Nigel Farage, un inconformista antiinmigraci¨®n
El l¨ªder del partido UKIP aprovecha su carisma para poner patas arriba la pol¨ªtica brit¨¢nica
Los problemas de David Cameron tienen nombre y apellido: Nigel Farage, l¨ªder del UKIP, un partido que aparece y desaparece como el Guadiana pero que esta vez parece destinado a permanecer bastante tiempo en primer plano. Creado en 1993 con el objetivo de sacar a Reino Unido de la UE, de la mano de Nigel Farage, su l¨ªder entre septiembre de 2006 y noviembre de 2009 y de nuevo desde noviembre de 2010, se ha convertido en algo m¨¢s que en un partido de protesta contra Europa y se ha situado en el centro del debate pol¨ªtico brit¨¢nico.
Farage lo ha conseguido explotando mucho m¨¢s que la fobia europea: el miedo a la inmigraci¨®n. No solo la procedente de pa¨ªses terceros, sino la comunitaria. El ¨¦xito ha sido inmediato porque a diferencia de Europa, que solo interesa al 10% de los brit¨¢nicos, el debate sobre la inmigraci¨®n s¨ª preocupa.
Farage, de 49 a?os, es un maverick, un inconformista que desaf¨ªa lo pol¨ªticamente correcto. Le gusta presentarse como un pol¨ªtico ¡°anti-establishment¡±, aunque ¨¦l no est¨¢ muy lejos de esa clase dominante. Hijo de un corredor de Bolsa que se hizo rico y ten¨ªa problemas con el alcohol, estudi¨® en una elitista escuela privada y sigui¨® el camino paterno: renunci¨® a la universidad para ganar dinero en la Bolsa y hered¨® tambi¨¦n su gusto por la bebida.
Esa es una de sus bazas: no le importa que le retraten pinta en mano o fumando un pitillo tras otro. Forma parte de esa imagen populista que alimenta con sus gustos personales: se opone a la prohibici¨®n de fumar en locales p¨²blicos y al precio ¨²nico del alcohol lo mismo que a la caza del zorro o al matrimonio entre personas del mismo sexo. Tras esas posturas subyace un mensaje pol¨ªtico nada trivial: es una manera de decirle a los brit¨¢nicos que est¨¢n acabando con su modo de vida tradicional, con su identidad. Y, Europa y el establishment tienen la culpa.
Tiene mucho cuidado, eso s¨ª, en deslindar el racismo de su credo pol¨ªtico, y pone como prueba de ello que su mujer es alemana.
Su imagen carism¨¢tica, que le vincula con otros pol¨ªticos forjados contracorriente, como el alcalde conservador de Londres, Boris Johnson, o su antecesor laborista, Ken Livingstone, se ha reforzado por su capacidad de supervivencia: de joven casi muere atropellado, super¨® un c¨¢ncer de test¨ªculos que ni siquiera le ha impedido tener hijos y hace tan solo tres a?os sali¨® indemne cuando la avioneta en la que estaba cerrando la campa?a de las elecciones generales de mayo de 2010 capot¨® de morros contra el suelo.
Aquel d¨ªa no solo estuvo a punto de perder la vida, sino que parec¨ªa pol¨ªticamente muerto: solo obtuvo un 3% de los votos en su intento de dejar sin esca?o al presidente de los Comunes, rompiendo la tradici¨®n de que nadie compite contra ¨¦l en las urnas.
El resucitado Farage est¨¢ tan gallo como siempre. ¡°Era el m¨¢s follonero de la clase¡±, recuerda un antiguo corresponsal en Bruselas, donde el l¨ªder del UKIP pasa media vida como parlamentario. ¡°Siempre aparec¨ªa en la sala de prensa para subir la tensi¨®n al m¨¢ximo. Recuerdo un d¨ªa, despu¨¦s de que [Jos¨¦ Manuel Dur?o] Barroso superara un voto de censura a la Comisi¨®n, en que ¨¦l apareci¨® al grito de ¡®Todo est¨¢ podrido, todo es una mierda¡¯. Siempre me pareci¨® que era un caballo de Troya, que estaba en el Parlamento Europeo para reventarlo todo¡±, a?ade. Seguramente, David Cameron piensa lo mismo.
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