Berlusconi logra pocas carteras, pero se consolida como socio ineludible
El nuevo Gobierno depender¨¢ de los votos de la formaci¨®n de Il Cavaliere

El centroizquierda italiano no puede estar feliz. De nuevo, como aquel 11 de noviembre de 2011 y los 15 tristes meses que siguieron bajo la batuta estricta de Mario Monti, el Partido Democr¨¢tico (PD) ¡ªo lo que va quedando de ¨¦l¡ª da una lecci¨®n de sentido de Estado, de responsabilidad, de anteponer los intereses de Italia a los suyos propios. Pero el verdadero resultado es que, una vez m¨¢s, Silvio Berlusconi vuelve a salirse con la suya. Lo relevante no es que nueve ministros ¡ªincluyendo a Enrico Letta¡ª pertenezcan al centroizquierda frente a solo cinco del Pueblo de la Libertad (PDL) y tres de Monti; lo crucial es que la llave del ox¨ªgeno sigue estando en manos de quien durante las ¨²ltimas dos d¨¦cadas manej¨® a su antojo la pol¨ªtica italiana. Cuando gan¨® en las urnas y tambi¨¦n cuando, como en esta ocasi¨®n, perdi¨®.
Pier Luigi Bersani, y tambi¨¦n Enrico Letta, juraron durante la pasada campa?a electoral que jam¨¢s pactar¨ªan con Berlusconi. ?Cu¨¢ntos de sus electores los votaron creyendo que ser¨ªa as¨ª y ahora se sienten estafados? Tambi¨¦n se puede hacer la pregunta al rev¨¦s. ?Cu¨¢ntos de los electores del PD hubiese estado de acuerdo con que el centroizquierda se tirase al monte leg¨ªtimo de su no rotundo a Berlusconi impidiendo la gobernabilidad de Italia en un momento tan dif¨ªcil como este? La intersecci¨®n entre las dos preguntas se llama Enrico Letta. Su Gobierno huele a vieja Democracia Cristiana, y tambi¨¦n a chantaje de Berlusconi, y a influencia f¨¦rrea de los poderes fuertes, pero tambi¨¦n tiene un aroma de esperanza y de renovaci¨®n y de brindis por una Italia solidaria y abierta que se encarna en el rostro negro y sonriente de Cecile Kyenge.
Lo dif¨ªcil para Enrico Letta no era formar un buen gobierno ¡ªsi¨¦ndolo, y mucho¡ª, lo dif¨ªcil viene a partir de ma?ana. No solo venciendo el escepticismo de sus compa?eros de partido y obteniendo la confianza de la C¨¢mara de Diputados y del Senado, sino aventur¨¢ndose a navegar con una embarcaci¨®n construida a retales.
El Gobierno de Letta no solo tiene por delante el desaf¨ªo del trabajo, de la pobreza, de la deuda, de los miles de j¨®venes sobradamente preparados que tienen que buscar fuera lo que en su pa¨ªs no encuentra, sino tambi¨¦n tiene el reto de la credibilidad. La reforma electoral, la reducci¨®n de los costes de la pol¨ªtica, la supresi¨®n de un sistema bicameral que convierte al pa¨ªs en ingobernable¡ Pero tambi¨¦n tiene que abordar asuntos legislativos y judiciales que chocan frontalmente con los intereses privados de Berlusconi. ?Ser¨¢ capaz Letta de adoptar medidas en contra de uno de sus patrocinadores? O, mejor, ?ser¨¢ capaz su vicepresidente y ministro del Interior, Angelino Alfano, de actuar ¡ªllegado el momento¡ª con sentido de Estado y no de pertenencia a su jefe pol¨ªtico?

Hay m¨¢s dudas razonables. No solo sobre cu¨¢nto puede durar un Gobierno as¨ª, sino c¨®mo va a tomar el electorado de izquierdas, llegado el momento, una decisi¨®n as¨ª por parte del PD. ?Lograr¨¢ Beppe Grillo rentabilizar un caos que ha contribuido a plantar? El c¨®mico y bloguero llora por las esquinas diciendo que el acuerdo entre el PD y PDL tira a la basura los ocho millones de votos que logr¨® en las elecciones su Movimiento 5 Estrellas. Pero, ?qu¨¦ hizo ¨¦l con esos ocho millones de votos cuando Pier Luigi Bersani se los pidi¨® prestados para librarse de una vez de Silvio Berlusconi?
Con una camisa azul, despechugado, rodeado de guardaespaldas tras hablar con Letta, m¨¢s moreno que de costumbre por el sol de Dallas tomado en compa?¨ªa de su amigo Jos¨¦ Mar¨ªa Aznar, Berlusconi salud¨® exultante a los partidarios que lo aclamaban a la puerta de su palacio romano. ¡°?No te vayas!¡±, le ped¨ªa una partidaria. Nada que temer. No se ir¨¢.
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