La violencia incendia las barriadas de inmigrantes de Estocolmo
Tres noches consecutivas de disturbios en la periferia reabren el debate sobre la integraci¨®n Hay m¨¢s de 100 coches quemados y ocho detenidos
El metro de Estocolmo tarda 40 minutos desde las concurridas avenidas del centro hasta la descuidada estaci¨®n de Husby, ya al aire libre, donde hileras de bloques de apartamentos se extienden por zonas apagadas y sin apenas comercios. En la madrugada del martes, por tercera noche consecutiva, esa periferia ardi¨® cuando grupos de j¨®venes volvieron a salir de madrugada a las calles para prender fuego a contenedores y a m¨¢s de un centenar de coches, destrozar escaparates y enfrentarse a pedradas con la polic¨ªa. Todos los escenarios de los disturbios ¡ªHusby, Kista, Rinkeby, Jakobsberg o Norsborg¡ª tienen algo en com¨²n: una mayor¨ªa de poblaci¨®n inmigrante o de origen extranjero, lo que ha reabierto el debate sobre la integraci¨®n en el pa¨ªs mientras las causas de fondo que han desencadenado esta ola de violencia siguen ah¨ª.
Husby, donde empez¨® todo, es una zona de unos 12.000 habitantes en la que el 85% es inmigrante o hijo de personas llegadas de otros pa¨ªses. La chispa que encendi¨® el fuego salt¨® all¨ª, a 17 kil¨®metros al noroeste de Estocolmo, el pasado lunes 14. Un vecino de 69 a?os muri¨® en su apartamento, abatido a tiros por la polic¨ªa despu¨¦s de haber amenazado a los agentes con un machete. La tensi¨®n fue subiendo a lo largo de la semana hasta que el domingo pasado, entre 50 y 60 j¨®venes comenzaron a quemar coches y, cuando llegaron las fuerzas de seguridad, las desafiaron lanz¨¢ndoles piedras.
Megafonen, una asociaci¨®n juvenil muy popular en barrios como Husby o Rinkeby, ha exigido a la polic¨ªa durante la ¨²ltima semana que pidiera disculpas a la viuda del fallecido e investigara a los agentes que le dispararon. La organizaci¨®n, que ha criticado los disturbios, mantiene sin embargo que es ¡°una reacci¨®n¡± a las carencias de la sociedad. ¡°Creemos que no es el camino para un cambio a largo plazo. Pero el paro, los peores colegios y el racismo estructural son causas subyacentes a lo que ocurre estos d¨ªas¡±, afirman desde Megafonen.
El primer ministro, el conservador Fredrik Reinfeldt, y el titular de Integraci¨®n, Erik Ullenhag, no se dieron por aludidos y culparon de los disturbios a los j¨®venes, eludiendo cualquier responsabilidad pese a la situaci¨®n de los barrios afectados. En Husby, por ejemplo, el 20% de los j¨®venes de entre 16 y 19 a?os no estudia ni trabaja. La tasa de empleo, el nivel de la educaci¨®n, y la renta media anual per c¨¢pita (20.573 euros frente a 30.812) est¨¢n muy por debajo de la media nacional.
Ullenhag sostuvo ayer ante los medios suecos que los incidentes eran ¡°una cuesti¨®n policial¡±. El ministro, como su jefe de Gobierno, se limit¨® a condenar los actos de violencia y pidi¨® mirar al futuro de la integraci¨®n. ¡°Es uno de nuestros mayores retos, lo llevo diciendo varios a?os¡±, declar¨® antes de pasar a desgranar las inversiones del Gobierno para las ¡°zonas m¨¢s vulnerables¡±.
Ver Disturbios en Estocolmo en un mapa m¨¢s grande
Los Dem¨®cratas Suecos (SD), un partido de ultraderecha y antiinmigraci¨®n que entr¨® por primera vez en el parlamento sueco en 2010 y que va en aumento en las encuestas, aprovecharon la coyuntura. Richard Jomshof, uno de sus portavoces, pidi¨® en un sitio de internet que se declararan el estado de emergencia y un toque de queda en la zona. ¡°A largo plazo tenemos que acabar con la inmigraci¨®n masiva y el multiculturalismo. Pero, a corto, hay que demostrar a los alborotadores qui¨¦n manda aqu¨ª¡±.
El balance de las tres noches de disturbios es de m¨¢s de un centenar de coches quemados y 15 detenidos, todos de entre 18 y 21 a?os. Sin embargo, en los disturbios han participado incluso adolescentes de 12 y 13 a?os, seg¨²n Kjell Lindgren, portavoz de la polic¨ªa sueca. Lindgren asegur¨® ayer que no esperaban que los disturbios se repitieran por la noche, pero que hab¨ªa un dispositivo policial preparado para responder. ¡°Quiero destacar que la mayor¨ªa de los vecinos de esos barrios est¨¢n hartos y creemos que eso puede ayudar a calmar la situaci¨®n¡±, se?al¨® el portavoz policial. Pero el riesgo de que sigan produci¨¦ndose este tipo de incidentes est¨¢ ah¨ª, como reconoc¨ªa Lindgren, y m¨¢s despu¨¦s de ver c¨®mo se han extendido r¨¢pidamente a otros barrios en un par de d¨ªas. ¡°Da la sensaci¨®n de que la gente est¨¢ aprovechando la oportunidad en otros sitios al ver la atenci¨®n que se le ha dado a Husby¡±.
La comparaci¨®n con la ola de violencia que estall¨® en los suburbios de distintas ciudades de Francia en 2005 es demasiado evidente como para obviarla. ¡°Temo que esto vaya a peor. Ser¨¢ como en Francia¡±, auguraba Oscar, un joven vecino de Kista de 23 a?os, en declaraciones al diario sueco Aftonbladet. Hace ocho a?os, la muerte de dos menores electrocutados cuando hu¨ªan de la polic¨ªa desat¨® una oleada de disturbios en barrios perif¨¦ricos de toda Francia que duraron 19 d¨ªas y se saldaron con miles de detenidos y de coches quemados. Lindgren admite que ambas situaciones pueden ser comparables, pero cree que habr¨¢ que analizar la situaci¨®n con calma para ver qu¨¦ ha llevado a decenas de j¨®venes a revolverse. El joven de Kista se quejaba de que llevan a?os sufriendo ¡°acoso policial, desempleo y aislamiento¡±, y tambi¨¦n alud¨ªa a la muerte del hombre de 69 a?os a manos de la polic¨ªa. ¡°La pr¨®xima vez podr¨ªa ser mi padre, o mi hermano¡±, se?al¨®.
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