Peligroso antigermanismo
La xenofobia antialemana que se est¨¢ desarrollando sobre el filo de la crisis del euro se asienta ¨²nicamente sobre prejuicios est¨²pidos
?Uno de los efectos de la crisis actual que deber¨ªamos tener en cuenta es el auge de la xenofobia y el resentimiento entre los pueblos europeos. Reviste, por un lado, el rostro de la xenofobia declarada, orgullosa de s¨ª misma, en la ret¨®rica de los partidos de la extrema derecha nacionalista, que contemplan la crisis del euro como la confirmaci¨®n de sus previsiones apocal¨ªpticas sobre la desaparici¨®n de la identidad nacional. Por otro lado, se trata del auge de una ideolog¨ªa chovinista dura, o mejor dicho, de una xenofobia soft, resultado de las pol¨ªticas nacionales puestas en marcha por los Gobiernos y por la forma en que la crisis es explicada a los pueblos por estos mismos gobernantes.
Si dejamos de lado la primera forma de xenofobia, que tiene que ver con el racismo cl¨¢sico del extremismo conservador, lo parad¨®jico es que la xenofobia soft de los pa¨ªses ricos encuentra eco en la actitud, tambi¨¦n nueva, adoptada por sectores importantes de la opini¨®n p¨²blica en los pa¨ªses del sur de Europa. El significado de fondo es similar y se concentra esencialmente en torno a dos ejes: el del discurso dominante del Norte de Europa, que sostiene que los ciudadanos est¨¢n pagando la crisis por las sociedades del Sur; y el de la ret¨®rica inversa, desarrollada en los pa¨ªses con dificultades financieras, que acusa al Norte de comportamiento insolidario y dominante.
En este contexto, Alemania est¨¢ en primera l¨ªnea. La pol¨ªtica de la se?ora Merkel y la forma autoritaria con la que la est¨¢ imponiendo a los dem¨¢s, y la brutalidad de sus comentarios, tachando p¨²blicamente a los pueblos del sur de perezosos, contribuyen obviamente a fortalecer la convicci¨®n de la opini¨®n p¨²blica de que hay algo podrido en el ambiente europeo.
Adem¨¢s, esta actitud del gobierno alem¨¢n frente a la crisis hace creer a los propios ciudadanos alemanes que se les est¨¢ protegiendo de los latinos derrochadores (¡°gastan y no saben gestionar¡±). Nada m¨¢s sencillo para convencer a un pueblo trabajador, serio y educado en la religi¨®n del ahorro, de que est¨¢ siendo amenazado por perezosos que quieren vivir a lo grande a costa de ¨¦l. En este sentido, escribe Wolfgang Kaden, ex jefe en redacci¨®n de Der Spiegel, que la Europa actual es un lugar "d¨®nde los ciudadanos tienen que responder y pagar por decisiones pol¨ªticas, en las cuales no tienen la m¨ªnima influencia d¨®nde los pa¨ªses m¨¢s o menos solidamente gestionados deben responder por el disparate causado por votantes no informados, insensatos y frustrados en Italia, Francia o Grecia.¡± (Wolfgang Kaden, Zur¨¹ck nach Maastricht!, en Cicero, 10.05.2013)
En contraposici¨®n, se tiende a ver en esta actitud de Alemania la eterna voluntad de dominaci¨®n, el retorno de los fantasmas de la potencia germ¨¢nica, incluso el odio ¨¦tnico que se hallaba en el ADN del hitlerismo. Todo el mundo tiene grabada en la memoria la insultante caricatura de Angela Merkel con el caracter¨ªstico bigote.
En todo esto hay un detonante psicocultural muy peligroso. La xenofobia antialemana que se est¨¢ desarrollando sobre el filo de la crisis del euro se asienta ¨²nicamente sobre prejuicios est¨²pidos. El primero de ellos es que Alemania ¡ª?no se sabe por qu¨¦ decreto divino!¡ª no tiene derecho a defender su visi¨®n, cuando es el principal contribuidor de los fondos de rescate europeos (190 millones de euros) y desde el comienzo de la crisis dej¨® clara su estrategia.
Por supuesto es un fracaso tremendo de Europa el no plantear una solidaridad a la altura de los desaf¨ªos surgidos de la crisis, que est¨¢ arrastrando a las naciones europeas a un conflicto de identidades. La culpa estriba en parte en el m¨¦todo que inicialmente eligieron los 17 miembros de la zona euro para la construcci¨®n de su interdependencia. La idea de que lo econ¨®mico-financiero iba a generar por s¨ª mismo una identidad de pertenencia europea m¨¢s all¨¢ de la comunidad de intereses, se ha revelado pueril. La subida de los nacionalismos demuestra el vac¨ªo identitario europeo, adem¨¢s de las consecuencias dram¨¢ticas por la falta de inversi¨®n en la promoci¨®n de la cultura y en la creaci¨®n de una opini¨®n publica europea estos ¨²ltimos veinte a?os. Y lo m¨¢s grave es ver a las ¨¦lites dirigentes descargar sus responsabilidades sobre otros gobiernos, cuando estas siguen teniendo la posibilidad de oponerse a las decisiones tomadas en las instituciones europeas. El resentimiento de las v¨ªctimas de la crisis no es mejor que el ¡°chovinismo de la prosperidad¡± de otros.
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