Bajo la vigilancia de los Cinco Ojos
Las filtraciones de Snowden son la punta del iceberg de una red global de espionaje de se?ales liderada por EEUU, Reino Unido, Canad¨¢, Australia y Nueva Zelanda
La opini¨®n p¨²blica y la clase pol¨ªtica de Gran Breta?a y Estados Unidos quiz¨¢ no quieran llegar a comprender nunca del todo la importancia del torrente de revelaciones sobre las escuchas electr¨®nicas en todo el mundo que ha denunciado el exesp¨ªa fugitivo Edward Snowden, pero para el resto del mundo, y en especial para Europa, es un momento trascendental.
Los l¨ªderes pol¨ªticos europeos deben hacerse una serie de preguntas: ?Desde cu¨¢ndo los derechos humanos no son universales? ?Cu¨¢ndo y c¨®mo decidi¨® el mundo no anglosaj¨®n renunciar a los derechos de propiedad intelectual, la confidencialidad comercial y la privacidad personal a cambio del privilegio de almacenar o procesar sus datos en Estados Unidos?
Los documentos filtrados revelan el secreto del que se rodearon Estados Unidos y Gran Breta?a para concederse poderes legales que les autorizaban a espiar todas las comunicaciones personales y comerciales de cualquier sistema mundial de telecomunicaciones que estuviera a su alcance. Que las comunicaciones intervenidas tuvieran o no alguna relaci¨®n con el terrorismo o la delincuencia era algo desconocido e irrelevante. Todo era susceptible de ser examinado. Sin ¨®rdenes judiciales.
Dicho de otra forma, los servicios secretos brit¨¢nicos han prostituido la situaci¨®n geogr¨¢fica del pa¨ªs y la facilidad que le proporcionaba para reunir datos europeos con el fin de reivindicar un poder secreto: el hecho de que el Reino Unido se ha convertido en una superpotencia mayor que Estados Unidos en espionaje de Internet.
La organizaci¨®n multinacional de escuchas UKUSA, creada por varios tratados secretos de posguerra entre Estados Unidos y Gran Breta?a, se llama hoy a s¨ª misma los Cinco Ojos. Las agencias que forman parte de ella compiten por ver qui¨¦n tiene m¨¢s penetraci¨®n en las comunicaciones privadas y comerciales a trav¨¦s de Internet.
Los Cinco Ojos son los servicios de inteligencia de se?ales (SIGINT) de Estados Unidos, el Reino Unido, Canad¨¢, Australia y Nueva Zelanda. Engloban la Agencia de Seguridad Nacional estadounidense (NSA) y el Cuartel General de Comunicaciones del Gobierno brit¨¢nico (GCHQ). En los documentos se encuentran numerosos comentarios informales que demuestran que la mayor satisfacci¨®n, para los agentes de los servicios de inteligencia, es vigilar todo, franquear el mayor n¨²mero posible de sistemas de privacidad.
Los papeles muestran que los miembros de los Cinco Ojos parecen competir entre s¨ª por ser los m¨¢s poderosos en su mundo supranacional y secreto. Tambi¨¦n ense?an que, aunque se aplican con precisi¨®n las normas legales cuando intervienen comunicaciones de sus propios ciudadanos, no tienen ese cuidado, en absoluto, cuando se trata de ciudadanos extranjeros.
Seg¨²n los documentos filtrados por Snowden, hoy, ma?ana y todos los d¨ªas desde hace tres a?os, cualquier dato, correo electr¨®nico, archivo o mensaje de texto que sale de Europa para su tratamiento en Estados Unidos tiene muchas probabilidades de que lo copie y lo analice un sistema de vigilancia brit¨¢nico cuyo nombre en clave es Tempora.
La vigilancia abarca redes de correo electr¨®nico de empresas estadounidenses como Google y Microsoft y el sistema de telefon¨ªa por ordenador Skype, adem¨¢s de llamadas telef¨®nicas corrientes que se dirigen a Estados Unidos o cruzan el pa¨ªs debido a la enorme capacidad de tr¨¢fico de datos a trav¨¦s del Atl¨¢ntico norte.
Cada elemento de informaci¨®n enviado a trav¨¦s de los enlaces intervenidos se copia y se retiene durante tres d¨ªas mientras los ordenadores de los servicios de inteligencia brit¨¢nicos lo examinan y extraen la informaci¨®n sobre los remitentes y los destinatarios. Luego se selecciona el contenido de algunas comunicaciones concretas para guardarlo de manera indefinida.
El resto, la informaci¨®n sobre qui¨¦n ha llamado a qui¨¦n o qui¨¦n se ha conectado con qui¨¦n, se filtra y se transfiere a otro sistema de almacenamiento inform¨¢tico. Despu¨¦s de clasificarla y filtrarla, la informaci¨®n de Tempora pasa a formar parte de una gigantesca base de datos com¨²n sobre qui¨¦n ha llamado a qui¨¦n o qui¨¦n se ha conectado con qui¨¦n en cualquier momento y desde cualquier lugar.
Puede existir a¨²n cierto grado de protecci¨®n para una minor¨ªa de comunicaciones que circulan por cables submarinos que no llegan a Gran Breta?a, sino directamente de Norteam¨¦rica al continente europeo, a las costas de Francia, Espa?a y Portugal. No sabemos. Snowden seguramente s¨ª, pero todav¨ªa no ha revelado si esos cables, cuando tocan tierra en Estados Unidos y Canad¨¢, tambi¨¦n est¨¢n intervenidos y permiten que se capturen y procesen sus datos all¨ª. Parece probable, dadas las costumbres de las agencias colaboradoras en otros tiempos.
Que los datos interceptados tengan o no que ver con el terrorismo o la delincuencia es algo irrelevante
La dimensi¨®n y la ubicuidad de este programa de vigilancia suscita un interrogante real e inmediato para los pa¨ªses y las instituciones europeas, porque las revelaciones de Snowden confirman tambi¨¦n que ninguna cosa que llegue a trav¨¦s de Internet del extranjero a Estados Unidos o los proveedores estadounidenses de Internet va a poder seguir siendo privada.
Desde hace meses est¨¢n en marcha unas delicadas y complejas negociaciones entre la UE y Estados Unidos sobre la protecci¨®n de datos en la nube de almacenamiento y procesamiento remoto de datos. Con las revelaciones, se han sumido en el caos.
Los activistas brit¨¢nicos, alemanes y holandeses llevan mucho tiempo intentando alertar al mundo sobre la importancia de una ley actualizada que aprob¨® Estados Unidos en 2008 y que autoriza al gobierno federal a emitir ¨®rdenes judiciales secretas para exigir a las empresas de Internet que entreguen todos sus datos originados en el extranjero.
La nueva ley se aprob¨® en parte para legalizar la vigilancia secreta de las redes de telefon¨ªa dentro y fuera de Estados Unidos, que el Gobierno norteamericano emprendi¨® poco despu¨¦s del 11-S. El sistema se conoce como ¡°escuchas sin orden judicial¡±. Las nuevas normas conced¨ªan a las empresas estadounidenses que hubieran cumplido las demandas secretas del gobierno de entregar los datos inmunidad procesal frente a posibles querellas de los clientes cuyos datos se copiaran.
El presidente Obama, que entonces era senador, vot¨® a favor.
La nueva norma es la Ley de Enmienda de la Ley de Vigilancia de la Inteligencia Extranjera (FISAAA, en sus siglas en ingl¨¦s), aprobada en 2008. Es la versi¨®n revisada de una ley de 1978, aprobada despu¨¦s de que las investigaciones sobre el Watergate sacaran al descubierto programas de espionaje ilegal por parte de los servicios de inteligencia estadounidenses. Las informaciones dieron pie a que el senador Frank Church, que presid¨ªa el principal comit¨¦ investigador, advirtiera de que el poder de la NSA le daba ¡°la capacidad¡ de implantar una tiran¨ªa total¡±.
Treinta a?os m¨¢s tarde, da la impresi¨®n de que ese era el plan.
No solo FISAAA no exige que la vigilancia se lleve a cabo exclusivamente en casos de terrorismo o cr¨ªmenes graves, sino que especifica que autoriza todas las formas de espionaje pol¨ªtico y econ¨®mico de ciudadanos extranjeros. FISAAA protege a los estadounidenses del espionaje generalizado y sin orden judicial, pero a nadie m¨¢s. En concreto, autoriza la recogida de datos sobre cualquier ¡°organizaci¨®n pol¨ªtica de origen extranjero¡± o que tenga que ver con cualquier ¡°territorio extranjero y que est¨¦ relacionada con la pol¨ªtica exterior de Estados Unidos¡±. En la pr¨¢ctica, a no ser que uno sea ciudadano estadounidense y viva en Estados Unidos, no hay ning¨²n l¨ªmite.
Reino Unido es ya una potencia mayor que Estados Unidos en el filtrado de datos de la Red
El hecho de que Estados Unidos siempre ha llevado a cabo ese espionaje lo reconoci¨® en marzo de 2000 el exdirector de la CIA James Woolsey cuando respondi¨® al informe del Parlamento Europeo sobre la red Echelon de espionaje de los sat¨¦lites comerciales de comunicaciones (yo fui el autor de dicho informe).
Al explicar ¡°por qu¨¦ espiamos a nuestros aliados¡±, Woolsey bram¨® y a?adi¨®: ¡°S¨ª, amigos del continente europeo, os hemos espiado. Y es verdad que usamos ordenadores para clasificar los datos mediante palabras clave¡±. Dijo que lo hac¨ªan porque, en su opini¨®n, las empresas europeas pagaban sobornos.
El informe sobre Echelon deriv¨® en la presentaci¨®n de numerosas recomendaciones de sobre protecci¨®n de la privacidad y seguridad comercial en el Parlamento Europeo. Todas se aprobaron en 2001. Seis d¨ªas despu¨¦s, los terroristas golpearon Nueva York y Washington. Y las recomendaciones quedaron olvidadas, hasta ahora.
Los defensores europeos de los derechos digitales alegan que FISAAA autoriza ¡°la vigilancia general de ciudadanos no estadounidenses por parte de servicios de seguridad estadounidenses¡± y que es incompatible con los derechos fundamentales establecidos en la Carta Europea de los Derechos Fundamentales y el Convenio Europeo de Derechos Humanos.
En vista del caso Echelon y otras controversias anteriores, la comunidad internacional sospecha desde hace decenios que la organizaci¨®n global de escuchas electr¨®nicas dirigida por los anglosajones ha obtenido acceso secreto a pr¨¢cticamente todas las comunicaciones civiles y militares del mundo y con fines muy diversos; no solo para combatir el terrorismo y el crimen, que est¨¢n dispuestos a confesar, sino tambi¨¦n para obtener informaciones econ¨®micas, pol¨ªticas y personales de todo tipo.
Estas sospechas se han visto confirmadas por la abundancia de documentos ultrasecretos que Snowden ha entregado a los peri¨®dicos brit¨¢nicos y estadounidenses. Pol¨ªticos alemanes de todas las ¨¢reas del espectro pol¨ªtico, incluida la ministra de Justicia Sabine Leutheusser-Schnarrenberger, han calificado las acciones de brit¨¢nicos y estadounidenses de ¡°cat¨¢strofe¡±.
Las revelaciones de Snowden confirman hasta qu¨¦ punto los servicios de SIGINT han integrado a su personal, sus sistemas de vigilancia y sus actividades de espionaje. Aunque Snowden es estadounidense y trabajaba en Hawai, al parecer ten¨ªa acceso a una gran variedad de documentos ultrasecretos que eran obra y parte del GCHQ brit¨¢nico. Entre ellos est¨¢n los informes de una gran operaci¨®n de vigilancia contra las delegaciones invitadas a la cumbre del G20 celebrada en Londres en 2009. Los blancos del espionaje eran, todos, socios de Estados Unidos y Gran Breta?a, adem¨¢s de otros Estados m¨¢s peque?os como Turqu¨ªa y Sur¨¢frica.
El gobierno brit¨¢nico ha puesto como condici¨®n para conceder licencias de cables submarinos que, cuando esos cables lleguen a suelo brit¨¢nico, haya siempre dos conexiones en la costa. Un enlace va al tel¨¦fono o la red de internet normales; el otro va en secreto a unos centros de inteligencia situados en Buda, en la costa oeste de Cornualles, o a la sede el GCHQ en Cheltenham, en el centro de Inglaterra. Otras bases de recogida de datos est¨¢n situadas en Chipre y en la Isla de la Ascensi¨®n, en el Atl¨¢ntico sur.
Otra gran base m¨¢s de escucha que posee en Estados Unidos se encuentra en el norte de Inglaterra, en Menwith Hill, Yorkshire. Est¨¢ especializada en interceptaci¨®n de sat¨¦lites, y al parecer logr¨® intervenir las llamadas del presidente ruso Putin durante su asistencia a la cumbre de 2009.
Cualquier dato que sale de Europa para EEUU tiene muchas probabilidades de acabar en el sistema brit¨¢nico de vigilancia Tempora
Snowden ha dado a conocer asimismo detalles de un programa de la NSA llamado Prisma, que permite a los agentes de Estados Unidos y los dem¨¢s pa¨ªses de los Cinco Ojos tener acceso a los historiales completos y el contenido de nueve grandes empresas de servicios de Internet, entre ellas Google y Facebook.
Los ciudadanos estadounidenses se han enterado, gracias a las revelaciones, de que sus comunicaciones privadas no han quedado totalmente a salvo de la vigilancia de la NSA. El primer dato que se dio a conocer fue una orden judicial secreta, renovada de forma autom¨¢tica cada tres meses, que exige que la compa?¨ªa telef¨®nica Verizon entregue todos los registros de llamadas al FBI y la NSA. La filtraci¨®n de la orden confirm¨® que las empresas telef¨®nicas de Estados Unidos han estado entregando sistem¨¢ticamente toda la informaci¨®n sobre todas las llamadas de tel¨¦fono hechas y recibidas en Estados Unidos. La costumbre, que comenz¨® por orden del presidente Bush tras el 11-S, ha continuado y se ha ampliado con el presidente Obama.
Si bien las autoridades brit¨¢nicas y estadounidenses alegan que han actuado dentro de la ley y para proteger a la sociedad, no parecen muy interesadas por el da?o que hacen a las sociedades democr¨¢ticas y la libertad de expresi¨®n solo con la existencia de su sistema de espionaje. La vigilancia generalizada y sin objetivos espec¨ªficos conduce de inmediato a la autocensura, la inhibici¨®n de la disidencia y, en los casos m¨¢s extremos, la restricci¨®n de la libertad de reuni¨®n y la libertad de comunicaci¨®n.
Las peores v¨ªctimas son el discurso democr¨¢tico y la participaci¨®n ciudadana. Los activistas como el experto brit¨¢nico en privacidad Caspar Bowden dicen que ¡°todav¨ªa estamos a tiempo de despertarnos e interrumpir nuestra larga marcha son¨¢mbula hacia una irreversible p¨¦rdida de soberan¨ªa sobre nuestros datos en la nube¡±. Para que sea as¨ª, las instituciones de la UE tendr¨¢n que actuar de manera decisiva y detener la invasi¨®n de nuestra privacidad que nos llega del otro lado del canal de la Mancha.
Traducci¨®n de Mar¨ªa Luisa Rodr¨ªguez Tapia.
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