Hollande, un a?o aislado en El El¨ªseo
Un documental, que se rod¨® durante nueve meses en la sede presidencial, refleja el aislamiento del jefe del Estado franc¨¦s y de su joven equipo
En un sano ejercicio de transparencia, Fran?ois Hollande acept¨®, tres semanas antes de ganar las elecciones de hace un a?o, que un equipo cinematogr¨¢fico filmara, sin m¨¢s barreras que las que marca la seguridad nacional, los primeros meses de su presidencia en el El¨ªseo. El resultado es el documental titulado Le pouvoir ¡ªel poder¡ª, que se estren¨® el mi¨¦rcoles en 15 ciudades francesas y que se ve como un retrato fiel, gris, mon¨®tono, a ratos gracioso y otras veces angustioso, de las bambalinas de un poder de otro tiempo, sometido a un escenario y unos ritos de estirpe napole¨®nica, y ejercido por un hombre incapaz de levantar la voz, siempre discreto y sereno, la ant¨ªtesis de Sarkozy o de Napole¨®n.
Dirigido por Patrick Rotman, guionista de La Conquista, la ficci¨®n que cont¨® el ascenso al poder de Nicolas Sarkozy, y por el periodista Pierre Favier, Le Pouvoir narra los primeros nueve meses de presidencia ¡°normal¡±: empieza el 15 de mayo con el traspaso de poderes y la salida de Sarkozy y Carla Bruni del palacio, y acaba en enero de este a?o, cuando arrecia la crisis econ¨®mica y la popularidad de Hollande se hunde hasta cifras nunca vistas.
Hollande y el Palacio del El¨ªseo ¡ªdonde trabaja pero no vive¡ª copan los 110 minutos que dura el documental. El ch?teau ¡ªel castillo¡ª y el soberano laico parecen jugar una partida de ajedrez desigual. El l¨ªder socialista aparece al principio relajado, amable y bromista: un presidente dialogante, nada autoritario, pedag¨®gico y con capacidad de liderazgo, y mucho m¨¢s amante de los papeles ¨Cque inundan su mesa- y de la pluma ¨Crepasa personalmente todos los discursos que pronuncia- que de los ordenadores. Pero, seg¨²n avanza el documental, la sensaci¨®n es que el palacio impone su ley, y convierte a Hollande en una especie de prisionero del El¨ªseo, en un presidente de paso, cada vez m¨¢s aislado del exterior y m¨¢s ce?ido a un reducido equipo de tecn¨®cratas que no osa rechistar sus comentarios.
La c¨¢mara de Romain Winding, premio C¨¦sar a la mejor fotograf¨ªa por Adi¨®s a la Reina, est¨¢ casi siempre dentro del despacho de Hollande, lo que aumenta la impresi¨®n de soledad. El presidente recibe al primer ministro y a los titulares de Exteriores o Econom¨ªa, estrecha un d¨ªa tras otro la mano de camareros, escoltas y ujieres; se esfuerza por ejercer el poder en voz baja y prefiere proponer a imponer. Pero nadie, ni siquiera sus amigos m¨¢s cercanos, se permite una licencia. Todos le llaman ¡°se?or presidente¡±. El propio Hollande, cuya voz en off se oye en algunos fragmentos, recuerda que cuando lleg¨® al El¨ªseo en 1981 para trabajar como asesor de Jacques Attali, tuvo ¡°la sensaci¨®n de que el tiempo se hab¨ªa parado¡±.
El marcaje de los autores del documental es f¨¦rreo sin ser exhaustivo: se ven numerosas reuniones y se oyen algunas conversaciones, pero cuando se entra de verdad en materia, la c¨¢mara retrocede y los ujieres cierran las puertas (que son dobles para que no se oiga nada). Aunque Hollande anima a sus colaboradores, casi todos diplomados de la Escuela Nacional de Administraci¨®n (ENA), a no encerrarse en el palacio, las im¨¢genes son casi siempre un retrato de interior antiguo, con ara?as, m¨¢rmoles, dorados, cortinas, alfombras y alguna televisi¨®n de plasma. Hay tambi¨¦n un par de viajes, a Nueva York en el avi¨®n presidencial y a Bruselas en el tren ¡°normal¡±. Pero no mitigan, m¨¢s bien al contrario, el sentimiento de que el jefe del Estado vive en una burbuja.
Pese al privilegio de la cercan¨ªa, Rotman eligi¨® la frialdad como m¨¦todo de trabajo: muchos planos largos con la c¨¢mara fija para mostrar al personaje central ¨Cel decorado-, y muchos primeros planos sobre las caras del presidente y los secundarios. ¡°La puesta en escena refleja el sentimiento extra?o que se siente en el El¨ªseo¡±, ha explicado. ¡°El contraste entre ese lugar que parece inmutable, fuera del tiempo, con sus rituales anticuados, y la intensidad de lo que se decide: lo eterno y lo inmediato, la historia y la actualidad¡±.
Hollande, sus 41 asesores y sus c¨®nyuges vieron la pel¨ªcula el martes en el El¨ªseo. Seg¨²n cuenta este viernes Le Monde, al presidente le extra?¨® que los directores quedaran fascinados por la entrada y salida de coches al patio de piedrecitas del palacio. Sus ayudantes, en cambio, est¨¢n molestos: ¡°Parecemos unos asesorcitos totalmente in¨²tiles¡±, dijo uno.
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