La juventud que espera al papa Francisco
El 72% de los j¨®venes que esperan al pont¨ªfice est¨¢ en contra del celibato y el 62% apoya el sacerdocio femenino
Francisco enloqueci¨® a los j¨®venes reunidos en el centro de R¨ªo, que literalmente detuvieron el sencillo Fiat blanco en que se transporta el Papa y crearon algunos momentos de p¨¢nico entre las autoridades.
Ha sido la primera prueba de fuego de lo que espera al Papa esta semana en Brasil, donde ha dicho a un mill¨®n de j¨®venes que son ¡°la ventana por donde el futuro entra en el mundo¡±.
Ante las autoridades, y siempre al lado de la presidenta Dilma Rousseff ¡ªa la que, rompiendo todos los protocolos, le dio dos besos en las mejillas¡ª record¨® las palabras de Pedro en los Hechos de los Ap¨®stoles. A un cojo que le ped¨ªa limosna, el ap¨®stol Pedro dijo: ¡°No tengo oro ni plata, pero lo que tengo eso te doy: en nombre de Jesucristo, lev¨¢ntate y anda¡±.
El te¨®logo Leonardo Boff defini¨® ayer a Francisco como ¡°el Papa de la ruptura¡±. Una palabra que, dijo, ¡°da miedo a la Iglesia¡±. Rubens Ricupero ha recordado que el Papa podr¨ªa recoger la bandera de Mandela, ¡°el ¨²ltimo h¨¦roe de un mundo desesperado¡±.
Francisco hilvana la palabra ruptura m¨¢s con hechos que con palabras. Desde el inicio de este viaje a Brasil, donde ha dicho que quiere ¡°abrazar a toda Am¨¦rica Latina¡±.
Fue un gesto de ruptura subir en Roma al avi¨®n cargando personalmente su bolsa de viaje. Lo volvi¨® a romper al llegar al aeropuerto internacional de R¨ªo, donde rompi¨® con una tradici¨®n de casi 40 a?os: en la que los papas, al llegar a un pa¨ªs, se arrodillaban y besaban el suelo.
No bes¨® Francisco el suelo de Brasil. Un humorista hab¨ªa escrito d¨ªas atr¨¢s que con la llegada del Papa se iba a realizar el sue?o de Brasil ¡°de ver a un argentino arrodillado besar esta tierra¡±.
Francisco ni se arrodill¨®, ni bes¨® el cemento del aeropuerto. Recuerdo a¨²n el beso en la tierra de Juan Pablo II cuando el papa lleg¨® al aeropuerto de Varsovia. Fue tan real que tuvo que limpiarse despu¨¦s con la mano el polvo de su boca.
La llegada del Papa a R¨ªo, m¨¢s que la llegada de un jefe de Estado, fue como si un grupo de personas recibiera a un amigo que llega de lejos.
Y la imagen de su carro utilitario blanco yendo del aeropuerto a la ciudad, con la ventanilla abierta, resultaba surrealista para los que hemos acompa?ado a otros Papas por el mundo.
Los j¨®venes que hoy paralizaron el peque?o Fiat de Francisco han intuido que se trata de un Papa que cree de verdad en ellos y en su papel en el futuro de un mundo donde los j¨®venes son los que demuestran menor esperanza. Viendo las escenas de hoy, se podr¨ªa decir, que es la figura humana, c¨¢lida, sin grandes gestos pero de mirada intensa, a veces casi dolorida, lo que les ha subyugado.
Y no se trata de j¨®venes simpatizantes con algunas doctrinas de la Iglesia. Un sondeo de ayer ha revelado que el 82% de los j¨®venes cat¨®licos presentes en Brasil en espera del Papa est¨¢n de acuerdo con la p¨ªldora del d¨ªa siguiente; el 72% est¨¢ en contra del celibato; el 62% a favor del sacerdocio femenino; el 90% piden c¨¢rcel para los eclesi¨¢sticos que abusan de menores y el 62% est¨¢n en contra de la ley brasile?a que condena con la c¨¢rcel a las mujeres que hayan decidido abortar.
A¨²n no sabemos lo que Francisco dir¨¢ a ese mill¨®n de j¨®venes las varias veces que, en esta semana, se dirigir¨¢ a ellos, pero est¨¢ claro que antes que nada quiere establecer con ellos una verdadera empat¨ªa, quiere empezar habl¨¢ndoles al coraz¨®n y ya les ha anticipado que para ¨¦l ¡°ninguna energ¨ªa es tan poderosa como la que emana del coraz¨®n de los j¨®venes¡±.
Una vez m¨¢s, tambi¨¦n en Brasil, Francisco se ha presentado a s¨ª mismo, ante las autoridades, como ¡°obispo de Roma¡± y no como ¡°Papa¡±. Fue esa la primera gran ruptura en sus primeras palabras desde el balc¨®n de la Bas¨ªlica de San Pedro el 13 de marzo, cuando fue elegido sucesor de Pedro y que mantiene en pie.
Lleva raz¨®n Boff cuando dice que esas rupturas est¨¢n creando p¨¢nico en un sector de la Iglesia cat¨®lica, que viv¨ªa protegido bajo el mito de la ¡°continuidad¡±.
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