Una pregunta inquietante sobre la protesta brasile?a
Muchos ciudadanos que participar¨ªan en las protestas prefieren seguirlas desde casa por temor a los violentos
Corre por las redes sociales y por la prensa una pregunta inquietante sobre las protestas populares presentes en todo el pa¨ªs: ?Por qu¨¦ la polic¨ªa deja a un grupo de v¨¢ndalos actuar sin detenerles ni paralizarles? ?A qui¨¦n interesa en este momento que una marcha de protesta pac¨ªfica en un 99% quede empa?ada por un grupo que aparece siempre puntual para arrasar con todo lo que encuentra por delante creando irritaci¨®n y miedo en la poblaci¨®n?
Muchos ciudadanos que saldr¨ªan felices a participar en las marchas de protesta que ya han conseguido grandes victorias pol¨ªticas y sociales, prefieren seguirlas desde casa por temor a verse envueltos en uno de esos zafarranchos violentos. No existe una explicaci¨®n a lo que aconteci¨®, por ejemplo, este mi¨¦rcoles en Belo Horizonte, donde 5.500 polic¨ªas militares y 1.500 soldados del ej¨¦rcito se mostraron incapaces de impedir que un grupo de cien v¨¢ndalos destruyeran e incendiaran un concesionario de autom¨®viles, saquearan casas y quemaran muebles en plena calle.
Ayer Belo Horizonte tuvo la primera v¨ªctima mortal de las manifestaciones
A ello hay que a?adir que la polic¨ªa, desde la primera gran manifestaci¨®n de S?o Paulo, que acab¨® en una batalla campal, ha sido tremendamente violenta con los manifestantes solo porque quer¨ªan mover las protestas a un lugar diferente de la ciudad.
Este mi¨¦rcoles Belo Horizonte tuvo la primera v¨ªctima mortal de las manifestaciones. Y se trat¨® de alguien pac¨ªfico huyendo de los ataques de la polic¨ªa. Mientras tanto, el grupo de v¨¢ndalos se despach¨® a su gusto, observado desde lo alto por un helic¨®ptero de la polic¨ªa sin que nadie se acercara a ellos.
Esa actitud incomprensible de las fuerzas policiales, que los comentaristas de radios y televisiones expresan incr¨¦dulos cada vez, se repite inexorablemente en todas las marchas. A falta de una respuesta oficial a esa pregunta que inquieta a todos, surgen en las redes sociales una serie de explicaciones, que van desde las m¨¢s peregrinas, como que se tratar¨ªa de polic¨ªas disfrazados pagados por quienes desean desprestigiar la protesta ante la clase media, hasta las que sospechan que los agentes reciben ¨®rdenes para dejar que los v¨¢ndalos act¨²en tranquilamente. El prop¨®sito ser¨ªa que la gente acabe irritada y empiece a abandonar la protesta.
Existe una dosis de violencia imposible de impedir en todas las manifestaciones de masa hasta en las m¨¢s pac¨ªficas, advierten los soci¨®logos. Esa es, sin embargo, la violencia que anida en la rabia de los manifestantes que protestan contra un poder al que acusa de ofrecerles unos servicios p¨²blicos deficientes mientras los pol¨ªticos se enriquecen ilegalmente.Es la violencia que se advierte contra la polic¨ªa que act¨²a a veces como si el pa¨ªs estuviera viviendo una dictadura y contra los pol¨ªticos a los que consideran corruptos.
Hubo un ejemplo, en una de las manifestaciones del interior del pa¨ªs, que podr¨ªa ser paradigm¨¢tica de ese tipo de violencia que nada tiene que ver con la llevada a cabo cada d¨ªa por el grupo de v¨¢ndalos. Los manifestantes pac¨ªficos se dirigieron hacia el ayuntamiento donde se hallaba el alcalde considerado un corrupto, pero que quiso sacar pecho y se present¨® en la puerta de la alcald¨ªa casi provocando. Irritados, los manifestantes le lanzaron gritos e insultos y hasta intentaron golpearlo con lo que ten¨ªan a mano. El guardia de seguridad que lo proteg¨ªa se desmay¨® a sus pies y el alcalde tuvo que salir corriendo.
A quien reproch¨® a los manifestantes del pueblo aquella actitud beligerante, uno de ellos explic¨®: ¡°?Qu¨¦ quer¨ªan, que nos hubi¨¦semos acercado a ¨¦l para decirle educadamente: ¡°Por favor, se?or alcalde, no robe usted tanto, inter¨¦sese m¨¢s por nuestros problemas. Se lo suplicamos pac¨ªficamente. ?Verdad que nos va a escuchar?¡¯¡±
Lo cierto es que la actitud de las fuerzas policiales con este peque?o grupo de v¨¢ndalos que se traslada de una ciudad a otra en busca de refriega, no s¨®lo preocupa a la gente, sino que podr¨ªa acabar da?ando gravemente a un movimiento que ha aparecido como la esperanza de una nueva primavera brasile?a.
La pregunta de por qu¨¦ la polic¨ªa cruza los brazos ante los v¨¢ndalos sigue revoloteando sobre las manifestaciones sin que nadie sea capaz de ofrecer una respuesta cre¨ªble.
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