Los sindicatos salen a la calle tras las protestas civiles
El D¨ªa Nacional de Luchas, como lo han denominado los organizadores, consiste en la cuarta huelga general en la historia de Brasil desde su independencia, hace 190 a?os. La ¨²ltima ocurri¨® hace 22 a?os y fue en contra del presidente Fernando Collor de Mello, que acab¨® renunciando al cargo. A los sindicatos se unir¨¢n los Trabajadores Sin Tierra (MST, en portugu¨¦s), el oficialista Partido de los Trabajadores (PT) y la Uni¨®n Nacional de Estudiantes (UNE).
Si en las ¨²ltimas semanas las avenidas y las plazas del pa¨ªs fueron tomadas por un mill¨®n de personas que se declaraban ¡°sin partidos, sin l¨ªderes y sin banderas¡±, esta vez son los sindicatos y los movimientos sociales organizados, algunos de ellos identificados con el Gobierno, los que han decidido ocupar la calle.
En los ¨²ltimos 10 a?os tanto los sindicatos como el movimiento estudiantil han estado cercanos al Gobierno, sobre todo desde que lleg¨® al poder el exsindicalista Luiz In¨¢cio Lula da Silva en 2003. Hoy, sin embargo, los que han organizado la manifestaci¨®n nacional llegan divididos excepto por algunas reivindicaciones laborales, como la jornada de 40 horas, m¨¢s dinero para sanidad y educaci¨®n, mayor calidad en el transporte p¨²blico y la siempre aplazada reforma agraria.
?La gran manifestaci¨®n nacional ser¨¢ contra el Gobierno de la presidenta Dilma Rousseff o a su favor? No hay consenso. El Partido de los Trabajadores pretende aprovechar la movilizaci¨®n, que abarca a 20 de los 27 estados del pa¨ªs, para apoyar las reformas propuestas por Rousseff para ir al encuentro de las exigencias de la protesta callejera de hace unas semanas. Por otro lado, el sindicato opositor Fuerza Sindical ha amenazado ¡ªpor boca de su l¨ªder, Paulo Pereira da Silva¡ª con sacar las pancartas de ¡°?Fuera Dilma!¡±.
El martes la presidenta fue abucheada en la reuni¨®n de alcaldes de todo el pa¨ªs que se reunieron en Brasilia para pedir mayores recursos financieros para los municipios. Fuerza Sindical pedir¨¢ durante las manifestaciones la salida del ministro de Econom¨ªa, Guido M¨¢ntega y la reducci¨®n de la inflaci¨®n, ¡°que se come el salario de los trabajadores¡±, afirma Pereira. Unos 600.000 funcionarios p¨²blicos del Ejecutivo y del mundo judicial ya se han adherido al paro propuesto por los sindicatos.
El posible enfrentamiento entre los sindicatos afines al gobierno y la oposici¨®n, y entre las centrales sindicales y el Partido de los Trabajadores o los Sin Tierra, preocupa al Gobierno. La presidenta se reuni¨® en secreto en Brasilia con el expresidente y m¨ªtico exsindicalista Lula da Silva, seg¨²n ha informado Folha de S?o Paulo.
Lula hab¨ªa permanecido ausente todo este tiempo, dando conferencias en algunos pa¨ªses de ?frica, y ha preferido mantenerse en silencio para no crear problemas a Rousseff, acosada por las manifestaciones.
Sin embargo, seg¨²n las informaciones de la prensa, Lula pidi¨® a la presidenta cambios, sobre todo en su pol¨ªtica econ¨®mica, adem¨¢s de un mayor di¨¢logo entre el Gobierno y el Congreso, algo que se ha deteriorado visiblemente a ra¨ªz del debate en torno a la respuesta a las voces de la calle. El Congreso, por ejemplo, rechaz¨® la propuesta de Rousseff de un plebiscito popular sobre la reforma pol¨ªtica que ella hab¨ªa propuesto para sosegar las protestas.
Otra de las inc¨®gnitas es c¨®mo los sin partido, que durante el ¨²ltimo mes fueron los protagonistas sociales y pol¨ªticos del pa¨ªs, recibir¨¢n esta paralizaci¨®n, ya que la huelga general fue planteada, en parte, por grupos oficialistas que buscan una manifestaci¨®n de fuerza y que, de alg¨²n modo, tambi¨¦n quieren recoger la bandera de las reivindicaciones de las protestas de hace unas semanas, que exig¨ªan mejoras de vida y que se manifiestaban abiertamente contra las instituciones pol¨ªticas. Un ¨²ltimo sondeo revela que el 81% de los brasile?os considera corruptos a ¡°todos los partidos¡±.
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