Tepito no se casa con la polic¨ªa
El despliegue de 400 agentes en el barrio clave del caso de los desaparecidos de M¨¦xico DF no cala entre los vecinos, que lo ven como una acci¨®n para mejorar la imagen del Gobierno local
Tepito es un barrio con personalidad. En vez de descansar los domingos, descansa los martes. ¡°El domingo es cuando hay m¨¢s vendimia¡±, explica un vecino. Quiere decir que en este barrio, un bazar insondable de comercio ambulante en el que por la calle se puede comprar desde un beb¨¦ de halc¨®n hasta un cl¨¢sico de cine de autor franc¨¦s, el domingo es un d¨ªa cumbre de ventas y no de salir de paseo con la familia.
Este martes en la avenida principal, Eje 1 Norte, las estructuras de hierro de los puestos estaban vac¨ªas, sin material, como si fuesen el esqueleto visto de Tepito. Por la calle hab¨ªa poca gente. Pero hab¨ªa mucha polic¨ªa. Despu¨¦s de la desaparici¨®n de 12 j¨®venes (la mayor¨ªa de este barrio) hace dos semanas y del asesinato a tiros de cuatro personas el jueves pasado en un gimnasio de la zona, el Gobierno de M¨¦xico DF despleg¨® 400 polic¨ªas en el barrio para garantizar su seguridad.
?Se siente ahora Tepito m¨¢s seguro? ?Necesitaba 400 agentes?
Uno de los personajes p¨²blicos del barrio es Alfonso Hern¨¢ndez, conocido como el cronista de Tepito. ?l considera que el aumento de polic¨ªas es un gesto publicitario de las autoridades. ¡°Es un desfile, nada m¨¢s¡±. Hern¨¢ndez dice que Tepito desde siempre se ha acostumbrado a cuidarse solo. Se remonta al siglo XVI. Explica que en 1521 el ¨²ltimo emperador azteca, Cuauht¨¦moc, estuvo 93 d¨ªas atrincherado ante los embates de Hern¨¢n Cort¨¦s en la misma zona donde ahora est¨¢ el barrio. ¡°Eso es lo que ha marcado a Tepito desde entonces¡±, dice el historiador local. ¡°La resistencia¡±.
El domingo por la noche el fiscal del DF, Rodolfo R¨ªos, visit¨® el lugar para preguntarle a los vecinos si se sent¨ªan m¨¢s seguros. Uno de ellos, due?o de una tortiller¨ªa, habl¨® con ¨¦l y le cont¨® este martes a EL PA?S c¨®mo fue la charla, aunque pidi¨® que mejor no se pusiese su nombre. Dijo que el fiscal lleg¨® sobre las nueve de la noche acompa?ado por c¨¢maras de televisi¨®n, por un numeroso grupo de polic¨ªas vestidos de civil y con unas ¡°camionetotas¡±, vestido con una cazadora de cuero que pon¨ªa ¡°Procurador¡±.
¨C?Y qu¨¦ le dijo?
¨CMe hizo la pregunta de los 64.000 pesos. Que si est¨¢bamos m¨¢s seguros.
Estamos en la calle Libertad sobre la una de la tarde. En una esquina hay un grupete de adultos descuidados sentados en la acera. Justo antes de conversar con el tortillero pasaron tres o cuatro j¨®venes con estilo de pandilleros de Los ?ngeles (ropa holgada de hip-hopero, tatuajes en el cuello). Uno de ellos llevaba de una correa un musculoso bull-terrier blanco con el hocico ensangrentado. Unos metros m¨¢s all¨¢ hab¨ªa una patrulla de la polic¨ªa. Los agentes pararon a los j¨®venes que caminaban con el perro de pelea. Se pusieron a hablar. Al poco uno de los tipos volvi¨® andando, pas¨® de nuevo por delante de la tortiller¨ªa, gir¨® la esquina y un par de minutos despu¨¦s regres¨® caminando hacia los polic¨ªas y sus acompa?antes con un bote de alcohol de farmacia en la mano, se entiende que para curarle al can las heridas. Los agentes continuaron hablando un rato con los j¨®venes y al final se subieron a su furgoneta y se fueron calmosos a dar un rond¨ªn.
¨C?Y qu¨¦ le dijo usted al fiscal?
¨CPues que s¨ª, que estamos m¨¢s seguros, pero las patrullas pasan y ven ah¨ª una bola de mugrosos [se?ala al grupete de la esquina] y no hacen nada. Dan vueltas.
El se?or de las tortillas a?ade que el fiscal le dijo que la polic¨ªa estaba ah¨ª para cuidar a la gente trabajadora como ellos. Durante la conversaci¨®n, el due?o y sus empleados no dejan de elaborar tortillas de ma¨ªz. Eso s¨ª: Tepito siempre deja la marca de la casa de barrio. Uno de los empleados, un chico joven, luc¨ªa un enorme cigarro de marihuana colocado en la oreja. El canuto, de un grosor modelo Coh¨ªba, estaba enrollado por capas y capas de un papel que aqu¨ª llaman s¨¢bana. Esta clase de porro gigante aqu¨ª recibe el calificativo armament¨ªstico de bazuca.
En otra zona del barrio atiende Arturo Lazcano Castro, 65 a?os, vendedor callejero de tamales desde hace 43 en la misma esquina de Tepito, donde seg¨²n ¨¦l ha visto cosas como batallas campales entre los vecinos y la polic¨ªa (los vecinos, dice, detuvieron un cami¨®n de cerveza y recibieron la llegada de un operativo policial con una lluvia torrencial de botellines) o como un tiroteo en pleno d¨ªa (la gente se agach¨®, precisa) entre camionetas de delincuentes enfrentados.
Arturo Lazcano afirma que el barrio es peligroso, pero tampoco se f¨ªa del despliegue de agentes. ¡°Nos sentimos inseguros por las bandas, y tambi¨¦n por esta pinche polic¨ªa¡±. Dice que hace unos 20 a?os Tepito era m¨¢s pac¨ªfico, y culpa del supuesto deterioro del barrio al PRD, el partido de izquierdas que gobierna la capital desde hace dos d¨¦cadas. ¡°Cuando estaba el PRI, era ratero, pero te dejaban trabajar, y este PRD solo sirve para robar y extorsionar y dejarle hacer a la gente g¨¹evona¡±. El vendedor de tamales sostiene que los operativos policiales del anterior alcalde, Marcelo Ebrard, ahuyentaron a comerciantes temerosos de que les requisasen su mercanc¨ªa y debilitaron a Tepito. Este hombre le tiene una man¨ªa especial a Ebrard. ¡°Si ni siquiera es de ac¨¢, es franc¨¦s. ?A poco es mexicano?¡±. Marcelo Ebrard Casaubon, de origen franc¨¦s, naci¨® en la Ciudad de M¨¦xico en 1959.
Al lado del puesto de tamales tiene su puesto Luciana Baz¨¢n, de 35 a?os, llegada hace diez desde la pobreza del Estado de Oaxaca. Ella vende bolsas de lona con figuras de ositos o de princesas o de elefantes o de la pel¨ªcula animada Cars, la que m¨¢s se vende. ¡°Yo me siento insegura¡±, dice. ¡°La gente que naci¨® ac¨¢ a lo mejor lo ve como algo com¨²n [los asesinatos], pero yo no¡±.
Si bien los cr¨ªmenes no son una rareza en un barrio duro como este, las caracter¨ªsticas de lo que est¨¢ ocurriendo en las ¨²ltimas dos semanas (los desaparecidos, el crimen del gimnasio) tal vez est¨¦ causando un temor especial. Un vecino que prefiere mantener su anonimato, y que tampoco le da valor al despliegue policial (¡°es un adorno¡±, dice), opina que est¨¢n pasando cosas que no sol¨ªan pasar. ¡°Lo del gimnasio lo hicieron con armas largas, y aqu¨ª los muertos suelen ser por broncas, con pistola ¨Cun tiro, dos tiros¨C, pero no ejecuciones as¨ª, como las de Tijuana o las de Michoac¨¢n¡±.
Los vecinos entrevistados no muestran una gran alegr¨ªa por el refuerzo de la presencia policial en Tepito, y al mismo tiempo asumen que en el barrio hay delincuencia y riesgos, pero lo que todos subrayan es que este enorme zoco de productos pirata ¨Cdefinido por el cronista Hern¨¢ndez, por etapas hist¨®ricas, como ¡°modesto barrio ind¨ªgena, miserable enclave colonial, arrabal de la ciudad de los palacios, atracadero urbano y tendedero existencial de propios y extra?os¡±?¨C son muchos m¨¢s los que se ganan la vida trabajando, chambeando, dicen aqu¨ª, que pegando tiros, secuestrando o extorsionando.
Tu suscripci¨®n se est¨¢ usando en otro dispositivo
?Quieres a?adir otro usuario a tu suscripci¨®n?
Si contin¨²as leyendo en este dispositivo, no se podr¨¢ leer en el otro.
FlechaTu suscripci¨®n se est¨¢ usando en otro dispositivo y solo puedes acceder a EL PA?S desde un dispositivo a la vez.
Si quieres compartir tu cuenta, cambia tu suscripci¨®n a la modalidad Premium, as¨ª podr¨¢s a?adir otro usuario. Cada uno acceder¨¢ con su propia cuenta de email, lo que os permitir¨¢ personalizar vuestra experiencia en EL PA?S.
En el caso de no saber qui¨¦n est¨¢ usando tu cuenta, te recomendamos cambiar tu contrase?a aqu¨ª.
Si decides continuar compartiendo tu cuenta, este mensaje se mostrar¨¢ en tu dispositivo y en el de la otra persona que est¨¢ usando tu cuenta de forma indefinida, afectando a tu experiencia de lectura. Puedes consultar aqu¨ª los t¨¦rminos y condiciones de la suscripci¨®n digital.