El pacto que durmi¨® al diablo
Arranca en Palermo el proceso para aclarar hasta d¨®nde cedi¨® el Gobierno italiano para acabar con la sangrienta cadena de atentados de la Mafia contra pol¨ªticos, jueces y sacerdotes
A las dos de la tarde del jueves, en el pasillo que conduce al despacho del fiscal antimafia Vittorio Teresi, en la segunda planta del Palacio de Justicia de Palermo, hay 10 guardaespaldas que ya no saben qu¨¦ hacer para matar el tiempo. Todos son j¨®venes y calzan zapatillas de deporte. Tres de ellos llevan la pistola a la vista. Algunos juegan con sus tabletas electr¨®nicas y otros con los tel¨¦fonos m¨®viles. El jefe de la escolta, un tipo maduro, calvo, con un esc¨¢ner en la mirada, est¨¢ desde hace m¨¢s de una hora sentado ante la puerta del fiscal Teresi. Cada vez que un funcionario necesita entrar en el despacho, tiene que pulsar el bot¨®n de un portero autom¨¢tico, ponerse delante de la c¨¢mara y esperar a que el magistrado le abra. El jefe de la escolta se pone entonces de pie y del despacho ¡ªpeque?o, luminoso, atestado de legajos y ceniceros de recuerdo¡ª se escapa una imagen que es una declaraci¨®n en s¨ª misma.
Bajo una gran fotograf¨ªa en blanco y negro de los jueces Giovanni Falcone y Paolo Borsellino ¡ªel primero susurr¨¢ndole algo al segundo, sonrientes ambos¡ª, el jefe Teresi y los fiscales antimafia Nino Di Matteo, Francesco Del Bene y Roberto Tartaglia preparan juntos la segunda jornada del juicio hist¨®rico que acaba de comenzar en Sicilia. Se trata de esclarecer los t¨¦rminos de la negociaci¨®n que el Estado italiano y la Mafia siciliana sostuvieron desde 1992 a 1994. El objetivo, frenar la ola de atentados que sacudieron al pa¨ªs en aquella ¨¦poca y, de paso, salvar el pellejo de una serie de pol¨ªticos que estaban en el punto de mira de la Mafia. Hasta el pasado lunes, nunca se hab¨ªan sentado en un mismo banquillo los criminales m¨¢s sanguinarios y las m¨¢s altas autoridades del Gobierno. Entre los 12 acusados est¨¢ la c¨²pula de la Cosa Nostra de aquella ¨¦poca con Salvatore Tot¨° Riina a la cabeza ¡ª82 a?os, 13 cadenas perpetuas, 150 asesinatos¡ª y tambi¨¦n el ministro del Interior de entonces, Nicola Mancino. Tambi¨¦n est¨¢n los altos mandos de los Carabinieri que presuntamente hicieron de puente entre el Estado y la Mafia y algunos de los sicarios m¨¢s sanguinarios, entre ellos Giovanni Brusca, uno de los asesinos de Giovanni Falcone. Si quisieran, nadie mejor que ellos podr¨ªa despejar una duda que envenena a la magistratura italiana desde hace dos d¨¦cadas. ?Qu¨¦ pas¨® desde el asesinato de Falcone ¡ªel 23 de mayo de 1992¡ª y el de su amigo y colega Borsellino, 57 d¨ªas m¨¢s tarde? ?Qu¨¦ hablaron el juez Borsellino y el ministro Mancino el d¨ªa 1 de julio para que el magistrado saliera muy nervioso de la reuni¨®n, con un cigarro encendido en la mano y otro en la boca, gritando ¡°?est¨¢n locos!¡±? Y, sobre todo, ?por qu¨¦ Mancino siempre neg¨® haberse reunido con el juez a pesar de que hay testigos? Lo cierto es que el d¨ªa 18 de julio Borsellino le conf¨ªo a su esposa durante un paseo a solas por la playa: ¡°No ser¨¢ la Mafia quien me mate, ser¨¢n otros, y ocurrir¨¢ porque alguien lo permitir¨¢¡±. Un d¨ªa despu¨¦s lo asesinaron, en Roma, en la puerta de la casa de su madre. ?Entraba el asesinato de Borsellino en los acuerdos secretos entre el Estado y la Cosa Nostra?
En junio de 1992 Tot¨° Riina recibi¨® un mensaje del Estado ofreci¨¦ndole negociar. Su guerra hab¨ªa tenido ¨¦xito
Despu¨¦s de dos horas de reuni¨®n, la puerta vuelve a abrirse y los tres fiscales abandonan el despacho del jefe, seguidos por sus escoltas, que se mueven por los pasillos del Palacio de Justicia como si estuvieran en el peor barrio de Palermo. Cualquier precauci¨®n es poca. Acaban de recibir nuevas amenazas de muerte por permitir la osad¨ªa, dos d¨¦cadas despu¨¦s, de intentar adentrarse por uno de los callejones m¨¢s oscuros de la historia de Italia.
¡ªSi¨¦ntese. ?Le importa que fume?
El fiscal Teresi abre las cortinas amarillas de su despacho. Se anda con tiento en las respuestas, pero el resultado es muy claro: ¡°Nadie duda ya en Italia que existi¨® una negociaci¨®n. Ahora de lo que se trata es de entender hasta qu¨¦ punto esa negociaci¨®n, que tuvo lugar entre 1990 y 1994, vendi¨® la libertad democr¨¢tica a la Mafia a cambio de recuperar la tranquilidad. Se trata de ver, en suma, d¨®nde situ¨® el Estado el umbral de hasta d¨®nde la Mafia era soportable para la democracia italiana. Y otro punto crucial es qu¨¦ se entreg¨® a la Cosa Nostra a cambio de que pararan los atentados¡¡±. Las investigaciones del grupo de fiscales antimafia de Palermo van dolorosamente mucho m¨¢s all¨¢: ¡°Alg¨²n servidor infiel del Estado lleg¨® a se?alar al juez Paolo Borsellino como un obst¨¢culo para cerrar el acuerdo con la Cosa Nostra¡±. ?Qui¨¦n?
ACUSADOS DEL ESTADO
? EL EXMINISTRO NICOLA MANCINO. El democristiano estuvo al frente de Interior entre 1992 y 1994 con dos primeros ministros diferentes, Giuliano Amato y Carlo Ciampi, ambos del Partido Democr¨¢tico. Pas¨® de ser un simple testigo a estar acusado por falso testimonio despu¨¦s de que la polic¨ªa interceptara dos conversaciones de 2011 en las que exig¨ªa a un consejero del presidente de la Rep¨²blica, Giorgio Napolitano, que frenara la investigaci¨®n sobre el pacto entre Estado y Mafia. En estas grabaciones tambi¨¦n hablaba de un "hombre que se hab¨ªa quedado solo" al que hab¨ªa que "proteger".
? EL EXSENADOR MARCELLO DELL'UTRI. Tan ¨ªntimo de Silvio Berlusconi, al que acompa?a en su carrera desde 1974, como de la jerarqu¨ªa mafiosa. La acusaci¨®n considera que ¨¦l era el "garante pol¨ªtico" de los intereses de la Cosa Nostra en la negociaci¨®n entre la Mafia y el Estado. En otro proceso ya fue condenado a siete a?os de c¨¢rcel por asociaci¨®n mafiosa.
? EL EXGENERAL DE CARABINIERI MARIO MORI. La acusaci¨®n sostiene que estableci¨® los primeros contactos con la Mafia y permiti¨® que el capo Bernardo Provenzano estuviera a salvo durante a?os para "mantener la paz" en las filas de la Cosa Nostra. "Entend¨ª que era un esfuerzo moral y profesional tratar de hacer algo m¨¢s", declar¨® ante un tribunal de Florencia en referencia a su acercamiento al exalcalde mafioso de Palermo.
? EL EXGENERAL DE CARABINIERI ANTONIO SUBRANNI. Era el responsable del grupo policial especializado en las organizaciones criminales creado en 1990. El fiscal sostiene que conoc¨ªa y dio su benepl¨¢cito a los contactos con la Mafia de su subordinado Mori.
? EL ARREPENTIDO MASSIMO CIANCIMINO. El testimonio y los documentos de este arrepentido fueron claves para que la polic¨ªa empezara a reconstruir las negociaciones entre el Estado y los capos. La fiscal¨ªa sostiene que su padre, el ya fallecido exalcalde de Palermo condenado por pertenencia a la Mafia, fue la primera persona con la que el Estado contact¨® para iniciar las negociaciones del pacto. Fue tachado de "cretino" y "loco" por Dell'Utri, al que incrimin¨® con sus confesiones.
Tampoco esa preguntas ha podido responderse en los ¨²ltimos 20 a?os. Sobre todo porque, al contrario que en la Cosa Nostra, donde hay decenas de arrepentidos, a¨²n no hay ning¨²n arrepentido entre las filas del Estado. Ning¨²n pol¨ªtico, militar o polic¨ªa de la ¨¦poca ha decidido romper el pacto de silencio y contar la verdad de la negociaci¨®n. Pero los hechos, tozudos, terribles, est¨¢n ah¨ª, puestos en orden, como diciendo: el que quiera entender, que entienda. La fecha clave es enero de 1992. Fue entonces cuando se confirmaron las condenas del llamado maxiproceso contra la Mafia celebrado entre 1986 y 1987 en un b¨²nker construido ex profeso en Palermo. De los 475 acusados, 360 fueron condenados a penas que en total sumaron los 2.665 a?os de c¨¢rcel. Pero la mayor¨ªa de los mafiosos confi¨® en que las apelaciones surtieran efecto, sobre todo por la presencia en el Tribunal de Casaci¨®n de un juez llamado Corrado Carnevale, apodado El Matasentencias. De hecho, en 1989, solo 60 de los condenados continuaban en la c¨¢rcel. El punto de inflexi¨®n con el pasado se produjo porque los jueces Falcone y Borsellino se ocuparon personalmente de rebatir apelaciones de los abogados de la Mafia. Y, a principios de 1992, el Tribunal Supremo anul¨® las absoluciones del juez Carnevale y envi¨® de nuevo a los mafiosos a prisi¨®n.
La reacci¨®n de la Mafia siciliana fue inmediata. Lo cuenta John Dickie en su libro Cosa Nostra (Debate): ¡°El fallo represent¨® un terrible golpe tanto para los planes de Riina [el entonces capo de capos] sobre el futuro de su familia como para su prestigio dentro de la Cosa Nostra. Era la prueba definitiva de que el capo m¨¢s poderoso de toda la historia de la Mafia hab¨ªa hecho a la organizaci¨®n pol¨ªticamente hu¨¦rfana. Lo que estaba en juego ahora era la propia supervivencia de Riina (¡). Riina eligi¨® reafirmar su poder mediante una asombrosa escalada del conflicto entre la Cosa Nostra y el Estado italiano. La Mafia necesitaba influir m¨¢s que nunca en el proceso pol¨ªtico, pero solo le quedaba un medio de hacerlo: la violencia. Hab¨ªa que bombardear el Estado hasta que se retractara en aquello que m¨¢s importaba a Riina y sus secuaces: el fallo del macrojuicio y la ley de 1982 que permit¨ªa a las autoridades confiscar las riquezas a la Mafia. Se dice que Riina declar¨®: ¡°Debemos hacer la guerra para forjar la paz¡±. Las condenas a muerte de Falcone y Borsellino ¡ªpendientes desde hac¨ªa tiempo¡ª se reactivaron a los pocos d¨ªas de que se pronunciara la sentencia del Tribunal Supremo. Aquellos a?os 1992 y 1993 ser¨ªan los m¨¢s dram¨¢ticos en toda la historia de la Mafia siciliana. La confrontaci¨®n de Riina con el Estado se tradujo en una campa?a de atentados terroristas a gran escala¡±.
Hasta el pasado lunes nunca se hab¨ªan sentado en el mismo banquillo los criminales y las autoridades
Ahora el rostro de Riina vuelve a estar ah¨ª, en una de las pantallas instaladas en el b¨²nker de Palermo para celebrar el juicio sobre la negociaci¨®n Estado-Mafia. Ya tiene 82 a?os, pero sigue sin abrir la boca. El viernes, durante la segunda sesi¨®n del juicio, le dio un arrechucho y se lo tuvieron que llevar. Ya nadie duda de que al viejo criminal le llegar¨¢ la muerte antes que el arrepentimiento. Se ir¨¢ al infierno antes de convertirse en uno de sus odiados arrepentidos. ¡°El problema son esos arrepentidos¡±, sol¨ªa decir, ¡°si no fuera por ellos, ni siquiera el mundo entero unido podr¨ªa tocarnos. Por eso tenemos que matarlos y eliminar a sus parientes hasta el vig¨¦simo, empezando por los ni?os a partir de los seis a?os¡±.
Durante aquella escalada de terror, Riina fue detenido ¡ªtal vez vendido por su heredero al frente de la Cosa Nostra, Bernardo Provenzano¡ª, pero su estrategia de guerra al Estado sigui¨® adelante. El 27 de mayo explot¨® un coche bomba en Via dei Georgofili, en Florencia, matando a cinco personas e hiriendo a 40. El 27 de julio otra bomba dej¨® otras cinco v¨ªctimas en Mil¨¢n¡ Solo entonces, la Iglesia, que hist¨®ricamente hab¨ªa sido muy condescendiente con la Mafia ¡ªen 1982 Juan Pablo II hab¨ªa visitado Sicilia sin hacer ninguna referencia¡ª, tom¨® por fin partido. El mismo papa Wojtyla, durante un viaje a Agrigento en mayo de 1993, se olvid¨® del serm¨®n oficial y clam¨® contra ¡°la cultura mafiosa, una cultura de muerte, profundamente inhumana, antievang¨¦lica¡¡±. Dos meses despu¨¦s lleg¨® la primera advertencia de la Cosa Nostra mediante la colocaci¨®n de dos bombas en sendas iglesias. Y el 15 de septiembre, el padre Pino Puglisi, un cura que siempre se hab¨ªa opuesto a los mafiosos, fue asesinado a la puerta de su casa. Como recuerda Dickie en su libro, uno de sus asesinos confesar¨ªa despu¨¦s que el padre Puglisi le hab¨ªa sonre¨ªdo justo antes de que le disparara. ¡°Lo estaba esperando¡±, le dijo. El pasado s¨¢bado d¨ªa 25 fue proclamado beato en el Foro It¨¢lico de Palermo ante decenas de miles de fieles. Es el pasado, que va y viene sin parar cuando se trata de Italia y sus misterios.
Otro de ellos tiene que ver con un personaje llamado Vito Ciancimino. En junio de 1992, tras el asesinato de Salvo Lima, un europarlamentario que hab¨ªa sido alcalde de Palermo y que se ten¨ªa como el puente entre Giulio Andreotti y la Cosa Nostra, Tot¨° Riina recibi¨® un mensaje del Estado ofreci¨¦ndole negociar. Su guerra hab¨ªa tenido ¨¦xito. El mafioso escribi¨® en un papel sus 12 reclamaciones, entre las que destacaban la revisi¨®n de la sentencia del proceso a la Mafia, la supresi¨®n del nuevo r¨¦gimen carcelario ¡ªextremadamente duro¡ª y el acercamiento de los presos a Sicilia. Algunas de aquellas exigencias se fueron consiguiendo y el alto el fuego lleg¨®. Uno de los m¨¢s importantes mensajeros entre el Estado y Tot¨° Riina fue Vito Ciancimino, un mafioso de Corleone que en los a?os setenta lleg¨® a ser alcalde de Palermo. Hace unos a?os, su hijo Massimo decidi¨® colaborar con la Justicia y desvelar las tropel¨ªas de su difunto padre. De ah¨ª que el lunes, cuando lleg¨® al juicio de la negociaci¨®n entre el Estado y la Mafia, fue vitoreado por las asociaciones antimafia e incluso por Salvatore Borsellino, el hermano del juez asesinado. El problema es que entre la primera sesi¨®n del juicio, celebrada el lunes, y la segunda, celebrada el viernes, Massimo Ciancimino fue arrestado por una acusaci¨®n de evasi¨®n fiscal abierta en 2009 en Bolonia. Salvatore Borsellino menea la cabeza, no se lo puede creer, ahora que por fin empezaba a encenderse la luz: ¡°Es un arresto extra?o, justo ahora que empieza el juicio de la negociaci¨®n. Temo por su vida. Le aconsejo que se haga un certificado que demuestre que est¨¢ bien de salud y con un coraz¨®n robusto. No me extra?ar¨ªa que practicaran con ¨¦l t¨¦cnicas disuasivas. Que deje por escrito que no tiene intenci¨®n de suicidarse y que no beba caf¨¦¡¡±.
ACUSADOS DE LA MAFIA
? SALVATORE TOT? RIINA. Este corleonese, en prisi¨®n desde 1992, fue el ¨²ltimo de los grandes capos de la Cosa Nostra y el que dirigi¨® las primeras negociaciones con el Estado. En su haber, m¨¢s de 150 asesinatos, 40 de ellos ejecutados personalmente. A cambio de detener la masacre de los a?os noventa pidi¨® la mejora de las condiciones para los mafiosos encarcelados y la revisi¨®n de sus condenas.
? BERNARDO PROVENZANO. Este capo tom¨® el relevo de Riina en 1992 al frente de la Cosa Nostra. Pas¨® 43 a?os en busca y captura hasta que fue arrestado en 2006. Seg¨²n la fiscal¨ªa, los Carabinieri permit¨ªan su libertad. Desde su escondite, T¨ªo Berna comunicaba sus ¨®rdenes a trav¨¦s de notitas que enviaban sus emisarios. Sus estrategias comerciales y sus contactos con el Estado permitieron sobrevivir a la Mafia. Algunos arrepentidos han asegurado desde prisi¨®n que Provenzano fue el que vendi¨® a Riina a la polic¨ªa.
? GIOVANNI BRUSCA. Conocido como el Matacristianos, por sus sangrientos antecedentes, o como El Cerdo, por su f¨ªsico. Las confesiones desde la c¨¢rcel de este excapo arrepentido de la Cosa Nostra, asesino de Giovanni Falcone, tambi¨¦n han servido para componer el puzle del supuesto contacto entre Estado y Mafia. Brusca fue el que cont¨® a la polic¨ªa que la muerte del gran juez anti-Mafia Paolo Borsellino se hab¨ªa "acelerado" por la oposici¨®n de este al pacto.
? LEOLUCA BAGARELLA. El cu?ado de Riina se hizo cargo del ala militar de la Mafia tras la detenci¨®n de este. Provenzano opt¨® por la v¨ªa de la negociaci¨®n, pero Bagarella lider¨® una facci¨®n de la organizaci¨®n criminal favorable a continuar con la estrategia de las grandes masacres. De hecho, formaba parte del comando que orden¨® los atentados de la Cosa Nostra en 1993. La fiscal¨ªa sostiene que exigi¨® al Estado una serie de "beneficios de naturaleza diversa" para los miembros de la Cosa Nostra.
? ANTONINO CIN?. M¨¦dico de Provenzano y uno de los miembros del triunvirato que intent¨® liderar la Cosa Nostra despu¨¦s de que encarcelaran al capo. El escrito de acusaci¨®n sostiene que fue ¨¦l quien entreg¨® al Estado el papel con las exigencias de la Mafia.
Por lo pronto, Massimo Ciancimino decidi¨® no comparecer el viernes, en protesta por su extra?a detenci¨®n. Tampoco acudi¨® a la segunda sesi¨®n del juicio el exministro Nicola Mancino, que ya el lunes hab¨ªa protestado por compartir banquillo con representantes de la Cosa Nostra: ¡°No quiero ser proceso con los mafiosos¡±. El juicio ser¨¢ largo y lleno de sorpresas. Un d¨ªa que, sin lugar a dudas, atraer¨¢ toda la atenci¨®n ser¨¢ el que tenga que declarar Giorgio Napolitano, el actual presidente de la Rep¨²blica. A Napolitano, de 87 a?os, le salpic¨® el asunto porque, durante 2012, el exministro Mancino, al sentir que los fiscales de Palermo le pisaban los talones, decidi¨® llamar al palacio del Quirinal para intentar que Napolitano frenara a los investigadores. Mancino habl¨® primero con Loris D¡¯Ambrosio, un exmagistrado que hac¨ªa las veces de asesor jur¨ªdico del presidente, y no par¨® de dar la matraca hasta que se le puso al tel¨¦fono el mism¨ªsimo Napolitano. El problema es que las l¨ªneas telef¨®nicas del que fuera titular de Interior desde el 28 de junio de 1992 al 19 de abril de 1994 ¡ªo sea, justo cuando sucedieron los hechos que se juzgan ahora¡ª ya estaban pinchadas y todas sus conversaciones con el palacio del Quirinal fueron oportunamente grabadas. Como suele ser habitual, en cuanto los instructores del proceso dieron cuenta a las partes, las charlas fueron publicadas por los peri¨®dicos italianos. D¡¯Ambrosio, un hombre de natural discreto, se convirti¨® durante 40 d¨ªas en el centro de la atenci¨®n medi¨¢tica, dici¨¦ndole al exministro en apuros que Napolitano estaba trabajando en el asunto, que se lo hab¨ªa tomado a pecho y que hablar¨ªa con Pietro Grasso ¡ªpor aquel entonces fiscal nacional antimafia, ahora presidente del Senado¡ª para ver qu¨¦ se pod¨ªa hacer¡ Sin embargo, las cuatro conversaciones de Mancino con el presidente de la Rep¨²blica no llegaron a publicarse. Napolitano se acogi¨® a una ley de 2009 seg¨²n la cual ¡°las conversaciones del presidente de la Rep¨²blica no pueden ser interceptadas ni siquiera de forma accidental y deben ser destruidas apenas se tenga consciencia de que existen, sin esperar siquiera a que un magistrado las escuche y decida si tienen o no valor¡±. El 26 de julio de 2012, un mes despu¨¦s del disgusto de las conversaciones, Loris D¡¯Ambrosio muri¨® de un infarto. Ten¨ªa 64 a?os. Ya nadie sabr¨¢ a qu¨¦ se refer¨ªa cuando hablaba de ¡°acuerdos indecibles¡± entre el Estado y la Mafia¡
El fiscal Vittorio Teresi sostiene que aquella negociaci¨®n secreta ¡°convirti¨®, de hecho, a la Cosa Nostra en un interlocutor institucional¡±. Entre ¨¦l y sus compa?eros van a intentar demostrar que el peligro de aquella decisi¨®n de algunos miembros del Estado ¡ªsin el respaldo del Parlamento y a escondidas de la opini¨®n p¨²blica¡ª traslad¨® el mensaje a la Mafia de que ¡°aquella violencia atroz, aquellas masacres, eran ¨²tiles; gracias a los atentados, la Cosa Nostra logr¨® que el Estado dejar¨¢ en sus manos su m¨¢s preciada aspiraci¨®n, el control del territorio¡±.
Al salir de su despacho y enfilar la calle, un espectacular mecanismo de seguridad se pone en funcionamiento. Durante las pr¨®ximas semanas, quiz¨¢ meses, el fiscal Teresi y sus colegas vivir¨¢n entre el blindado Palacio de Justicia y la acorazada sala de audiencias construida para el maxiproceso y bautizada como el b¨²nker. Aunque ya sus celdas est¨¢n vac¨ªas, el recuerdo de aquella imagen en blanco y negro de decenas de mafiosos asistiendo al juicio que los llevar¨ªa de por vida a prisi¨®n todav¨ªa impresiona. Pero m¨¢s a¨²n que, a pesar del tiempo transcurrido, de las vidas p¨¦rdidas y de las jugarretas del Estado, haya un pu?ado de hombres y mujeres valientes que, bajo la foto en blanco y negro de Falcone y Borsellino, sigan buscando la verdad.
¡ª?Qu¨¦ poder tiene la Mafia hoy en Italia? ?El bajo n¨²mero de cr¨ªmenes quiere decir que mantiene su control?
¡ªYo como fiscal me dedic¨® a investigar hechos ya pasados. El conocimiento del presente me sirve para intentar entender el pasado e incluso para tratar de prever lo que puede pasar en el futuro.
¡ªEntonces¡
¡ªNo le puedo hablar del presente.
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