la pobreza, la otra gran bandera pol¨ªtica de la presidencia de Santos.

1. LA REGI?N Y LA ESTABILIDAD DE VENEZUELA

La retirada de la pol¨ªtica del expresidente brasile?o Luiz In¨¢cio Lula Da Silva y la reciente muerte del mandatario venezolano Hugo Ch¨¢vez, distinta como era la apreciaci¨®n que de ambos ten¨ªa la comunidad internacional, han convertido a Juan Manuel Santos, lo quiera ¨¦l o no, lo reconozca o no, en un l¨ªder sin cuyo concurso no cabe imaginar arreglo alguno en la regi¨®n, le digo para empezar la entrevista.

¡ªYo no me considero un l¨ªder de la regi¨®n. Ni mucho menos. Ser¨ªa muy pretencioso.

¡ª?Pero s¨ª es consciente de la responsabilidad a?adida?

¡ªEntiendo que debo jugar un papel proactivo. Tengo muy buenas relaciones con todos los pa¨ªses; no importa su tendencia ideol¨®gica, inclusive con Venezuela, con Ch¨¢vez y ahora con Maduro, tenemos grandes diferencias en materia de ideolog¨ªa, de forma de ver la vida, la vida econ¨®mica, el modelo de desarrollo; pero respetando esas diferencias, tenemos una magn¨ªficas relaciones y creo que en la medida en que uno pueda contribuir como estamos haciendo en este momento a solucionar problemas y tambi¨¦n a estimular pol¨ªticas que a todos nos convengan, ah¨ª estaremos. Todos esperamos que la situaci¨®n en Venezuela se distensione y se normalice. Una Venezuela distensionada y normalizada le conviene a los venezolanos y a todos los pa¨ªses de la regi¨®n y estamos haciendo todos los esfuerzos para que eso sea posible.

Sostengo grandes diferencias ideol¨®gicas con Maduro, pero respeto esas diferencias y mantenemos excelentes relaciones

M¨¢s de 2.000 kil¨®metros de frontera y un historial de tensiones, bordeando la guerra en ocasiones, explican los desvelos con Venezuela del presidente, quien confes¨® hace un a?o su preocupaci¨®n por que si algo le hubiera de suceder a Ch¨¢vez, la estabilidad del vecino podr¨ªa venirse al traste y la consiguiente anarqu¨ªa devendr¨ªa en desastre para el conjunto de la regi¨®n. ¡°Qui¨¦n me hubiera dicho¡±, le confes¨® Santos al venezolano la ¨²ltima vez que le vio en Cuba, ¡°que yo habr¨ªa de rezar por su salud¡±. La situaci¨®n ahora en Venezuela no hace m¨¢s que deteriorarse, ayer mismo el l¨ªder de la oposici¨®n, Henrique Capriles, acus¨® al candidato del r¨¦gimen, Nicol¨¢s Maduro, de haber robado la elecci¨®n, todo indica que en cualquier momento se puede producir un estallido que ning¨²n mandatario de la regi¨®n desea.

La entrevista se realiz¨® el jueves por la tarde de la semana pasada en la Casa de Nari?o, la residencia oficial del presidente de la Rep¨²blica. Santos estaba a punto de partir a una cumbre en Lima de UNASUR (Uni¨®n de Naciones Suramericanas) esa misma tarde en la que las tensiones postelectorales de Venezuela protagonizaron el encuentro. El presidente ha hecho gestiones, ha hablado con l¨ªderes de la regi¨®n, se ha movilizado para asegurar un entendimiento que evite el estallido. ?Es esa la raz¨®n del temprano reconocimiento por parte de Colombia del triunfo de Maduro, le pregunto, antes incluso de que el r¨¦gimen aceptase una auditor¨ªa de los comicios por la sospecha generalizada de flagrantes violaciones en el proceso electoral?

¡ªNo. El reconocimiento fue producto de la manifestaci¨®n oficial del Consejo Nacional Electoral, que dijo expresamente que por ley ellos anuncian el ganador cuando la tendencia es irreversible y han contabilizado un n¨²mero suficiente de votos. Nosotros tomamos eso como base porque no pod¨ªa ser de otra manera. Una democracia tiene unas reglas de juego que en la elecci¨®n pasada fueron exactamente las mismas reglas y se acataron, se respetaron. ?Por qu¨¦ no va a ser lo mismo ahora a pesar de que la diferencia es menor? Las diferencias peque?as se han visto en muchos pa¨ªses: M¨¦xico con Calder¨®n, inclusive Bush con Al Gore. Cuando una autoridad respetada por las dos partes da un veredicto, la obligaci¨®n de todo el mundo es aceptarlo.

¡ªEstados Unidos ha anunciado que si no hay recuento no reconocer¨¢ a Maduro.

No me parece lo m¨¢s constructivo desconocer al Gobierno de Maduro hasta que haya recuento

¡ªNo me parece que sea lo m¨¢s constructivo. Nosotros esperamos que haya recuento y Maduro, en este momento, ha dicho que s¨ª, que est¨¢ dispuesto al recuento; hemos tratado de estimular que el recuento se pueda efectuar porque eso distensiona y normaliza la situaci¨®n.

Aunque ambos hablamos de recuento, las autoridades venezolanas han dejado meridianamente claro que se trata m¨¢s bien de una auditor¨ªa del proceso en s¨ª, cuyo objetivo no consiste en la revisi¨®n de los resultados ni tampoco en recontar voto alguno. Pero en la reuni¨®n de UNASUR, efectivamente, se fragu¨® un consenso que permiti¨® al r¨¦gimen venezolano aceptar esa auditor¨ªa del proceso electoral tras las s¨®lidas denuncias presentadas por la oposici¨®n de Henrique Capriles. No son pocos ni faltos de criterio o peso pol¨ªtico los observadores que creen que perder por la m¨ªnima es el mejor resultado que ha podido tener ¨¦ste. De haber ganado, sin duda la democracia se hubiese anotado un gran tanto, pero instalarle en el poder, y mantenerle en ¨¦l, con todas las estructuras del chavismo intactas tras 14 a?os de autocracia s¨ª hubiese podido llevar el caos y la inestabilidad a Venezuela y de rebote a toda la regi¨®n. Con el resultado obtenido, Capriles se consolida como alternativa y Maduro, pese a su ret¨®rica, sabe que tiene la mitad del pa¨ªs en contra y una situaci¨®n pol¨ªtica y econ¨®mica que se deteriora a toda velocidad. Es una paradoja, le digo a Santos.

¡ªEs una apreciaci¨®n respetable de quienes dicen eso. S¨ª, sin duda alguna a Capriles le fue mejor ahora de lo que le fue hace unos meses: el haber aumentado su votaci¨®n en t¨¦rminos relativos en forma tan importante, pues es un resultado muy positivo para ¨¦l. Sin duda alguna. Ya en lo otro, son especulaciones donde a m¨ª me queda muy dif¨ªcil de entrar a juzgar.

¡ª?Le queda muy dif¨ªcil por ser presidente de Colombia?

¡ªPues ni m¨¢s ni menos. Y porque no quiero aparecer interfiriendo en los asuntos internos de Venezuela. Yo lo que s¨ª hago y quiero es que Venezuela est¨¦ distensionada, normalizada y que ojala le vaya bien en todo, porque estamos nosotros atados al futuro de Venezuela. Si all¨¢ algo sucede nos afecta inmediatamente a nosotros m¨¢s que a ning¨²n otro pa¨ªs.

2. LA PAZ Y SUS CONSECUENCIAS

Despu¨¦s de 50 a?os de guerrilla, de ataques terroristas sin tregua, de miles de v¨ªctimas y de secuestros, de chantaje a un pa¨ªs y de cerco a sus instituciones, que en los peores momentos corrieron riesgo de derrumbarse, no cabe sorprenderse de que una cierta esquizofrenia se haya instalado en la sociedad colombiana. Dependiendo del encuestador, hasta un 70% de la poblaci¨®n desea un acuerdo con las FARC, aunque porcentajes similares muestran que la confianza en que esta vez se logre es muy escasa. No s¨¦, le digo a Santos, qu¨¦ se da m¨¢s entre los colombianos, si las ganas de lograr la paz o la triste convicci¨®n de que no se va a conseguir.

¡ªYo le dir¨ªa lo siguiente: primero, hacer la guerra es m¨¢s f¨¢cil que hacer la paz. Cuando yo tom¨¦ esta decisi¨®n sab¨ªa de sus dificultades. Sobre todo cuando decidimos negociar en medio del conflicto. Aqu¨ª no hay cese al fuego sino cuando lleguemos a un acuerdo.

¡ªDesde fuera de Colombia resulta dif¨ªcil entender que mientras se negocia en Cuba, aqu¨ª se sigan dando de tiros.

¡ªEsa es una decisi¨®n deliberada m¨ªa, porque ellos est¨¢n pidiendo cese al fuego. ?Por qu¨¦ la tom¨¦? Primero, porque yo creo que un cese al fuego, y la experiencia as¨ª nos lo ha demostrado, lo que hace es prolongar el conflicto; yo quiero exterminarlo lo m¨¢s r¨¢pido posible. Segundo, porque siempre la historia nos ha demostrado que la guerrilla aprovecha mucho el cese al fuego para volverse a oxigenar, para volverse a fortalecer y continuar la lucha armada; yo no quiero eso. Ya hemos aprendido de las lecciones del pasado y por eso he tomado esa decisi¨®n que s¨¦ que genera confusiones pero que a la larga va a ser m¨¢s positiva. Ahora bien, la gente se confunde en un proceso como este porque hay mucha gente que est¨¢ tratando de vender una realidad que no es cierta. Y en un proceso como este, que es discreto, en donde hay un acuerdo entre las dos partes de no divulgar lo que se va acordando en la mesa, pues da pie para mucha especulaci¨®n y para que mucha gente diga que all¨¢ se negoci¨® equis o ye, cuando eso no es cierto. Y eso genera mucho ruido y genera oportunidades para los enemigos del proceso de acrecentar el miedo y de acrecentar el escepticismo, un escepticismo que es v¨¢lido. Yo tambi¨¦n lo tengo.

¡ªEsa es una explicaci¨®n muy racional. ?Pero siente usted lo mismo que razona?

¡ªS¨ª. Lo mismo. Porque la gente dice: ¡°Yo no les creo a las FARC¡±. Y yo les respondo: yo tampoco, en el sentido de que nos han enga?ado muchas veces, pero por eso mismo estamos negociando de la forma como estamos negociando.

Me merece un gran respeto el general ?scar Naranjo. Va a ser miembro de la junta directiva de una fundaci¨®n que yo tengo

Esta misma semana, esto es, con posterioridad a la entrevista, comenz¨® en La Habana la octava ronda de conversaciones entre el Gobierno colombiano y los guerrilleros, despu¨¦s de un mes de receso. A ellas se incorpor¨® Jorge Torres Victoria, alias Pablo Catatumbo, uno de los dirigentes con m¨¢s guerrilleros a su cargo, lo que para los optimistas demuestra que la guerrilla est¨¢ unida en su decisi¨®n de negociar, que el sector duro est¨¢ por el proceso y que el asunto tiene recorrido.

¡ªYo cada vez me convenzo m¨¢s de que s¨ª va a haber paz porque veo que hay voluntad de avanzar, hasta ahora. Pero siempre he obrado con gran dosis de escepticismo y de cautela y creo que esa es la actitud que tengo que mantener hasta llegar al acuerdo final. Eso me obliga a protegerme. Parte de no haber entregado un cent¨ªmetro de nuestro territorio, de no aceptar cese el fuego es en cierta medida una forma de proteger al pa¨ªs en la eventualidad de un fracaso porque si se fracasa continuamos exactamente como ven¨ªamos los ¨²ltimos 50 a?os; esto no nos ha costado nada en materia militar, en materia de ventaja estrat¨¦gica. Por eso son formas de negociar y condiciones en una negociaci¨®n que, yo por lo menos, estoy convencido que son las m¨¢s convenientes. A sabiendas de que genera confusiones.

Resulta probable que parte de la ciudadan¨ªa, en efecto, sufra alg¨²n tipo de confusi¨®n. Pero otra, con el expresidente ?lvaro Uribe por estandarte, no sufre ninguna, sino que considera que Santos est¨¢ traicionando a su pa¨ªs y dilapidando por inter¨¦s electoral, cuando la acusaci¨®n no es m¨¢s gruesa, el legado de su antecesor. La presidencia de Uribe (con Santos como ministro de Defensa) hizo retroceder a los guerrilleros golpe a golpe y dej¨® a las FARC en la posici¨®n de mayor debilidad de su historia. Uribe denuncia de forma incansable el abandono de esa pol¨ªtica de firmeza con decenas de tuits al d¨ªa (cuenta con 2,1 millones de seguidores en esta red social), lo que considera una indignidad y un retroceso en la seguridad de Colombia. El expresidente goza de mucha popularidad, no pocos colombianos sienten gratitud por su ofensiva contra las FARC, aquellos que vieron retroceder a los guerrilleros en sus propias comunidades sienten incluso que Uribe les devolvi¨® la libertad que el conflicto les hab¨ªa arrebatado. Tambi¨¦n el expresidente Andr¨¦s Pastrana se ha sumado a las cr¨ªticas. ?Qu¨¦ les pasa a los expresidentes de este pa¨ªs?, le pregunto a Santos.

¡ªNo, yo no quiero referirme a los expresidentes. Esa pregunta se la dejo a que la respondan otros. Yo, francamente, no entiendo esa actitud.

¡ª?Se imagin¨® alguna vez, en los a?os de colaboraci¨®n con Uribe, conociendo su car¨¢cter, que esto pudiera llegar a pasar?

¡ªNo. No me imagin¨¦ nunca. Sobre todo a los extremos a los que ha llegado.

La historia nos ha demostrado que la guerrilla aprovecha el cese el fuego para volverse a oxigenar, yo no quiero eso

Las cr¨ªticas y acusaciones de Uribe y sus seguidores germinan en suelo f¨¦rtil porque de forma leg¨ªtima muchos colombianos sienten un rechazo instintivo a la idea de que los responsables de las desgracias del pa¨ªs queden exonerados de culpa en la negociaci¨®n de paz, e incluso se puedan dedicar a la pol¨ªtica sin haber purgado antes sus penas. La palabra impunidad centra los acalorados debates, como compruebo en apenas tres d¨ªas en Colombia.

¡ªEsa es la demostraci¨®n, una de muchas, de los instrumentos tan mezquinos que se est¨¢n utilizando por parte de los enemigos de la paz. Est¨¢n diciendo que all¨¢ est¨¢n negociando paz con impunidad sin que ni siquiera hayamos iniciado la discusi¨®n sobre ese tema. Ah¨ª se demuestra claramente c¨®mo los enemigos de la paz est¨¢n utilizando todo tipo de armas innobles en este debate y hemos visto propaganda negra de todo tipo dici¨¦ndole a las fuerzas militares que los van a reducir a su m¨ªnima expresi¨®n, diciendo que les van a quitar todas sus primas y sus beneficios, dici¨¦ndole al pa¨ªs que ya se negoci¨® en Cuba darle a las FARC autonom¨ªa en lo que llamamos las reservas campesinas. Todo eso es una mentira. Y una forma de tratar de envenenar el proceso. Por eso hay que hacer una labor permanente de pedagog¨ªa explic¨¢ndole a la gente que no hay tal. Cuando uno les expone a los colombianos qu¨¦ estamos haciendo y por qu¨¦ lo estamos haciendo y hasta d¨®nde vamos a llegar todos lo aceptan; por eso yo estoy muy confiado.

¡ª?En un proceso de paz, es m¨¢s importante la sabidur¨ªa que la justicia? ?Cu¨¢n dif¨ªcil resulta para el gobernante, para el presidente de la Rep¨²blica, solucionar este dilema?

¡ªYo lo pondr¨ªa de otra forma: d¨®nde traza uno la l¨ªnea entre justicia y paz. Ese es el gran dilema. Ese es el gran desaf¨ªo. Si uno le pregunta a las v¨ªctimas, siempre le van a pedir m¨¢s justicia; si uno le pregunta a las futuras v¨ªctimas, siempre van a pedir m¨¢s paz. ?Cu¨¢nto est¨¢ dispuesto a permitir la sociedad colombiana en materia de sacrificio de la justicia para obtener la paz? Ah¨ª es donde el gobernante, en este caso este servidor, va a tener que decidir; d¨®nde trazo esa l¨ªnea y d¨®nde percibo yo que el pueblo colombiano quedar¨ªa satisfecho en materia de sacrificio y la justicia en aras de la paz. Yo pienso que, de todas formas, la justicia, y eso lo digo como una cuesti¨®n de filosof¨ªa jur¨ªdica, no puede ser un obst¨¢culo para la paz. Esa fue una frase que inclusive o¨ª al propio fiscal Luis Moreno, de la Corte Penal Internacional. La justicia no puede ser obst¨¢culo para la paz; y la paz, al fin y al cabo, es el objetivo m¨¢s sublime que debe tener cualquier sociedad. Adem¨¢s, me reh¨²so a creer que nosotros somos violentos por naturaleza. Yo eso no lo creo. Si llegamos a fracasar en estas negociaciones, me da pena decirlo, yo he demostrado que s¨¦ hacer la guerra. He sido la persona que m¨¢s duro le ha pegado a las FARC en toda su historia, como ministro de Defensa y como presidente.

¡ª?Cree usted que es posible acabar militarmente con las FARC?

¡ªEs posible, pero nos demorar¨ªamos otros 50 a?os. A costa de muchas vidas, de mucha sangre, de parte y parte.

3. LA REELECCI?N. EL FUTURO

Resulta dif¨ªcil, y seguramente artificial, separar este apartado del anterior, pues no pocos observadores consideran que al abrir la negociaci¨®n con las FARC, Santos ha ligado su suerte al resultado de aquella, otros creen que el presidente trata de impulsar su reelecci¨®n precisamente con un improbable y espectacular anuncio antes de que venza su mandato y todos comparten la idea de que ambos procesos se entrelazar¨¢n de forma peligrosa e inextricable. ?Le preocupa esto al presidente?

Cada vez me convenzo m¨¢s de que s¨ª va a haber paz porque, hasta ahora, veo que hay voluntad de avanzar

¡ªNo. No me preocupa porque no creo que eso sea cierto. Las FARC no van a tener en este momento ninguna determinaci¨®n sobre, por ejemplo, si yo acepto o no acepto algo en la mesa. Mis enemigos me han acusado de que por buscar una posible reelecci¨®n, que no la he buscado ni he decidido si me reelijo o no me reelijo, yo est¨¦ haciendo concesiones a las FARC. Eso es una especulaci¨®n mal¨¦vola, muy contraria a mi forma de ser, porque no me conocen, y a la realidad. Yo tengo mis l¨ªneas rojas, yo s¨¦ qu¨¦ se puede ceder y qu¨¦ no se puede ceder desde un principio y desde ah¨ª no me mueve nadie.

¡ªAsumamos que no se presenta usted a la reelecci¨®n. O que se presenta y resulta derrotado. Su legado pol¨ªtico, su puesto en la historia de Colombia, ?no quedar¨¢ de alguna manera ligado a la guerrilla, en caso de que el proceso fracase?

¡ªPues, por supuesto, qu¨¦ bueno ser¨ªa poder entregar este pa¨ªs en paz y para m¨ª ser¨ªa maravilloso, pero yo no voy a buscar eso a cualquier precio. Yo s¨¦ exactamente qu¨¦ es lo que se puede entregar y qu¨¦ es lo que no se puede entregar en la mesa de negociaci¨®n, qu¨¦ es aceptable y qu¨¦ no ser¨ªa aceptable para el pueblo colombiano. Acu¨¦rdese de que eso va a ser refrendado popularmente. Lo que yo s¨ª creo es que el pueblo colombiano cuando vea lo que se logre, si se logra, va a estar detr¨¢s y apoyando en una inmensa mayor¨ªa.

¡ªEn la entrevista que tuvimos a los pocos meses de su mandato usted me dijo que esperaba ver terminada en estos cuatro a?os su tarea, sentir suficiente satisfacci¨®n para el resto de su vida y no tener necesidad de presentarse a la reelecci¨®n.

¡ªEs cierto. Y sigo pensando eso. Qu¨¦ bueno ser¨ªa no tener la necesidad de presentarme a la reelecci¨®n porque pude terminar mi obra de gobierno. Eso ser¨ªa muy satisfactorio. Con esto no le quiero decir que no me vaya a presentar a la reelecci¨®n. Y puede estar, como usted lo mencionaba, muy ligado a qu¨¦ suceda en el proceso de paz. Pero en la medida en que podamos ir cumpliendo con los objetivos, bienvenido sea, porque nos podremos poner, si llego a decidir meterme en la reelecci¨®n, unos objetivos todav¨ªa m¨¢s ambiciosos.

Hacer la guerra es m¨¢s f¨¢cil que hacer la paz. Cuando yo tom¨¦ la decisi¨®n de empezar a negociar sab¨ªa de sus dificultades

¡ª?Qu¨¦ le parecer¨ªa el general ?scar Naranjo [Naranjo es un general retirado de la Polic¨ªa Nacional con un prestigio extraordinario y que se distingui¨® de forma especial en la batalla contra los narcotraficantes] como compa?ero de ticket electoral?

¡ªYo tengo por el general ?scar Naranjo un gran respeto y tenemos una gran amistad. Le voy a dar una chiva [noticia exclusiva]: ¨¦l es miembro o va a ser miembro de la junta directiva de una fundaci¨®n que yo tengo, que se llama la Fundaci¨®n Buen Gobierno, que opera y que va a operar hacia el futuro m¨¢s¡­. pero yo no estoy pensando todav¨ªa en ning¨²n ticket porque no he decidido todav¨ªa si voy o no a la reelecci¨®n.

¡ªCon reelecci¨®n o sin ella, est¨¦ usted al frente o no del pa¨ªs, ?cu¨¢les son los mayores riesgos que ve usted para Colombia en los pr¨®ximos a?os?

¡ªQue no logre concretarse el proceso de paz, que continuemos en este conflicto sin sentido durante mucho tiempo m¨¢s y que estas pol¨ªticas tan agresivas en lo social y tan positivas en lo econ¨®mico, que ya est¨¢n comenzando a dar frutos, de pronto venga alguien y las borre. Si hemos logrado tanto sin haber logrado la paz, imag¨ªnese lo que significar¨ªa lograr la paz. Si todo lo que tenemos ha sido en medio del conflicto, este pa¨ªs ser¨ªa much¨ªsimo mejor si logramos terminar ese conflicto. Se facilitar¨ªan much¨ªsimo estas pol¨ªticas que estamos discutiendo, pol¨ªticas en la reducci¨®n de la pobreza, podr¨ªamos ser mucho m¨¢s audaces en la parte del campo, donde est¨¢ concentrada la mayor cantidad de pobreza, podr¨ªamos atraer much¨ªsima m¨¢s inversi¨®n. El potencial de este pa¨ªs es enorme. Lo estamos aprovechando much¨ªsimo con un conflicto; lo podemos aprovechar mucho m¨¢s sin el conflicto.

4. LA DESIGUALDAD Y SUS CONSECUENCIAS

Son algo m¨¢s de las nueve de la ma?ana. Santos sale por una de las puertas de la Casa de Nari?o a un patio donde le esperan los coches que le llevar¨¢n a un acto oficial, en el que se presentar¨¢n datos sobre la evoluci¨®n de los ¨ªndices de pobreza desde que ¨¦l asumi¨® la presidencia. Viste camisa blanca sin corbata y un chaleco azul, desabrochado, con el logo DPS (Departamento para la Prosperidad Social) y el lema Prosperidad Para Todos en la espalda, grande, destacado. Subimos a su autom¨®vil y le comento la coincidencia: en la entrevista que le hice a los pocos meses de asumir el mando, declar¨® ¨¦l con ¨¦nfasis, y as¨ª lo reflej¨¦ en el t¨ªtulo, lo mucho que Colombia necesita avanzar en justicia social. Y aunque la fecha de esta conversaci¨®n se ha fijado en funci¨®n de mi viaje a Bogot¨¢, la casualidad ha querido que nos dirijamos precisamente a un evento en el que se desglosar¨¢n los avances de su Gobierno en esta materia. Santos se congratula de la coincidencia, explica que hasta hace unos a?os Colombia era el pa¨ªs de Am¨¦rica con mayor grado de desigualdad, s¨®lo por detr¨¢s de Hait¨ª, hace una referencia al pecado que ello supone y concluye con severidad:

Ser¨ªa maravilloso poder entregar este pa¨ªs en paz al pr¨®ximo presidente, pero no voy a buscar eso a cualquier precio

¡ªColombia es la democracia m¨¢s antigua de Am¨¦rica Latina, pero si no somos capaces de disminuir la desigualdad, no hay futuro.

El evento en s¨ª consta de dos partes bien diferenciadas. La primera transcurre sin c¨¢maras de televisi¨®n, que entrar¨¢n luego. En la mesa se sientan una bater¨ªa de expertos, profesores de universidad muchos de ellos, entre los que ocupa un lugar destacado John Hammock, cofundador del Oxford Poverty & Human Development Initiative, un programa dise?ado para medir la evoluci¨®n de la pobreza con m¨²ltiples indicadores, salud, educaci¨®n, vivienda, y no ¨²nicamente ingresos, lo que permite una mejor comprensi¨®n de los problemas, seg¨²n explica ¨¦l mismo. Enfrente ocupan sus lugares no menos de una docena de altos funcionarios del Gobierno.

Santos inicia su discurso con una alusi¨®n a la autoexigencia, a la necesidad de medir la pobreza con indicadores fiables, saluda a los acad¨¦micos de forma especial, mira a sus funcionarios y concluye: ¡°Nos interesa hacer las cosas bien y que lo que hagamos sea bien medido¡±. Comienza una serie de proyecciones de tablas, n¨²meros y gr¨¢ficos cuyo relato se puede sintetizar de la siguiente manera: en los dos ¨²ltimos a?os se ha producido una reducci¨®n de la pobreza sin precedentes en Colombia; por nivel de ingresos, 1,7 millones de personas han salido de esa condici¨®n, lo que deja al 32,7% de la poblaci¨®n como pobres oficiales, cuando la cifra llegaba al 40,3% en 2009; en las 13 ciudades principales del pa¨ªs, el nivel de pobreza fue el a?o pasado del 18,9%, por primera vez por debajo del 20%, cuando en 2009 estaba en el 25,6%; m¨¢s de 700.000 personas han abandonado la pobreza extrema. Santos sigue las explicaciones, no entiende bien algunos de los gr¨¢ficos que se presentan, pide aclaraciones, se las dan, y cuando un resultado le parece extraordinario, se dirige al funcionario en cuesti¨®n.

¡ªEsto, ?por qu¨¦ no lo hemos contado as¨ª?

¡ªYo s¨ª lo he hecho.

¡ªPues no se le ha o¨ªdo.

No quiero decir que no me vaya a presentar a la reelecci¨®n, puede estar muy ligado a la marcha del proceso de paz

El robusto crecimiento econ¨®mico en Colombia en los ¨²ltimos a?os explica en parte estos resultados. Pero, como subrayan los expertos que asisten a la sesi¨®n, los esfuerzos gubernamentales han logrado tambi¨¦n reducir la desigualdad. En otros pa¨ªses con crecimiento suben los ingresos, pero tambi¨¦n la desigualdad, como en Estados Unidos, explica el profesor de Oxford. Seg¨²n los datos presentados, Colombia es desde 2010 el segundo pa¨ªs del mundo que mejor¨® m¨¢s la distribuci¨®n del ingreso tras Ecuador, seg¨²n el coeficiente de Gini, de nombre abstruso para la mayor¨ªa, pero que los expertos consideran el indicador m¨¢s fiable para medir esta magnitud.

Mientras se siguen sucediendo las tablas de datos, Santos explica que la autoexigencia de la que habl¨® antes le llev¨® a crear con la Universidad de Oxford el ¨ªndice de pobreza multidimensional cuyos resultados se proyectan hoy en una pantalla en el centro de formaci¨®n profesional en el que se celebra el acto. El profesor Hammock me dir¨¢ luego en un aparte:

¡ªEn esto Colombia est¨¢ realmente en la vanguardia.

El presidente explica que la reforma fiscal que ahora entra en vigor mejorar¨¢ estos resultados en los pr¨®ximos a?os, que el sistema tributario anterior era regresivo, la distribuci¨®n del ingreso empeoraba despu¨¦s de pagar impuestos, y que el cambio no se ha hecho por la angustiosa necesidad de ingresos que suele impulsar las modificaciones en la fiscalidad en cualquier latitud. Colombia registr¨® el a?o pasado un super¨¢vit fiscal del 0,45%, el m¨¢s elevado desde que hay registros p¨²blicos, y el pa¨ªs goza de una de las econom¨ªas m¨¢s saneadas de la regi¨®n, resultado de diez a?os de elevados precios de las materias primas que exporta, la credibilidad macroecon¨®mica que exhala y el retroceso constante de la guerrilla. ¡°Como exministro de Hacienda¡±, medio bromea Santos, ¡°puedo decir que todas las reformas anteriores eran fruto de una angustia fiscal. Con que me consiga ingresos, haga lo que quiera en el Congreso. Es la primera vez que no hacemos una reforma para aumentar los ingresos¡±.

Colombia es la democracia m¨¢s antigua de Am¨¦rica Latina, pero si no somos capaces de reducir la desigualdad, no hay futuro

Acaba la primera parte del evento, salen los expertos y entran familias, mujeres y ni?os, beneficiarios todos ellos de alguno de los m¨²ltiples programas sociales del Gobierno colombiano. Entran tambi¨¦n las c¨¢maras de televisi¨®n. Por turnos, los invitados dan las gracias al presidente, formulan sus peticiones ¡ª¡°que salgan muchos programas m¨¢s para las familias m¨¢s pobres¡±, dice una mujer; una adolescente con un castellano exquisito y una articulaci¨®n extraordinaria habla de ¡°los sue?os que anhelamos¡±¡ª, los ni?os se aburren y se impacientan ante la misma retah¨ªla de datos que vuelve a desfilar por la pantalla para los periodistas que se acaban de incorporar, se anuncian entregas de viviendas para los m¨¢s desfavorecidos ¡ª¡°a los pobres de Colombia no les fallaremos¡±¡ª y, aunque el presidente afirmar¨¢ luego en la entrevista que no ha decidido si se presenta o no a la reelecci¨®n, un ligero perfume a campa?a electoral comienza a impregnar la sala. ¡°Tenemos la inflaci¨®n m¨¢s baja en medio siglo, tenemos un desempleo que ha descendido en los 33 meses que llevamos de gobierno, mes tras mes, sin interrupci¨®n, hemos creado dos millones de empleos, hemos logrado un super¨¢vit fiscal, tenemos el ¨ªndice de miseria m¨¢s bajo¡±. Acaba el acto, los periodistas se van, las familias son acompa?adas fuera del recinto y volvemos a la residencia oficial. En el coche, el presidente insistir¨¢ en una idea a la que ya ha hecho referencia en el acto.

¡ªYa somos un pa¨ªs normal, no un pa¨ªs vergonzante y vergonzoso con la desigualdad. Esto es m¨¢s importante que dar de baja al n¨²mero uno y al n¨²mero dos de las FARC, m¨¢s importante que el super¨¢vit. Para m¨ª, este d¨ªa es tal vez el m¨¢s importante que he tenido en los 33 meses de gobierno que llevo.