China recela del nacionalismo japon¨¦s
Los ambiciosos planes militares y el endurecimiento del discurso soberanista de Shinzo Abe ponen en alerta a Pek¨ªn
Cuando el primer ministro de Jap¨®n, Shinzo Abe, tuvo que abandonar su agenda pol¨ªtica nacionalista tras la derrota sufrida en las elecciones de la C¨¢mara alta en 2007 que condujo a su dimisi¨®n, los gobernantes chinos probablemente respiraron aliviados. Las cosas han cambiado desde entonces. En diciembre pasado, Abe regres¨® al poder como consecuencia de la victoria del Partido Dem¨®crata Liberal (PDL) en las elecciones generales, que se ha visto reforzada por la lograda el mes pasado en las elecciones a la C¨¢mara alta. Ahora tiene el control de las dos C¨¢maras del Parlamento y podr¨¢ hacer lo que en su anterior mandato no pudo: impulsar la reforma del Ej¨¦rcito y poner fin al pacifismo que adopt¨® Jap¨®n tras su derrota en la Segunda Guerra Mundial ¡ªlo cual requiere modificar la Constituci¨®n de 1947¡ª, con el consiguiente efecto sobre las siempre dif¨ªciles relaciones con China.
El dirigente japon¨¦s, de 58 a?os, ha decidido emplear una doble estrategia. Por un lado, ha endurecido la posici¨®n sobre los conflictos territoriales mar¨ªtimos con el pa¨ªs vecino y ha defendido la necesidad de transformar las denominadas Fuerzas de Autodefensa en Ej¨¦rcito de grado pleno, ante lo que considera un entorno m¨¢s amenazante, debido al creciente poder¨ªo de China y una Corea del Norte imprevisible. En esta pol¨ªtica, se enmarca la presentaci¨®n ayer del mayor buque de guerra construido por Jap¨®n desde el conflicto mundial, un portahelic¨®pteros de 248 metros de eslora, capaz de transportar nueve aparatos, que se prev¨¦ que entre en servicio en 2015. Por otro lado, Abe ha ofrecido una rama de olivo a Pek¨ªn, que, de momento, parece no haberla aceptado.
Abe ha propuesto a los l¨ªderes chinos la celebraci¨®n de una cumbre de jefes de Estado y de ministros de Exteriores ¡°tan pronto como sea posible (¡) sin condiciones previas¡±, con objeto de calmar estos tiempos turbulentos.
Desde que lleg¨® al poder, Abe ha adoptado una posici¨®n dura con China en el contencioso sobre las islas Senkaku
Los lazos entre los dos pa¨ªses son tradicionalmente fr¨¢giles, debido a la brutal ocupaci¨®n de China por parte de las tropas imperiales, que concluy¨® con la derrota de Jap¨®n al final de la Segunda Guerra Mundial; pero se han agriado a¨²n m¨¢s desde septiembre del a?o pasado, cuando estall¨® la disputa sobre la soberan¨ªa de un grupo de islotes deshabitados en el mar de China Oriental, cuyas aguas se cree que contienen importantes reservas de gas. El archipi¨¦lago, conocido como Diaoyu en China y Senkaku en Jap¨®n, est¨¢ controlado por Jap¨®n desde hace m¨¢s de un siglo, pero ha sido fuente de roce entre los dos pa¨ªses durante d¨¦cadas.
El Ministerio de Exteriores chino ha replicado a Tokio que sus puertas est¨¢n siempre abiertas para el di¨¢logo, pero ha insistido en que la cuesti¨®n radica en la actitud de Tokio y ¡°su falta de voluntad para afrontar los graves problemas¡± que existen entre ambos.
El presidente chino, Xi Jinping, asegur¨® la semana pasada en una reuni¨®n del Politbur¨® que Pek¨ªn quiere resolver de forma pac¨ªfica sus enfrentamientos territoriales mar¨ªtimos, pero que no har¨¢ concesiones sobre su soberan¨ªa y tiene que incrementar sus capacidades defensivas.
Desde que lleg¨® al poder, Abe ha adoptado una posici¨®n dura en el contencioso sobre las islas. Los dos pa¨ªses se han sumido en un juego del rat¨®n y el gato. Han enviado aviones de combate a la zona en diferentes ocasiones y han ordenado a barcos de vigilancia que supervisen las actividades del otro, con el consiguiente riesgo de que un choque accidental produzca una escalada del conflicto. Estados Unidos ha dejado bien claro que las islas est¨¢n incluidas en su tratado de seguridad con Tokio.
Jap¨®n se ha disculpado de forma rutinaria por sus actos de guerra, pero sus pol¨ªticos provocan a menudo la ira de Pek¨ªn con sus visitas al santuario de Yasukuni, en Tokio, donde se honra a los fallecidos en contienda, entre ellos criminales de guerra. La afirmaci¨®n de Abe de que quiere revisar la disculpa ofrecida por Jap¨®n en 1995 sobre sus agresiones militares y su cuestionamiento de hasta qu¨¦ punto las mujeres coreanas y chinas fueron obligadas a proporcionar servicios sexuales a los soldados japoneses durante la guerra han echado m¨¢s le?a al fuego.
De momento, Abe ha dado se?ales de que no acudir¨¢ a Yasukuni este mes, en una fecha tradicionalmente de recuerdo, el 15 de agosto, aniversario de la rendici¨®n de Jap¨®n en la Segunda Guerra Mundial. China y Corea del Sur son especialmente sensibles a las visitas de los l¨ªderes japoneses al santuario, y manteni¨¦ndose al margen Abe espera facilitar la celebraci¨®n de una futura cumbre con Xi Jinping y reproducir uno de los pocos ¨¦xitos de su corto mandato de 2006-2007, cuando descongel¨® las relaciones entre los dos pa¨ªses despu¨¦s de cinco a?os de tensi¨®n durante el Gobierno de su predecesor, Junichiro Koizumi.
No est¨¢ claro si Xi asumir¨¢ el riesgo y c¨®mo responder¨¢ a la iniciativa del dirigente japon¨¦s. La prensa china ha atacado a Abe en las ¨²ltimas semanas, y el Ministerio de Exteriores le ha acusado de estar ¡°entonando esl¨®ganes vac¨ªos¡±. Algunos acad¨¦micos chinos afirman que Abe no es sincero en su oferta. Seg¨²n dicen, por un lado pretende contener a China y por otro busca crear la ilusi¨®n de cara a la audiencia dom¨¦stica e internacional de que quiere negociar y que son los chinos quienes se resisten.
Pek¨ªn ha negado que haya contactos para celebrar una cumbre, y el peri¨®dico en ingl¨¦s China Daily asegura que el Gobierno la ha descartado. Los mandatarios chinos pueden querer antes garant¨ªas de que Abe no visitar¨¢ Yasukuni una vez pasada la cumbre, si esta llegara a producirse, ya que si lo hiciera dejar¨ªa en una posici¨®n muy delicada a Xi Jinping ante la opini¨®n p¨²blica china.
Mientras tanto, han tenido lugar gestiones entre bambalinas. Varios diplom¨¢ticos y miembros del Gobierno japon¨¦s han viajado a Pek¨ªn desde junio; el ¨²ltimo de ellos, el viceministro de Exteriores, Akitaka Saiki, que se entrevist¨® la semana pasada con el responsable de Exteriores chino, Wang Yi.
Para seguir adelante, ambos pa¨ªses tendr¨¢n que ejercer la diplomacia m¨¢s sutil. China quiere que Jap¨®n reconozca primero que existe una disputa formal sobre soberan¨ªa, algo que Tokio ha rechazado por miedo a que mine su posici¨®n. La clave est¨¢ en hasta qu¨¦ punto son capaces de dejar al margen sus diferencias territoriales e hist¨®ricas y centrarse en otros aspectos de las relaciones entre la segunda y la tercera mayores econom¨ªas del mundo.
Un videojuego para matar ¡®diablos¡¯
Si la tem¨¢tica de un videojuego puede ser un indicador del estado de las relaciones entre China y Jap¨®n, estas atraviesan un mal momento. La compa?¨ªa china Giant Interactive ha desarrollado un juego en red en colaboraci¨®n con el Ej¨¦rcito Popular de Liberaci¨®n (EPL) chino, cuyos participantes tienen como objetivo aplastar a los guizi (diablos), el t¨¦rmino peyorativo utilizado en China contra los invasores japoneses durante la Segunda Guerra Mundial.
Misi¨®n Gloriosa, lanzado el pasado 1 de agosto coincidiendo con el aniversario de la fundaci¨®n del Ej¨¦rcito Popular de Liberaci¨®n, no deja lugar a dudas sobre su intenci¨®n y su tinte nacionalista. Permite defender de forma virtual las islas del mar de China Oriental que se disputan los dos pa¨ªses. ¡°Los jugadores luchar¨¢n al lado del EPL, con las armas en la mano, y dir¨¢n a los japoneses: ¡®No violar¨¢s nuestro territorio soberano¡±, se?ala la p¨¢gina web del juego.
Seg¨²n Giant Interactive, el Ej¨¦rcito chino estaba interesado en tener un juego en 3D interactivo para realizar simulaciones mediante r¨¦plicas virtuales de su armamento, con objeto de que los aficionados no tengan que recurrir al c¨¦lebre juego Call of duty y hacer de marines estadounidenses que disparan contra rusos u otros. En su lugar, hacen de soldados chinos que batallan, por ejemplo, desde la cubierta del Liaoning, el primer portaaviones chino, en una pelea ¡°a vida o muerte¡± o en la defensa de Shangh¨¢i, que concluir¨¢ con la frase: ¡°Los diablos han sido destruidos¡±.
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