A la caza del ¡®d¨®lar Messi¡¯
Miles de argentinos viajan a Uruguay para sacar divisas de los cajeros autom¨¢ticos y revenderlas de vuelta en su pa¨ªs al doble del cambio oficial
El locutor uruguayo de Radio Colonia Fredys Cabrera asegura que no hab¨ªa visto nunca a tantos argentinos haciendo cola ante las puertas de los bancos uruguayos desde 2001, cuando el corralito cerr¨® el acceso a sus ahorros. La situaci¨®n de Argentina ahora es muy distinta a la de entonces. En los ¨²ltimos diez a?os, bajo los Gobiernos de N¨¦stor Kirchner y Cristina Fern¨¢ndez, el pa¨ªs ha crecido un promedio del 7,2%. Y el desempleo descendi¨® del 17,3% al 7,3%. Sin embargo, en las calles de esta localidad uruguaya de apenas 25.000 habitantes llamada Colonia del Sacramento se puede ver cada d¨ªa a cientos de argentinos haciendo cola delante de los cajeros autom¨¢ticos para retirar d¨®lares. El centro hist¨®rico de Colonia fue declarado por la Unesco Patrimonio de la Humanidad en 1987. Pero desde hace un par de meses se ve a mucha m¨¢s gente sacando dinero que sacando fotos.
El negocio es muy sencillo: el d¨®lar oficial en Argentina cuesta 5,21 pesos. Pero su acceso en Argentina se fue restringiendo cada vez m¨¢s desde octubre de 2011. Ahora es casi imposible conseguirlo a ese precio. La ciudad m¨¢s cercana de Uruguay es Colonia. Queda a 45 kil¨®metros de Buenos Aires y un ferry tarda solo una hora en llegar. El billete del barco puede costar entre 400 y 650 pesos (desde 30 a 50 euros, seg¨²n el cambio paralelo). A partir de ah¨ª todo son ganancias. Con la comisi¨®n del banco y las retenciones fiscales, el d¨®lar del cajero se pone en 6,40 pesos. Pero al volver a Buenos Aires, en el barco de la tarde, ese mismo billete se puede revender en la calle por m¨¢s de 10 pesos, el doble del precio oficial, con lo que se le sacar¨ªa un 60% de beneficios. La clave del negocio radica en que mientras el d¨®lar oficial se mantiene estable, el del mercado negro rompi¨® la barrera de los ocho pesos en febrero, la de los nueve en abril y revent¨® el techo de los diez pesos en la ma?ana del martes. Lo que se ha bautizado ya como el d¨®lar Messi no conoce l¨ªmites. Oli¨¦ndose el negocio, una naviera ha lanzado promociones para viajar a Colonia.
A las diez de la ma?ana en la avenida General Flores hay 22 personas esperando ante un cajero autom¨¢tico. Un cliente se meti¨® con su mochila hace media hora y a¨²n no sale. Nadie protesta. Saben que menos de cinco o diez minutos no va a tardar nadie. Cada persona lleva sus dos o tres tarjetas propias, m¨¢s las de los familiares y amigos, con los correspondientes PIN escritos en alg¨²n lugar. ¡°Los martes es un buen d¨ªa para venir¡±, comenta uno de los que esperan. ¡°Los fines de semana hay demasiada gente. Y los lunes a¨²n no han repuesto los cajeros¡±. La ¨²ltima de esas 22 personas tardar¨¢ cuatro horas en que le llegue su turno. Para entonces, el tama?o de la cola se habr¨¢ doblado con la llegada de los viajeros de otros ferries menos madrugadores.
La mayor¨ªa, de clase media, intenta evitar que la inflaci¨®n devore su salario
Una se?ora venezolana aguarda en la acera con su marido. Explica que si en Argentina la brecha entre el oficial y el paralelo es ya del 100%, en Venezuela roza el 500%. ¡°Ac¨¢ vamos por el mismo camino que ustedes¡±, le dicen. ¡°Pero all¨¢ los controles son m¨¢s fuertes que en Argentina¡±, responde ella. ¡°Si sacamos d¨®lares en el extranjero tenemos que dar cuenta de en qu¨¦ hemos gastado esos d¨®lares¡±. En Argentina, los controles y l¨ªmites tambi¨¦n se han endurecido. Pero la gente sigue encontrando rendijas para escapar de ellos.
La causa que subyace tras estas restricciones al d¨®lar oficial es el d¨¦ficit energ¨¦tico. El a?o pasado rond¨® los 10.000 millones de d¨®lares, cifra equivalente al super¨¢vit comercial que necesita el pa¨ªs para no verse obligado a solicitar cr¨¦ditos en el exterior a tasas elevad¨ªsimas de inter¨¦s. Y este a?o se prev¨¦ un d¨¦ficit que supere los 12.000 millones. El Gobierno necesita d¨®lares para alimentar esa gran boca energ¨¦tica. Pero los que est¨¢n en las colas de Colonia dicen que tambi¨¦n necesitan d¨®lares para escapar de la inflaci¨®n. Afirman que no pretenden revenderlos, solo guardarlos. Tratan, simplemente, de ahorrar.
La mayor¨ªa son ciudadanos de clase media. ¡°Una gasta demasiada energ¨ªa en pensar c¨®mo evitar que la inflaci¨®n devore mi salario¡±, explica una mujer de unos treinta a?os. ¡°Yo no pretendo ser ninguna experta financiera. Y que yo tenga que empaparme de los intereses que dan los bonos es una locura. Llegar con la mochila a Buenos Aires y bajarte en el puerto con la cara de miedo a que te roben es una locura¡±.
El Gobierno asegura que la relevancia del d¨®lar paralelo dentro de la econom¨ªa argentina es insignificante, que apenas mueve entre un 3% y un 5% de los d¨®lares que circulan en el mercado. Sin embargo, no deja de ensayar medidas para ponerle freno. Hasta ahora, todas han fracasado. El d¨®lar Messi contin¨²a su carrera hacia arriba sin detenerse en la barrera de los 10 pesos.
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