En las tripas del bicho nazi
Los neonazis que asesinaron a 10 personas en Alemania pertenecieron a una organizaci¨®n llamada Blood and Honour
Los terroristas neonazis que entre 2000 y 2007 asesinaron a 10 personas por toda Alemania pertenecieron a una organizaci¨®n llamada Blood and Honour (en ingl¨¦s: Sangre y honor, el lema de las Juventudes de Hitler). La u intercalada delata su origen brit¨¢nico, pero desde su fundaci¨®n hace 26 a?os se ha extendido por el mundo con su ideolog¨ªa racista, antisemita y violenta. En el ambiente ultra los tienen por una suerte de ¨¦lite, porque se cuidan un poco m¨¢s que el neonazi tabernero medio y dicen contar con un brazo paramilitar llamado Combat 18. El 18 representa las iniciales de Adolf Hitler por su lugar en el alfabeto. Propugnan la ¡°resistencia aut¨®noma¡± de peque?os grupos violentos.
Alemania ilegaliz¨® Blood and Honour hace 13 a?os, pero las autoridades saben que a¨²n cuenta con m¨¢s de 200 afiliados. 30 de ellos en Turingia, el land oriental de donde proced¨ªan Uwe B?hnhardt, Uwe Mundlos y Beate Zsch?pe. Ella es la ¨²nica superviviente de la banda nazi que, impune durante m¨¢s de una d¨¦cada, coloc¨® dos bombas, atrac¨® 14 bancos y asesin¨® a 8 personas de ascendencia turca, a un griego y a una agente policial. Zsch?pe est¨¢ siendo procesada en M¨²nich, pero no ha abierto la boca desde que se entreg¨® a la polic¨ªa tras la muerte de sus compinches en 2011. Su silencio es t¨ªpico de organizaciones como Blood and Honour, de las que se sabe poco.
M¨¢s famoso es el Ku-Klux-Klan, una sociedad secreta estadounidense retratada en libros y pel¨ªculas como Django Unchained, la ¨²ltima de Quentin Tarantino. Un alem¨¢n llamado Carsten Szczepanski se dec¨ªa ¡°l¨ªder¡± de esta organizaci¨®n en su pa¨ªs, con el abstruso t¨ªtulo de ¡°Gran Drag¨®n¡±. Tambi¨¦n particip¨® en la organizaci¨®n de Blood and Honour en el land de Brandeburgo. Viejo conocido de la polic¨ªa, expres¨® su vocaci¨®n intentando asesinar a un joven nigeriano, que estuvo a punto de morir en 1995 porque es negro. Szczepanski fue condenado a ocho a?os de c¨¢rcel por su ataque. A¨²n no hab¨ªa dejado la prisi¨®n cuando los servicios secretos de Brandeburgo lo reclutaron como informante en 1997. Cobraba m¨¢s de 500 euros mensuales por suministrar datos a los esp¨ªas.
Un sueldo que, pese a la truculencia de tener en n¨®mina a un nazi homicida, habr¨ªa estado bien invertido si los servicios secretos hubieran valorado su aviso de que los neonazis Mundlos, B?hnhardt y Zsch?pe estaban comprando armas. Pero los esp¨ªas de Brandeburgo no movieron un dedo ni pasaron esta informaci¨®n a la polic¨ªa, de modo que el tr¨ªo se puso tranquilamente a asesinar turcos a lo largo y ancho de la pujante Alemania reunificada. El presidente de la Comisi¨®n parlamentaria que investiga estos cr¨ªmenes neonazis en el Bundestag, el socialdem¨®crata Sebastian Edathy (SPD), pon¨ªa en abril esta negligencia clamorosa como ejemplo de lo que debe cambiar en las agencias de seguridad alemanas.
Los servicios de informaci¨®n son muy discretos. El de Baviera, por ejemplo, lamentaba el martes ante este peri¨®dico la publicaci¨®n de un informe confidencial obtenido por el semanario Der Spiegel, que recoge las actividades hasta 2003 de uno de los l¨ªderes de Blood and Honour en el norte de Baviera. Al parecer arrepentido de haber sido nazi, acudi¨® a las autoridades para que lo ayudaran a dejar la escena. A cambio les cont¨® su vida.
Dice que pagaban treinta marcos (unos 15 euros) mensuales al grupo. Se iban de excursi¨®n al monte y vivaqueaban por ah¨ª, a veces disfrazados con capirotes del Ku-Klux-Klan. Escuchaban m¨²sica skin. Difundieron en Alemania ideas de ¡°resistencia armada¡± como la que puso en pr¨¢ctica el tr¨ªo de Zsch?pe. El exneonazi explic¨® a los agentes que ¨¦l nunca quiso ¡°una vida asentada¡±. Tambi¨¦n asegura que no era nazi por ideolog¨ªa sino por af¨¢n de destacar. A?ade que, pese a sus lemas de ¡°honor y lealtad¡±, los nazis de Blood and Honour consum¨ªan drogas, cultivaban las infidelidades sexuales con parejas de sus camaradas y, a menudo, viv¨ªan de los subsidios p¨²blicos para parados cr¨®nicos.
De cerca, estos nazis asesinos parecen banales. Los familiares de sus v¨ªctimas saben demasiado bien que las consecuencias de sus actos no lo son.
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