Quo vadis, China?
El enfrentamiento que definir¨¢ el siglo XXI se libra ya en Asia-Pac¨ªfico, a 10.000 kil¨®metros de Europa, el nuevo centro de gravedad del mundo
Sobre un panel de 18 metros de altura por 12 de ancho, la agencia de noticias china Xinhua, el ¨®rgano comunista que durante tantos a?os se ha dedicado a denigrar todo lo norteamericano, proyecta el poder blando del segundo pa¨ªs del mundo en la fachada del n¨²mero 2 de Times Square, en Nueva York, el centro neur¨¢lgico del consumismo mundial. En Espa?a, la Biblia rosa de las revistas, utilizada por la Zarzuela para dar carta de naturaleza a las noticias de la familia real, anuncia que la eventual Reina de Espa?a a finales de siglo, la infanta Leonor, estudia chino mandar¨ªn en su colegio; la Corona, tan zarandeada en los ¨²ltimos tiempos, acierta esta vez. En un peque?o atol¨®n del Caribe, los cayos de Tobago, dos j¨®venes chinos que salen del agua esmeralda despu¨¦s de bucear tras grandes tortugas, me cuentan que trabajan en la cercana isla de San Vicente ampliando el aeropuerto. La huella china, omnipresente en Latinoam¨¦rica y ?frica, aprovecha la distracci¨®n de Estados Unidos en Asia central para hacerse a bajo coste con los votos de los peque?os Estados caribe?os para vetar a Taiw¨¢n en Naciones Unidas.
Dominica pudo construir su nuevo estadio nacional, al igual que Costa Rica, con fondos y trabajadores chinos, tras cambiar su voto y romper relaciones con Taipei. Han llovido sobre este mar, la tercera frontera de EEUU, mas de 6.300 millones de d¨®lares producto de la interesada generosidad de Pek¨ªn, mientras Washington vuelve a recortar su ayuda al Caribe. Los pr¨¦stamos a largo plazo de China sirven para construir carreteras, ferrocarriles, hospitales o plantas el¨¦ctricas. En las Bahamas, a solo una hora de avi¨®n de Miami, en Jamaica, en Trinidad. Pek¨ªn no tiene intenci¨®n de obtener bases militares en el Mediterr¨¢neo de EEUU, son otros tiempos y otro mundo.
La huella de China ya es global. Un pa¨ªs que solo produce el 23% de lo que consume, necesita del petr¨®leo del golfo P¨¦rsico, Angola o Sud¨¢n, de las materias primas producidas por Brasil o de los minerales africanos, para consolidar su crecimiento, la ¨²nica ideolog¨ªa que puede legitimar al Partido Comunista Chino y permitir a la nueva direcci¨®n que encabeza Xi Jinping acallar a la emergente clase media urbana, a la que ha prometido protecci¨®n social, sanidad y vivienda digna. Dispone de 10 a?os para devolver a China su hist¨®rica grandeza. En 1820, antes de la gran humillaci¨®n y p¨¦rdida de soberan¨ªa sufrida a manos de las potencias coloniales europeas, China ten¨ªa un tercio del PIB mundial, que cay¨® a un 4% en la cumbre del criminal proyecto de Mao, y actualmente supone un 15%. Xi, comunista o no, es el ultimo eslab¨®n de una cadena que se proyecta hacia atr¨¢s 25 dinast¨ªas, 4.000 a?os de historia y cultura imperiales. Como expres¨® con naturalidad el anterior ministro de Asuntos Exteriores: "China es un gran pa¨ªs, los otros pa¨ªses son peque?os. Es un hecho".
La nueva China se ha lanzado a la hegemon¨ªa de Asia-Pac¨ªfico, mientras contiene e impide la de EEUU
Xi ya trabaja en el sue?o chino, que incluye el de un gran Ej¨¦rcito, que deber¨¢ cumplirse antes de mitad de siglo. Sobre esta idea juegan todos los ni?os chinos en las escuelas mientras los intelectuales estudian el auge y ca¨ªda de los imperios que fueron. Los dirigentes no quieren exportar ni su ideolog¨ªa ni su forma de gobierno, pero tampoco pueden conformarse con el actual statu quo. Como escribe Robert Kaplan en su libro The Revenge of Geography (Random House), China necesita garantizar suficientes materias primas, que no posee, para soportar el ascenso del nivel de vida del 20% de la poblaci¨®n mundial. Su huella global tiene que ver con este inter¨¦s b¨¢sico nacional. Estamos ante un poder continental hiperrealista, frente a un relativo declive de Estados Unidos. Para la analista internacional norteamericana Anne Marie Salaughter, "China es el test de Rorschach en el cual nosotros proyectamos nuestras esperanzas y nuestros miedos".
La nueva China ha decidido lograr la hegemon¨ªa en la regi¨®n Asia-Pacifico, al tiempo que contiene e impide la de Estados Unidos. Su geograf¨ªa terrestre y mar¨ªtima le permite proyectar su influencia desde Asia central al extremo Oriente ruso, y desde el Mar del Sur de la China al oc¨¦ano Indico, algo que es un dolor de cabeza para EEUU. Sin utilizar la fuerza, construyendo un escudo mar¨ªtimo a lo largo de sus 2.000 kil¨®metros de costas, rearmando sobre todo su Armada, evitando los falsos pasos que transforman las amenazas exteriores en des¨®rdenes internos. Lo explican muy bien los periodistas franceses Alain Frachon y Daniel Vernet en su recomendable libro La Chine contre L'Amerique. Le duel du si¨¨cle (Grasset). El enfrentamiento que definir¨¢ el siglo XXI se libra ya en Asia-Pac¨ªfico, a 10.000 kil¨®metros de Europa, el nuevo centro de gravedad del mundo. Un duelo que no nos debe ser indiferente.
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