Los j¨®venes del Parque Gezi
Gezi y la plaza Taksim se han convertido en lugares festivos, donde turcos de diferentes edades, or¨ªgenes y actitud pol¨ªtica y religiosa exigen juntos la dimisi¨®n de Erdogan
Cae la tarde en el Parque Gezi en el centro de Estambul y Gokce Gunac, una joven de 27 a?os, se toma un descanso. "Al principio, fuimos tres o cuatro, vimos que la gente ten¨ªa hambre, pusimos algo de dinero y compramos simits (roscas de pan) y las repartimos", relata con voz cansada. Eso fue el s¨¢bado de la semana pasada y, desde entonces, Gunac dice que apenas ha dormido dos o tres horas al d¨ªa.
Hoy, un n¨²cleo de 15 personas y otros voluntarios que vienen y van administran el mayor puesto de distribuci¨®n de comida, bebida, medicinas y otros productos en Gezi. Tienen mesas, sillas, paredes y techo de campamento y hasta cuatro frigor¨ªficos que funcionan de noche con la electricidad del alumbrado p¨²blico. Alrededor, miles de personas han ocupado y convertido el parque en un festival. En este puesto, tambi¨¦n reparten cepillos de dientes e incluso ropa interior nueva, y tienen una lista de casas de la zona donde los acampados pueden ir a ducharse.
Todo empez¨® aqu¨ª, un peque?o espacio verde junto a la emblem¨¢tica Plaza Taksim, centro del Estambul moderno, rodeada de hoteles y comercios y donde empieza la Avenida Istiklal, llen¨ªsima de bares, tiendas, restaurantes y turistas que la recorren a todas horas. El lunes 27 de mayo, unos pocos activistas organizaron una sentada en Gezi para protestar por su demolici¨®n y conversi¨®n en una zona comercial. A la ma?ana siguiente, la polic¨ªa los desaloj¨® violentamente, lo que hizo que durante el d¨ªa acudieran m¨¢s activistas, que de nuevo la polic¨ªa expuls¨® con fuerza.
La tensi¨®n fue en aumento y explot¨® el viernes 31 de mayo, cuando miles de personas tomaron las calles para protestar contra la violencia policial y el primer ministro, Recep Tayyip Erdogan. Los manifestantes intentaron ocupar Taksim y Gezi y los agentes antidisturbios realizaron cargas y usaron ca?ones de agua y enormes cantidades de gas lacrim¨®geno. Durante horas, el centro comercial de Estambul record¨® a una zona en guerra hasta que el s¨¢bado por la tarde la polic¨ªa se retir¨® de la zona.
Miles de personas han? ocupado y convertido el parque en un festival. En este puesto, tambi¨¦n reparten cepillos de dientes e incluso ropa interior nueva, y tienen una lista de casas de la zona donde los acampados pueden ir a ducharse.
"Ocupamos el parque inmediatamente", cuenta Gunac, que particip¨® en las protestas esos dos d¨ªas, sufri¨® el gas y asegura que un polic¨ªa le peg¨® cuando por la noche ella quer¨ªa volver a casa. En unas horas, Taksim y Gezi fueron tomados por miles de personas, que tambi¨¦n levantaron grandes barricadas, algunas con veh¨ªculos quemados, para cortar los accesos al parque y la plaza.
Gezi y Taksim se convirtieron en lugares festivos, donde turcos de diferentes edades, or¨ªgenes y actitudes pol¨ªtica y religiosa exigen juntos la dimisi¨®n de Erdogan. Pero la mayor¨ªa son como Gunac: j¨®venes educados y de clase media urbana que se unieron espont¨¢neamente a las protestas y no han articulado una serie clara y unitaria de demandas. "Sabemos que no va a ocurrir (la dimisi¨®n de Erdogan), as¨ª que aqu¨ª estamos, disfrutando el momento, sabemos que esto es algo bueno, estamos todo juntos pero, ?y luego qu¨¦? No lo sabemos", resume Gunac, que es estudiante de Periodismo y miembro del equipo nacional de esgrima.
El detonante fue la violencia policial contra los activistas de Gezi pero la raz¨®n de fondo que aducen los ocupantes del parque es el "autoritarismo" del Gobierno y especialmente del primer ministro Erdogan. Un ejemplo repetido por los manifestantes es la falta de libertad de prensa en el pa¨ªs. El Comit¨¦ para la Protecci¨®n de los Periodista y Reporteros Sin Fronteras denuncian que 47 periodistas est¨¢n encarcelados en Turqu¨ªa debido a su trabajo, oficialmente m¨¢s que en ning¨²n otro pa¨ªs del mundo. Durante los dos primeros d¨ªas de protestas y violencia policial, los grandes medios turcos apenas informaron del asunto.
"Yo vi un par de tuits de fuentes cre¨ªbles, cog¨ª un taxi y me vine", recuerda Engin Onder, un publicista de 22 a?os y miembro de la organizaci¨®n 140journos, que distribuye informaci¨®n a trav¨¦s de la red social Twitter. "Verificamos toda la informaci¨®n: nuestros dos criterios son que la persona que informa est¨¦ en el lugar donde est¨¢n ocurriendo los hechos y que lo haga en tiempo real", explica Onder.
El detonante de las protestas fue la violencia policial contra los activistas de Gezi, pero la raz¨®n de fondo que aducen los ocupantes del parque es el "autoritarismo" del Gobierno y especialmente del primer ministro Erdogan
Tras el bloqueo informativo de los medios tradicionales, los j¨®venes de Estambul y otras ciudades turcas recurrieron a fuentes como 140journos para recibir informaci¨®n cre¨ªble sobre las protestas. "Veo este parque como la encarnaci¨®n de Twitter", dice Onder se?alando a su alrededor. "La gente retuitea la informaci¨®n que les llega, responde a ella, se guarda lo que le gusta en favoritos¡"
"Pero tengo tanta ansiedad que ni siquiera estoy disfrutando el momento", conti¨²a Onder, cofundador del Instituto para Mentes Creativas, que cre¨® 140journos, y que como otros cientos de personas ha acampado en Gezi. "El escenario m¨¢s realista es que la polic¨ªa intervenga en el parque y la gente se enfade aun m¨¢s y se enfrenten. Ser¨ªa un error, pero ya ninguno de los dos bandos est¨¢ actuando racionalmente".
Aunque la polic¨ªa se retir¨® de la plaza y el parque, los enfrentamientos continuaron en otras ciudades del pa¨ªs y tambi¨¦n en la zona de Dolmabahce en Estambul, donde Erdogan tiene su oficina. Otro grupo de j¨®venes llega al parque precisamente desde Dolmabahce. "Somos m¨¦dicos, bueno, estudiantes de medicina, venimos de ver c¨®mo estaba la situaci¨®n", explica con una sonrisa uno de ellos mientras se instala en una cl¨ªnica-campamento que han montado en Gezi. "Espera, ?vas a publicar mi nombre y mi foto? No, estoy en la universidad, podr¨ªa tener problemas", dice entonces. Finalmente acepta dar sus iniciales, U.D., su edad, 26 a?os, y su origen, kurdo, y s¨®lo accede a posar para una foto con la m¨¢scara de gas que lleva desde hace d¨ªas.
"Todos en el Gobierno deben marcharse, todos en el AKP (el gobernante Partido para la Justicia y el Desarrollo) son iguales", dice U.D., que durante la entrevista se levanta varias veces para dar medicinas y para atender a una chica que se ha hecho da?o en el tobillo. El Parlamento, en el que el AKP tiene mayor¨ªa, aprob¨® hace unas semanas una ley que limita la promoci¨®n y el consumo de alcohol. ?sta es las m¨¢s reciente de varias iniciativas que muchos en Turqu¨ªa, sobre todo los j¨®venes, ven como un intento del Gobierno de modelar la sociedad de acuerdo con la agenda conservadora e islamista moderada del AKP.
"Antes, la gente en Turqu¨ªa no estudiaba, no le¨ªa. En estos 10 a?os, Erdogan hizo cosas buenas para el pa¨ªs, lo ha desarrollado. Nuestra generaci¨®n, todos estudiamos, todos leemos", comenta pragm¨¢ticamente U.D. "El 70 por cien de la gente en Turqu¨ªa es gente joven y los j¨®venes no queremos que nos cambien nuestro estilo de vida".
Avanza la noche y, precisamente, el alcohol es un elemento muy visible en el parque, donde tambi¨¦n hay m¨²sica, baile, puestos de kebabs (carne a la brasa), bibliotecas y pantallas al aire libre para ver la televisi¨®n o pel¨ªculas.
"El Gobierno lo jodi¨® completamente, no ten¨ªamos derecho a expresarnos democr¨¢ticamente. Erdogan llam¨® a todos los que est¨¢n aqu¨ª ?apulcu (v¨¢ndalo, vago, en turco) y eso fue un error. Yo he visto por aqu¨ª a profesores, a escritores, a artistas¡", asegura Isa Saglam, un realizador cinematogr¨¢fico de 29 a?os, sentado junto a su tienda de campa?a. Los manifestantes han convertido "?apulcu" en un nuevo verbo y Saglam lleva una camiseta que, en ingl¨¦s, dice: "Me paso el d¨ªa chapuleando". Seg¨²n la web Urban Dictionary, chapulear significa "resistir la fuerza, pedir justicia, buscar lo que uno cree que es lo correcto".
"Hace dos d¨ªas era una noche religiosa y en el parque no hubo alcohol, quisimos demostrar c¨®mo todos somos iguales, los que beben y las mujeres que llevan velo", contin¨²a Saglam mientras una chica pasa ofreciendo t¨¦ y galletas. M¨¢s tarde, un chico ofrece cigarros, todo gratis.
Preguntado sobre cu¨¢les son sus demandas como manifestante, Saglam tiene que pararse a pensar: "Primero, no quiero tener miedo de la polic¨ªa. Segundo, quiero o¨ªr canciones kurdas en la radio. Soy turco, pero los kurdos tienen derecho a o¨ªr su idioma y su m¨²sica. Quiero que las mujeres con velo y los j¨®venes que beben puedan estar juntos. Y por supuesto le dir¨ªa al primer ministro (Erdogan) que por favor haga chistes y bromee en sus discursos".
En el horizonte ya se adivinan los primeros rayos de sol y cientos de personas siguen hablando, bebiendo, comiendo y bailando en el Parque Gezi. Tambi¨¦n se ve un amago de pelea. En el mayor puesto de distribuci¨®n de alimentos y otros productos, Gokce Gunac no ha dormido y est¨¢ ahora cortando sand¨ªa y ofreciendo tajadas a los que pasan, aunque bromea y dice que quiz¨¢ ser¨ªa mejor guardarlas para usarlas como armas para cuando vuelva la polic¨ªa. Algo m¨¢s tarde, se oye la llamada a la oraci¨®n desde las mezquitas m¨¢s cercanas y el cielo sigue aclar¨¢ndose. Empieza otro d¨ªa en el Parque Gezi en el centro de Estambul.
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