¡°Las cifras del conflicto colombiano son el r¨¦cord de la ignominia¡±
Gonzalo S¨¢nchez, director del informe Basta ya, Colombia: Memorias de guerra y dignidad, habla de por qu¨¦ se degrad¨® el conflicto colombiano
?C¨®mo es posible? se pregunta una y otra vez el fil¨®sofo e historiador Gonzalo S¨¢nchez (1945) a medida que explica lo que el grupo de acad¨¦micos de Memoria Hist¨®rica ¨Cque ¨¦l dirige¨C encontr¨® a lo largo de seis a?os. Esta es una entidad p¨²blica que se cre¨® cuando ni siquiera se vislumbraba la posibilidad de una salida negociada al conflicto y cuyo objetivo era elaborar este informe que cuenta el origen y la evoluci¨®n de los actores armados ilegales.
S¨¢nchez aclara que lo que le est¨¢n entregando hoy al pa¨ªs se aparta totalmente de la idea de una memoria oficial y que lo que busca es generar debate. Hoy Colombia recorre otro camino. ¡°Es una afortunada coincidencia. Se materializ¨® aquello que pens¨¢bamos desde el principio y era que el informe se pudiera inscribir en alg¨²n momento en un horizonte de paz¡±, dice.
Pregunta: ?Colombia y el mundo se sorprender¨¢n por la dimensi¨®n de la violencia?
Gonzalo S¨¢nchez: Con una particularidad, las cifras que nosotros ahora oficializamos van m¨¢s all¨¢ que los registros que daban las propias v¨ªctimas.
P: El pr¨®logo del informe arranca afirmando que el conflicto colombiano rompe todos los c¨¢nones de los pa¨ªses en conflicto. ?Por qu¨¦?
R: Por el acumulado de expresiones de victimizaci¨®n. En todas hay r¨¦cords tremendos, doloros¨ªsimos. Cuando decimos que en Colombia hay proyecciones ¨Cporque no tenemos los datos exactos- de 39 mil secuestrados, de los cuales 27 mil est¨¢n relacionados con el conflicto armado, esa es una cifra grande comparada con cualquier conflicto en el mundo. O cuando proyectamos que hay 25 mil desaparecidos. Argentina se sacudi¨® con una tercera parte. Y si se habla del desplazamiento forzado tambi¨¦n estamos con otro record con m¨¢s de 5 millones. Uno va sumando y todos son r¨¦cords ignominiosos que van m¨¢s all¨¢ de la complejidad de cualquier otro conflicto.
P: Se suma la larga duraci¨®n.
R. Es el conflicto ¨Cno negociado¨C m¨¢s largo en el mundo. Cuando arranc¨® la investigaci¨®n tuvimos toda una discusi¨®n para definir por d¨®nde arranc¨¢bamos. Decidimos por 1958, para decir que esta violencia de hoy est¨¢ anclada en la de los a?os 50. Es un conflicto demasiado largo, con demasiadas v¨ªctimas y eso hace muy dif¨ªcil negociarlo.
P: ?Cu¨¢les son las causas del conflicto colombiano?
R: El tema agrario es uno de ellos y hay que celebrar que sea tema central en los di¨¢logos de paz. El otro es la exclusi¨®n pol¨ªtica. Colombia tiene un enorme formalismo democr¨¢tico, pero que a la hora de la verdad no se practica. Nos cuesta mucho asumir que la diferencia, que la controversia, que el pensar distinto debe ser algo consustancial y natural al debate pol¨ªtico. La tercera causa, que hoy se est¨¢ reconociendo, son los altos niveles de desigualdad. Colombia es un pa¨ªs que prospera pero para muy pocos y eso provoca irritaci¨®n.
P: Una de las grandes conclusiones del informe es que la sociedad civil termin¨® en el medio ?Por qu¨¦?
R: Las guerrillas centroamericanas y las de muchos pa¨ªses se montaron, de alguna manera, m¨¢s o menos consecuente, con la idea de que eran expresiones de la voluntad de sus pueblos, de sus campesinos. Pero en Colombia el discurso rebelde, que inicialmente fue as¨ª, gradualmente se fue desdoblando en apoyo forzado de las poblaciones. Primero acudieron al secuestro y luego a otras formas, como el narcotr¨¢fico, que le generaron un flanco de ilegitimidad. Se suma la duraci¨®n del conflicto. Una comunidad local soporta a un grupo armado dos y hasta cinco a?os, pero cuando empieza a volverse un conflicto de 10 y m¨¢s a?os, ?c¨®mo aguanta? Los actores armados empiezan a sostenerse a costa de la poblaci¨®n, que obviamente reacciona en contra.
P: Se suma la degradaci¨®n de la guerra. ?Cada grupo lo ha hecho a su manera?
Es como una competencia de horrores. Todos masacran, tambi¨¦n secuestran y desaparecen a sus v¨ªctimas. Pero s¨ª hay unas zonas dominantes de unos sobre otros. Uno de los rasgos de la violencia colombiana es esa multiplicidad de actores y la transformaci¨®n de unos en otros. Por ejemplo, guerrilleros del EPL y miembros del Ej¨¦rcito se pasaron a ser paramilitares. Aun as¨ª hay diferencias. Los ¡®paras¡¯ masacran m¨¢s, mientras la guerrilla secuestra m¨¢s. Sin embargo, a la opini¨®n p¨²blica en este pa¨ªs le irrita m¨¢s la acci¨®n de la guerrilla que la de los paramilitares. Creer¨ªa que por la fatiga con la insurgencia y el desespero porque el Estado no las atend¨ªa.
P: ?Por qu¨¦ Colombia se demor¨® tanto tiempo en reconocerlas?
R: Me pregunto, c¨®mo es posible que, cuatro o cinco a?os atr¨¢s, no admiti¨¦ramos que hubiera conflicto armado cuando las cifras son de ese tama?o. Se necesitaba un cambio mental, un viraje en la manera de ver pol¨ªticamente lo que estaba pasando. Lo que ten¨ªamos en Colombia era un universo gigante de v¨ªctimas ignoradas por la institucionalidad, que se contaban su dolor entre ellas mismas. Nos vamos a demorar para entender el sentido del viraje de lo que se materializ¨® con la Ley de Victimas.
P: ?Qu¨¦ hacer con tanta barbarie?
R: El momento (proceso de paz) le da a uno esperanzas. Este conflicto ha llegado a un nivel tal que si se ponen en un contexto latinoamericano resulta totalmente fuera de contexto. El pa¨ªs quiere pensar en otras cosas, hay esta luz pol¨ªtica de las negociaciones y uno piensa que aunque no lo va a resolver todo, de pronto si nos puede poner en la ruta de comenzar a asumir de manera distinta los conflictos que vivimos.
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