Kosovo cava la ¨²ltima trinchera de los Balcanes
Los serbios del norte rechazan el deshielo entre Belgrado y Pristina La cuesti¨®n kosovar abre la puerta de la UE
La guerra de Kosovo termin¨® hace 14 a?os ya, pero en el puente sobre el r¨ªo Ibar en el centro de Mitrovica todav¨ªa se yergue una barricada, cargada de grava, piedras y rencor.
El tiempo y la lluvia han logrado incluso que en algunos puntos brote algo de vegetaci¨®n sobre ella, pero no ablandar la desconfianza de la que es s¨ªmbolo. La barricada parte en dos la ciudad y todo Kosovo, y causa migra?as en varias canciller¨ªas europeas. Al sur, domina la poblaci¨®n albanesa, m¨¢s del 90% del total del Estado balc¨¢nico que declar¨® su independencia en 2008. Al norte, resisten unos 60.000 serbios enrocados en un territorio autogestionado por las conocidas como ¡°instituciones paralelas¡±, financiadas por Belgrado. Aqu¨ª, el Estado kosovar no llega. La comunidad internacional tampoco es bienvenida. Y Serbia, en grave crisis econ¨®mica, hace lo que puede.
Alcanzada la orilla norte del Ibar, una profusi¨®n de banderas serbias acoge al visitante, entre diminutas y por lo general escu¨¢lidas tiendas con precios en dinares, calles destartaladas, viejos inmuebles y pintadas nacionalistas con escaso sentido del humor. Pero estos d¨ªas el habitual orgullo patri¨®tico serbio ha quedado ensombrecido. ¡°Belgrado nos ha traicionado. Nos ha sacrificado a cambio de obtener luz verde para el proceso de adhesi¨®n a la Uni¨®n Europea¡±, lamenta Bojan Vasic, de 29 a?os.
Vasic no es ning¨²n energ¨²meno radical. Es un joven cultivado, licenciado en Ciencias Pol¨ªticas y especializado en Reino Unido y Estados Unidos. La ¡°traici¨®n¡± de la que habla es el sentimiento de todos los serbios del norte de Kosovo. Se repite en cada conversaci¨®n, y se refiere al acuerdo sellado entre Serbia y Kosovo el pasado abril. Con el pacto, Belgrado reconoce la autoridad de Pristina sobre todo el territorio kosovar ¡ªsin llegar a reconocer a Kosovo como Estado¡ª y promete desmantelar sus ¡°instituciones paralelas¡± a cambio de un alto grado de autonom¨ªa para las zonas de mayor¨ªa serbia. El acuerdo era una condici¨®n impuesta por Bruselas para autorizar el proceso de adhesi¨®n de Serbia, algo que Belgrado necesita desesperadamente en un momento de honda crisis econ¨®mica.
Pero, si los serbios que viven al sur del Ibar ¡ªinmersos en medio de una aplastante mayor¨ªa albanesa¡ª optan por un resignado y pragm¨¢tico apoyo al proceso, Mitrovica no cede. Por nacionalismo, por cercan¨ªa geogr¨¢fica y porque, seg¨²n Vasic, m¨¢s del 80% de la renta en la empobrecida zona son transferencias de Belgrado.
¡°Sin la ayuda de Serbia, tendremos que irnos de Kosovo¡±, dice Sinisa Radovic, de 35 a?os, que trabaja en una tienda de regalos y est¨¢ seguro de que, una vez sellado el acuerdo, Pristina invertir¨¢ en el norte mucho menos que Belgrado. ¡°El concepto es claro. Si nos fuerzan a ser albaneses y nos quitan la ayuda, tendremos que irnos. Somos como un diente que duele. Al final, mejor quitarlo¡±, dice, amargo.
Pero ellos intentan resistir. En la tienda de Radovic, ButikSasha, una postal representa a Mitrovica (junto con Serbia) como una especie de aldea de Ast¨¦rix en la que a¨²n se resiste a la ¡°invasi¨®n estadounidense¡±. Los lugare?os se aferran a sus s¨ªmbolos. Aqu¨ª, Kosovo no puede entrar ni en forma de matr¨ªcula de coche. As¨ª que algunos veh¨ªculos circulan con matr¨ªcula serbia; otros, directamente, sin placas. Cuando tienen que cruzar el Ibar hacia el sur, por un puente despejado que se encuentra a unos cientos de metros del principal, los conductores descienden del coche, montan la matr¨ªcula kosovar, y se aventuran. A la vuelta, en el mismo sitio, la desmontan.
Toda la zona tiene cierto aire a Lejano Oeste. En su despacho en Pristina, Berndt Borchardt ¡ªjefe de Eulex, la misi¨®n de la UE que impulsa el Estado de derecho en Kosovo¡ª admite, con un diplom¨¢tico eufemismo, que ¡°no hay una eficaz acci¨®n de polic¨ªa y de justicia penal en el norte¡±. De facto, la polic¨ªa no act¨²a aqu¨ª, y los tribunales penales ¡°paralelos¡± tampoco, porque no pueden ejecutar sentencias. Crimen y contrabando florecen, con una ir¨®nica excelente colaboraci¨®n entre bandas serbias y albanesas, seg¨²n confirma Borchardt.
A media altura en la colina a la que Mitrovica parece agarrarse como para no caer en la llanura albanesa, se yergue el centro local de salud. Zlatan Elek, de 43 a?os, cirujano de pediatr¨ªa y vicedirector del centro, habla claro. ¡°Aqu¨ª, todo viene de Belgrado. Sueldos, material. Tememos lo que pasar¨¢ si terminamos bajo el control de las autoridades albanokosovares. Estamos por la paz, pero no a precio de tener que irnos¡±, dice, en su despacho. El centro es vetusto, pero es sin duda mejor que la gran mayor¨ªa de los centros al sur del Ibar.
Belgrado necesita desbloquear la resistencia de los serbios del norte de Kosovo para convencer a Bruselas y lleva semanas despachando a la aldea de Ast¨¦rix a sus altos cargos. Tiene medios de presi¨®n, gracias a los fondos que entrega. Pero Mitrovica tambi¨¦n tiene armas. ¡°Todos los partidos hemos pactado boicotear las elecciones para las instituciones que el acuerdo pretende crear¡±, dice Nemanja Jaicsic, de 28 a?os, miembro local de un partido radical. Si no votan, impedir¨¢n la puesta en marcha de los nuevos Ayuntamientos en el norte, lo que supondr¨ªa un serio problema para el proceso de normalizaci¨®n. ¡°Igual ya no podemos ser parte de Serbia. Pero, si a los albaneses les han dado un Estado, ?por qu¨¦ a nosotros no?¡±, pregunta.
En su estupenda historia de Kosovo, Noel Malcolm ofrece una respuesta: porque la terrible limpieza ¨¦tnica que las fuerzas serbias aplicaron a finales de los noventa aqu¨ª no puede tener como recompensa un pedazo de tierra desgajado por motivos ¨¦tnicos.
Los Balcanes parecen avanzar hacia mejores relaciones. El presidente serbio, Tomislav Nikolic, pese a su pasado radical, ha cumplido varios gestos, como pedir perd¨®n por la masacre de Srebrenica. Mitrovica es un obst¨¢culo en esa senda.
La barricada sigue ah¨ª. Pero, en sus extremos, un observador que permanezca un buen rato comprobar¨¢ que se produce un espor¨¢dico tr¨¢nsito de peatones en ambas direcciones. En los ¨²ltimos meses no ha habido aqu¨ª episodios de violencia ¨¦tnica. Quiz¨¢ el tiempo llegue a ablandar las asperezas. Quiz¨¢ no, como a menudo ha pasado en los Balcanes. Por ello es importante la integraci¨®n de la regi¨®n en la UE.
Al otro lado del r¨ªo, los albaneses ¡ªen cuya sociedad el islam no juega un papel prominente¡ª erigen una gran mezquita que parece erguirse como advertencia.
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