EE UU se comporta como China
Ambos gobiernos creen que hacen lo que m¨¢s les conviene al Estado y a la gente. Pero, como s¨¦ muy bien, ese abuso de poder puede destruir vidas
Aunque ya sabemos que los gobiernos hacen todo tipo de cosas, no pude dejar de sorprenderme e indignarme al leer las informaciones sobre el programa de vigilancia Prisma en Estados Unidos. En mi opini¨®n, ese programa es un uso intolerable de la capacidad del gobierno de entrometerse en la intimidad de las personas. Y es una ocasi¨®n importante para que la sociedad internacional reflexione y proteja los derechos individuales.
Viv¨ª 12 a?os en Estados Unidos. Este abuso del poder del Estado va totalmente en contra de lo que para m¨ª significa ser una sociedad civilizada, y me sorprender¨ªa que los ciudadanos estadounidenses dejen que siga adelante. Estados Unidos posee una gran tradici¨®n de individualismo y privacidad y es, desde hace mucho tiempo, un centro de libertad de pensamiento y, como consecuencia, de creatividad.
En la experiencia de quienes vivimos en China, a la hora de la verdad, la privacidad no existe; por eso nuestro pa¨ªs est¨¢ muy por detr¨¢s del resto del mundo en aspectos importantes; a pesar de haberse enriquecido tanto, contin¨²a atrasado en pasi¨®n, imaginaci¨®n y creatividad.
Por supuesto, vivimos en diferentes circunstancias legales: en Occidente, en los pa¨ªses desarrollados, existen leyes que pueden compensar o restringir el uso de la informaci¨®n que pueda tener el gobierno. Pero en China no es as¨ª, y el resultado es que las personas est¨¢n desnudas. Aqu¨ª, las intromisiones pueden destruir por completo la vida de una persona, cosa que no creo que pudiera ocurrir en los pa¨ªses occidentales.
No obstante, si de lo que hablamos es de una injerencia intolerable en los derechos individuales, Prisma hace lo mismo. Coloca a los individuos en una situaci¨®n muy vulnerable. La privacidad es un derecho humano esencial, uno de los valores fundamentales. No hay garant¨ªas de que China, Estados Unidos o cualquier otro gobierno no vaya a utilizar la informaci¨®n de manera enga?osa o con fines inapropiados. Creo, en especial, que un pa¨ªs como Estados Unidos, tan avanzado desde el punto de vista t¨¦cnico, no deber¨ªa aprovecharse de su poder, porque sirve de est¨ªmulo a otros pa¨ªses.
Antes de la era de la informaci¨®n, el gobierno chino pod¨ªa decidir que uno era contrarrevolucionario solo porque un vecino denunciaba alguna cosa que hab¨ªa o¨ªdo. La mala utilizacio¨®n de esas informaciones arruinaron miles, millones de vidas. Hoy, con su capacidad t¨¦cnica, el Estado pueden introducirse sin problemas en las cuentas bancarias, los correos privados, las conversaciones y las cuentas de redes sociales de cualquiera. Internet y las redes sociales nos ofrecen nuevas posibilidades de exploraci¨®n.
Pero nunca nos hab¨ªamos expuesto como ahora, y eso nos deja vulnerables ante la posibildiad de que alguien decida utilizarlo en nuestra contra. Cualquier informaci¨®n, cualquier comunicaci¨®n puede ser excusa para someter a un joven a la vigilancia del Estado. Es frecuente que, cuando un Estado represor detiene a alguien, tenga en sus manos ese tipo de informaci¨®n. Es una forma de controlarle, de decirle: Sabemos exactamente lo que est¨¢s pensando o lo que est¨¢s haciendo. Y eso puede arrastrar a una persona a la locura.
Cuando las personas tienen miedo y sienten que el gobierno tiene acceso a todo, se autocensuran y se abstienen de pensar con libertad. Y eso es peligroso para el desarrollo humano.
En la Uni¨®n Sovi¨¦tica en otros tiempos, en la China actual e incluso en Estados Unidos, las autoridades siempre piensan que est¨¢n haciendo lo necesario, creen firmemente que hacen lo que m¨¢s les conviene al Estado y a la gente. Pero la historia nos ense?a que es necesario limitar el poder del Estado.
Un gobierno elegido por el pueblo, que de verdad trabaje para el pueblo, no debe ceder a estas tentaciones.
Durante el periodo que pas¨¦ encarcelado en China, me vigilaban las 24 horas del d¨ªa. La luz estaba siempre encendida. Junto a m¨ª estaban dos guardias en turnos de dos horas, que me miraban incluso cuando me tomaba una medicina: ten¨ªa que abrir la boca para que me vieran la garganta. Deb¨ªa ducharme delante de ellos; me miraban cuando me lavaba los dientes, para asegurarse, seg¨²n dec¨ªa, de que no iba a hacerme da?o. Ten¨ªan tres c¨¢maras de vigilancia para garantizar que los guardias no hablasen conmigo.
Aun as¨ª, los guardias me hablaban en susurros. Me contaban historias sobre s¨ª mismos. La humanidad y la intimidad siempre salen a relucir, incluso en las condiciones m¨¢s represivas.
Limitar el poder es proteger a la sociedad. No solo proteger los derechos individuales, sino hacer que el poder sea m¨¢s sano.
La civilizaci¨®n se apoya en la confianza, y todo el mundo debe luchar para defenderla y para proteger nuestros aspectos m¨¢s vulnerables: nuestros sentimientos ¨ªntimos, nuestras familias. No debemos ceder nuestros derechos a nadie. No se puede depositar tanta confianza en ning¨²n poder del Estado. Ni en China, ni en Estados Unidos.
Traducci¨®n de Mar¨ªa Luisa Rodr¨ªguez Tapia
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