Ilan Halevi, el jud¨ªo que abraz¨® la causa palestina
El diplom¨¢tico fue una pieza clave en la OLP de Yaseer Arafat y particip¨® en los acuerdos de paz de los noventa
Ilan Halevi se defin¨ªa a s¨ª mismo como ¡°un jud¨ªo palestino con pasaporte franc¨¦s¡±. Era todo eso a un tiempo: un hijo de Israel sefard¨ª, yemenita, por herencia; un palestino que conoci¨® el dolor de su pueblo y, por decisi¨®n propia, abraz¨® su causa hasta alcanzar elevados cargos en la Organizaci¨®n para la Liberaci¨®n de Palestina liderada por Yasser Arafat, de quien fue asesor; un galo nacido bajo la ocupaci¨®n nazi, comprometido radicalmente con los valores de la rep¨²blica. Halevi, ex viceministro de Exteriores palestino, representante de la OLP en la Internacional Socialista, negociador con Israel, portavoz en la Comisi¨®n de Derechos Humanos de la ONU por parte de Palestina, muri¨® el 10 de julio en Clichy (Francia). Sufr¨ªa problemas card¨ªacos, agravados con diabetes. Ten¨ªa 69 a?os.
Naci¨® en 1943 en Lyon, en la oficina de correos que la resistencia antifascista empleaba como sede. Sus padres, jud¨ªos, extranjeros que hablaban ingl¨¦s, se refugiaron all¨¢. El beb¨¦ fue pesado en una balanza de explosivos. Heterodoxo desde la cuna. Soport¨® insultos en el colegio por su apariencia, piel tostada, pelo ensortijado, que lo llevaron junto a ¡°los negros y antillanos¡±. ¡°Sin tribu particular que defender, se sinti¨® atra¨ªdo por la afirmaci¨®n de la identidad de los oprimidos¡±, escribe su amiga, la soci¨®loga Nicol Lapierre.
Muerto su padre, tom¨® el apellido de su padrastro, Albert, pero ni esa etiqueta afrancesada le quit¨® el estigma. Viaj¨® a Detroit (Estados Unidos), donde ten¨ªa familia, y siendo un adolescente se aloj¨® en Harlem. Su pasi¨®n intensa por el jazz, nacida en los caf¨¦s parisinos de los primeros 60, le abri¨® las puertas con los afroamericanos. All¨ª pari¨® su ¨²nica novela, The crossing, -tiene una decena de ensayos y poemarios-, y perfeccion¨® su t¨¦cnica al piano y la bater¨ªa.
Regres¨® a Par¨ªs con el alma inquieta por ?frica, que se desperezaba. Logr¨® que Jean Paul Sartre y Simone de Beauvoir le pagaran el billete a Angola, donde se uni¨® al movimiento de liberaci¨®n. Luego se alist¨® en Mali. Comenz¨® a frecuentar Argelia, donde hac¨ªa de traductor, y all¨ª, en 1964, su vida vir¨® hacia Palestina. Escuch¨® a sus profesores ¨¢rabes. Se hizo preguntas. ¡°Entonces yo quise estudiar la realidad de Israel¡±, dir¨ªa en una entrevista. Retom¨® su apellido jud¨ªo pero acab¨® por unirse a Fatah, el partido de Arafat, tras la Guerra de 1967 y en los 70 ya era diplom¨¢tico en Par¨ªs para la OLP.
La defensa de un Estado laico y democr¨¢tico fue clave para que se sumara a un grupo que la comunidad internacional catalogaba de terrorista. ¡°Se desilusion¨® mucho al ver el ostracismo de su comunidad, el poder de los jud¨ªos europeos en Israel¡±, declara Uri Avnery, ex diputado y l¨ªder pacifista, amigo. Intent¨® abrir v¨ªas diferentes en el coraz¨®n de Israel con Matzpen, organizaci¨®n antisionista. Michel Warschawski, presidente del Centro de Informaci¨®n Alternativa de Jerusal¨¦n, recuerda de entonces el ¡°enorme talento¡± de Halevi, ¡°su dial¨¦ctica y persuasi¨®n¡±. ¡°Lo mejor de la vieja izquierda¡±, concluye.
Abdullah Abdullah, comisionado adjunto de Fatah para Asuntos Internacionales, reconoce la ¡°excepcionalidad¡± de Halevi pero insiste en que ¡°nunca hubo dudas¡± de su compromiso con la causa. Abdullah trabaja ahora en un homenaje en su memoria, ¡°que quiere reunir a gentes de los dos lados¡±.
En Israel, donde ha habido contadas rese?as de su muerte, ha hablado el portavoz del Gobierno en tiempos de Issac Rabin, Uri Dromi. ¡°Cruz¨® todas las l¨ªneas y eso es inaceptable¡±. En 2002, cuando viv¨ªa en Ramala, el Ej¨¦rcito israel¨ª vol¨® la entrada de su casa en la Operaci¨®n Muro Defensivo.
Halevi particip¨® en los Acuerdos de Paz de Madrid (1991), primeros entre israel¨ªes y palestinos, y en los de Oslo (1993), e impuls¨® el Ministerio de Exteriores, por lo que la Autoridad Nacional Palestina le otorg¨® su m¨¢xima distinci¨®n.
¡°Sacrific¨® hasta a su familia por desafiar la rigidez de la identidad. La muerte de su hijo mayor [Laurent] le dej¨® unos inconsolables ¨²ltimos a?os¡±, a?ade Lapierre.
La pol¨ªtica no le hizo olvidar la cultura. En 1981 cre¨® en Francia la Revista de Estudios de Palestina y fue colaborador en el diario Lib¨¦ration. En Mali fue reportero de radio, dirigiendo un programa para africanos en la di¨¢spora.
Halevi fallece cuando las revueltas del mundo ¨¢rabe eclipsan la causa palestina y cuando el proceso de reconocimiento de su Estado a¨²n carece de lo b¨¢sico: unas fronteras. ¡°Pero el sue?o no muere con ¨¦l. Hay que retomarlo y pelear¡±, concluye Abdullah.
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