Islamistas en la encrucijada
En transiciones democr¨¢ticas sin dem¨®cratas, como la de Egipto, los militares pueden retomar el poder con facilidad
El golpe de Estado del Ej¨¦rcito egipcio tendr¨¢ consecuencias temibles en el proceso revolucionario en marcha desde hace casi tres a?os en el mundo ¨¢rabe. Se inscribe en la misma l¨ªnea de reacci¨®n que la de los militares en Siria. Pero la situaci¨®n egipcia es m¨¢s emblem¨¢tica, porque muestra c¨®mo las fuerzas democr¨¢ticas, para enfrentarse a los islamistas, no han dudado en apoyar el golpe, lo que constituye un giro fundamental en el futuro de los pa¨ªses ¨¢rabes. Ello quiere decir, al menos en Egipto, que los partidarios de la modernidad, de la laicidad y del progreso demuestran que no pueden hacer frente a los islamistas en el poder; que no pueden asumir una legislatura de los islamistas; que prefieren recurrir a los militares que les han oprimido en el pasado para evitar padecer el yugo de los religiosos, potencialmente totalitarios. As¨ª pues, esta es la estructura de la tragedia en la que se encuentra atrapada la democracia en todos los pa¨ªses ¨¢rabes. Las tres fuerzas sociol¨®gicas centrales en estos pa¨ªses, y de las que Egipto es la quintaesencia ¡ªa saber, el pueblo excluido desde siempre y que durante la transici¨®n democr¨¢tica aport¨® un apoyo masivo a los islamistas; los militares que ostentan el monopolio de la fuerza represiva, que han servido de columna vertebral a todas las dictaduras desde hace m¨¢s de medio siglo; y las fuerzas modernistas laicas y democr¨¢ticas¡ª, demuestran, a trav¨¦s del ejemplo egipcio, que no aceptan el juego ¡°mayoritario-minoritario¡± de la pr¨¢ctica democr¨¢tica.
En el fondo, tenemos que v¨¦rnoslas con transiciones democr¨¢ticas sin dem¨®cratas. Por eso los militares pueden retomar el mando con tanta facilidad. Ya qued¨® demostrado con la experiencia argelina: los islamistas hab¨ªan ganado democr¨¢ticamente las elecciones en 1991, pero los militares les impidieron llegar al poder. Las capas medias democr¨¢ticas respaldaron entonces a estos ¨²ltimos, por temor a padecer una regresi¨®n religiosa de la que el modelo iran¨ª era el ejemplo. De ah¨ª, una guerra civil terrible (m¨¢s de 300.000 muertos) y el poder consolidado del Ej¨¦rcito con el apoyo real de la mayor¨ªa de la poblaci¨®n argelina. Conclusi¨®n amarga: si hay democracia, debe por tanto ser reservada a algunas capas sociales y excluir de golpe todo aquello que, de cerca o de lejos, pueda tocar lo intocable: el poder del Ej¨¦rcito.
En Egipto los Hermanos Musulmanes han perdido la batalla como partido hegem¨®nico
Egipto se encuentra en una situaci¨®n similar a la de Argelia en los noventa. ?Nos dirigimos por ello hacia una guerra civil? Nadie lo puede afirmar, pero lo que s¨ª es seguro es que los Hermanos Musulmanes van a padecer un periodo muy dif¨ªcil: deben hacer autocr¨ªtica interrog¨¢ndose sobre su capacidad para engendrar un apoyo que vaya m¨¢s all¨¢ de sus propias bases. No pueden gobernar democr¨¢ticamente las sociedades solo desde su islamismo conservador; estas son, ciertamente, isl¨¢micas pero tambi¨¦n posisl¨¢micas en el sentido de que no van a aceptar un poder de naturaleza religiosa. La ideolog¨ªa pol¨ªtica islamista ha fracasado en Egipto. No habr¨¢ vuelta atr¨¢s.
?Pasar¨¢n los islamistas a la revuelta armada? Es muy improbable, salvo si los militares intentan destruirlos como partido. Si cometen este error, provocar¨¢n inevitablemente una alianza entre los Hermanos Musulmanes y los salafistas del partido Nur, los cuales, desde luego, van a temer recibir el mismo trato. De momento, los Hermanos rechazan participar en el proceso electoral, mientras el Ej¨¦rcito no haya, tal y como exigen, ¡°devuelto el poder a Morsi¡±.
Reivindicaci¨®n suicida, ?pues el Ej¨¦rcito no ha destituido a Morsi para confirmarlo de nuevo en su puesto! Los Hermanos se condenan as¨ª a la impotencia pol¨ªtica y, sobre todo, se niegan toda posibilidad de ampliar sus bases en direcci¨®n a las fuerzas democr¨¢ticas. De hecho, se encuentran en una encrucijada: o aceptan el Estado civil, o se condenan a no formar parte de una alternativa m¨¢s amplia frente al autoritarismo militar. En Egipto han perdido la batalla como partido hegem¨®nico. Y en el resto del mundo ¨¢rabe los militares han trazado su estrategia frente a los islamistas: no permitir¨¢n que la religi¨®n sea motivo de enfrentamientos en la sociedad. Pero la vuelta del Ej¨¦rcito a primera l¨ªnea no significa que los problemas sociales desaparezcan. Y, desgraciadamente, la inestabilidad seguir¨¢.
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