Devotos dem¨®cratas
El musulm¨¢n del siglo XXI es dem¨®crata y moderno, pero quiere la ¡®shar¨ªa¡¯ y a la mujer, sometida
Todo va llegando por sus pasos, cansinos, imperfectos, a veces imperceptibles. T¨¦rminos que a muchos se antojan de dif¨ªcil compatibilidad, como islam y democracia, van encajando poco a poco. Este s¨¢bado unos 86 millones de ciudadanos est¨¢n convocados a las urnas en Pakist¨¢n, la segunda naci¨®n isl¨¢mica del mundo, donde en toda su historia ni una sola legislatura ha podido terminar, gracias a los sucesivos golpes militares. Esta vez, a pesar de la dureza de la campa?a, de los numerosos atentados terroristas, de la descorazonadora corrupci¨®n que all¨ª como aqu¨ª aleja a los ciudadanos de la participaci¨®n, los paquistan¨ªes coronar¨¢n un relevo civil esperanzador.
Pakist¨¢n ocupa el puesto 108, justo delante de Egipto y seis casillas por delante de Irak, en la clasificaci¨®n de los pa¨ªses por su calidad democr¨¢tica que realiza el semanario brit¨¢nico The Economist. Se le considera un r¨¦gimen h¨ªbrido, que combina caracter¨ªsticas de las democracias con otras de las dictaduras, categor¨ªa en la que tambi¨¦n est¨¢n otros pa¨ªses de mayor¨ªa musulmana, como Turqu¨ªa (puesto 88), L¨ªbano (99), Palestina (103) o Marruecos (115). Ha salido ya de la categor¨ªa de los reg¨ªmenes autoritarios, pero no alcanza todav¨ªa la segunda divisi¨®n de las democracias imperfectas con que se reconoce a los tambi¨¦n isl¨¢micos Indonesia (53) y Malasia (64).
El futuro de la democracia en Pakist¨¢n interesa m¨¢s all¨¢ de sus fronteras por variadas razones que tienen que ver con la seguridad mundial. Es la ¨²nica potencia nuclear isl¨¢mica. Ha sido residencia principal de Al Qaeda, al menos hasta la muerte de Bin Laden, y probablemente lo sigue siendo en las zonas tribales que hacen frontera con Afganist¨¢n. Es un campo de batalla central en la guerra de los drones que libra la CIA contra la organizaci¨®n terrorista y sus aliados. Su disputa territorial con India por Cachemira, fraguada en la sangrienta y tumultuosa fundaci¨®n de los dos enormes Estados vecinos, mantiene un potencial de confrontaci¨®n b¨¦lica formidable, tras haber lanzado ambos pa¨ªses a la guerra uno contra el otro en cuatro ocasiones. Aunque tiene todas las instituciones que conforman una democracia moderna, mantiene el poder el deep state, el Estado profundo, conformado por el Ej¨¦rcito y los servicios secretos, como sucede en otros pa¨ªses isl¨¢micos como Egipto o Argelia.
La estabilidad y el ¨¦xito relativo que pueda tener la democracia paquistan¨ª interesa como campo de prueba sobre el futuro de la democracia en los pa¨ªses musulmanes, justo cuando se extiende la decepci¨®n tras las esperanzadas revueltas ¨¢rabes de 2011. Uno de cada cuatro habitantes del planeta es musulm¨¢n, pero en 40 a?os ser¨¢ uno de cada tres. A la vista de la evoluci¨®n demogr¨¢fica, m¨¢s nos valdr¨ªa que islam y democracia fueran encajando, aunque sea lentamente, porque en caso contrario, como no cesan de predicar las casandras del choque de civilizaciones, las cosas se pondr¨¢n feas cuando lleguemos al c¨¦nit del siglo XXI.
Los signos para la inquietud no surgen de meras intuiciones. El prestigioso Pew Center ha culminado la pasada semana un amplio estudio sobre los musulmanes en el mundo, con entrevistas individuales a una muestra de 38.000 personas en 39 pa¨ªses, todos con m¨¢s de 10 millones de poblaci¨®n musulmana, a excepci¨®n de Argelia, China, India, Ir¨¢n, Arabia Saud¨ª, Sud¨¢n, Yemen y Siria. Del trabajo surge el retrato robot del devoto musulm¨¢n del siglo XXI, que combina un amplio apoyo a la democracia con su adhesi¨®n a la shar¨ªa o ley isl¨¢mica, incluyendo castigos corporales; su adhesi¨®n a la modernidad tecnol¨®gica e incluso a la cultura occidental con el rigorismo moral y la sumisi¨®n de la mujer.
Los datos sobre los paquistan¨ªes son especialmente relevantes, pues all¨ª aparecen los creyentes m¨¢s devotos y dogm¨¢ticos. Para un 81% la shar¨ªa es la palabra revelada de Dios, la cifra m¨¢s elevada de los 39 pa¨ªses consultados, y para un 84% debe ser la ley oficial de su pa¨ªs. Son mayor¨ªa en cambio quienes piensan que no debe aplicarse a los no musulmanes (64% frente a un 34%), y todav¨ªa m¨¢s amplia (96%), la de quienes se manifiestan partidarios de que los no musulmanes practiquen libremente su religi¨®n. Tambi¨¦n son los m¨¢s fervientes partidarios de aplicar castigos corporales como la flagelaci¨®n o la amputaci¨®n, con un 88%, seguidos de los afganos con el 81 y los palestinos con el 76. Lo mismo sucede con la lapidaci¨®n por adulterio, que aplaude un 89%. Y son algo m¨¢s moderados a la hora de aplicar la pena de muerte a quienes apostaten del islam: un 76% a favor, diez puntos menos que en Egipto.
Pakist¨¢n tambi¨¦n se halla en la franja alta de los pa¨ªses donde hay mayor preocupaci¨®n por el extremismo isl¨¢mico, en perfecta correlaci¨®n con la realidad del pa¨ªs. Un 14% justifica los atentados suicidas, proporci¨®n relativamente baja en comparaci¨®n con pa¨ªses de la misma ¨¢rea como Bangladesh (26%) y Afganist¨¢n (39%) y no digamos ya con el caso realmente alarmante de Egipto (29%) y sobre todo Palestina (40%), el m¨¢s elevado de los 39 pa¨ªses consultados.
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