La rep¨²blica castrense
Los cuatro predecesores de Morsi en la presidencia surgieron de la ¨¦lite militar
Seg¨²n los anales de historia, una noche de 1941 un joven oficial llamado Anuar Sadat y un hombre de religi¨®n conocido como Hasan al Bana, fundador de los Hermanos Musulmanes, coincidieron en un acto p¨²blico. Se desconoce en nombre de qui¨¦n hablaba el futuro presidente, pero este le advirti¨® de que crec¨ªa en el seno de las Fuerzas Armadas la necesidad de actuar contra el rey Faruk y sus pol¨ªticas probrit¨¢nicas. El golpe de Estado se produjo 11 a?os despu¨¦s y llev¨® a los militares al poder. Desde entonces, nunca lo han abandonado. Ni siquiera con el ascenso de Mohamed Morsi, al que han marcado estrechamente. Los cuatro presidentes que le precedieron ¡ªMohamad Naguib, Gamal Abdel Naser, Anuar Sadat y Hosni Mubarak¡ª surgieron de la ¨¦lite castrense.
La militarizaci¨®n de la primera Rep¨²blica egipcia no comenz¨®, sin embargo, hasta la d¨¦cada de los pasados noventa. En 1991, y de la mano del mariscal Hasan Tantaui, reci¨¦n nombrado ministro de Defensa, la oficialidad comenz¨® a infiltrarse en todos los sectores de la sociedad. A cambio de lealtad a Mubarak, los altos mandos eran premiados en su retiro con jugosos puestos directivos en la administraci¨®n del Estado o en empresas estatales, donde los altos sobresueldos compensaban sus exiguas pensiones. Poco a poco acapararon direcciones en ministerios claves y en instituciones p¨²blicas estrat¨¦gicas. Ello le permiti¨® crear una extensa red a trav¨¦s del aparato del Estado que con el devenir del tiempo le permiti¨® influir en pol¨ªtica y establecer mecanismos para obstruir cualquier tipo de reforma.
Dos fueron las razones: la primera, el deseo de Mubarak de reducir al m¨ªnimo el riesgo de que emergiera un rival que amenazara su poder. La segunda, la necesidad del r¨¦gimen de multiplicar los recursos b¨¦licos para luchar contra la ola de terrorismo islamista que ensangrent¨® Egipto en la d¨¦cada de los noventa. A ello contribuy¨®, adem¨¢s, el programa neoliberal de privatizaciones emprendido por el propio Mubarak en1986 tras renegociar la deuda con el FMI.
La aparici¨®n en el a?o 2000 de Gamal Mubarak y el plan del presidente para que su hijo le sucediera en una suerte de dictadura hereditaria rompi¨® este equilibrio y sembr¨® la semilla del disfrazado golpe militar interno de 2011. El hijo peque?o del mandatario se present¨® con un segundo plan de privatizaci¨®n que atacaba directamente los privilegios de la casta militar. En una primera fase, buscaba desposeerla del poder econ¨®mico. En manos de los militares estaban ya entonces los cuatro pilares de la econom¨ªa nacional: la ayuda americana, los beneficios del canal de Suez, el turismo y la gesti¨®n de las divisas de los expatriados. Adem¨¢s, controlaban la Administraci¨®n de Supervisi¨®n Administrativa, ¨®rgano de vigilancia estatal, y el tejido industrial del pa¨ªs, a trav¨¦s de la Organizaci¨®n ?rabe de Industria.
En una segunda fase, que nunca logr¨® poner en marcha y que Morsi trat¨® de recuperar, buscaba privarle de su privilegios ¡ªlos militares y sus familias gozan de viviendas subsidiadas, becas, supermercados y clubes propios, adem¨¢s de otras facilidades¡ª y eliminar su poder territorial ¡ªen tiempos de Mubarak, la mayor¨ªa de las provincias del pa¨ªs estaban dirigidas por exmilitares, con capacidad para designar alcaldes. Un complejo sistema que el Ej¨¦rcito quiere conservar a cualquier precio. Como escrib¨ªa meses atr¨¢s el investigador Yezid Sayigh, la primera rep¨²blica democr¨¢tica egipcia solo podr¨¢ existir si antes desaparece la rep¨²blica castrense. De lo contrario, cualquier sistema que emerja est¨¢ condenado al autoritarismo o a la inestabilidad cr¨®nica.
Javier Mart¨ªn es periodista y escritor, autor entre otros libros de Los Hermanos Musulmanes (Catarata).
Tu suscripci¨®n se est¨¢ usando en otro dispositivo
?Quieres a?adir otro usuario a tu suscripci¨®n?
Si contin¨²as leyendo en este dispositivo, no se podr¨¢ leer en el otro.
FlechaTu suscripci¨®n se est¨¢ usando en otro dispositivo y solo puedes acceder a EL PA?S desde un dispositivo a la vez.
Si quieres compartir tu cuenta, cambia tu suscripci¨®n a la modalidad Premium, as¨ª podr¨¢s a?adir otro usuario. Cada uno acceder¨¢ con su propia cuenta de email, lo que os permitir¨¢ personalizar vuestra experiencia en EL PA?S.
En el caso de no saber qui¨¦n est¨¢ usando tu cuenta, te recomendamos cambiar tu contrase?a aqu¨ª.
Si decides continuar compartiendo tu cuenta, este mensaje se mostrar¨¢ en tu dispositivo y en el de la otra persona que est¨¢ usando tu cuenta de forma indefinida, afectando a tu experiencia de lectura. Puedes consultar aqu¨ª los t¨¦rminos y condiciones de la suscripci¨®n digital.