EE UU se bloquea ante la crisis egipcia
La impotencia del presidente Obama frente a sus interlocutores egipcios aparece como un elemento central que podr¨ªa ser una manifestaci¨®n de un giro trascendental
Los acontecimientos de Egipto tienen una importancia considerable, por supuesto. En una regi¨®n que podr¨ªa hundirse en el caos como consecuencia de la monstruosa guerra civil siria, el retorno de los atentados sangrientos en Irak y las amenazas que pesan sobre las revoluciones libia y tunecina ¡ªsin olvidar las negociaciones israelo-palestinas, sobre cuyo desenlace ya nadie se aventura a emitir un pron¨®stico, por prudente que sea¡ª, la gravedad de los sucesos egipcios tiene m¨²ltiples repercusiones. Para Egipto, evidentemente, que se juega su futuro: regreso a la dictadura o, pese a todo, incluido el ba?o de sangre, instauraci¨®n de una nueva transici¨®n democr¨¢tica. Para Estados Unidos, entre cuyos aliados estrat¨¦gicos en la zona no solo estaba Arabia Saud¨ª, sino tambi¨¦n Egipto. Para Europa, aunque en menor medida, que necesita un Egipto estable. Para las revoluciones ¨¢rabes, cuyo fin podr¨ªan estar anunciando estos hechos. Y, finalmente, para el islam pol¨ªtico.
Deteng¨¢monos, en esta fase m¨¢s que incierta de los acontecimientos, sobre el papel y el lugar que ocupa Estados Unidos. La impotencia del presidente Obama frente a sus interlocutores egipcios, unos generales tradicionalmente sumisos a Washington, aparece como un elemento central que podr¨ªa ser una manifestaci¨®n de un giro trascendental. Es cierto que al presidente norteamericano todo esto le ha cogido a contrapi¨¦. Su discurso de El Cairo, el primer gran discurso sobre pol¨ªtica exterior de su primer mandato, un mensaje solemne al mundo ¨¢rabe, fue interpretado en su momento como precursor de la Primavera ¨¢rabe. ?No invit¨® Barack Obama a los pueblos de la regi¨®n a conquistar la libertad? Este discurso marcaba, en efecto, un giro estrat¨¦gico, y el comienzo de una alianza de facto con los Hermanos Musulmanes. Estos ¨²ltimos eran considerados como la ¨²nica fuerza capaz de tomar el relevo, pero, sobre todo, en Estados Unidos eran considerados la mejor muralla contra Al Qaeda. Para Washington, una sociedad dominada por la Hermandad no pod¨ªa dejarse tentar por las sirenas extremistas, especialmente las de Al Qaeda, uno de cuyos principales dirigentes es egipcio.
El problema es que los Hermanos Musulmanes no se han conducido como dem¨®cratas, ni mucho menos. Todos sus adversarios, en Egipto sobre todo, y entre ellos su blanco favorito, a saber, los coptos, han venido denunciando incesantemente el golpe de Estado perpetrado solapadamente por el presidente Morsi y sus partidarios al amparo de su victoria electoral. Esto explica que una parte no desde?able de Egipto haya aceptado, al menos por el momento, la intervenci¨®n de las fuerzas armadas.
La situaci¨®n es particularmente compleja. Barack Obama est¨¢ abocado a denunciar las masacres, los blindados que disparan sobre la muchedumbre, el extremismo de los militares. Y, por lo tanto, a prever ciertas sanciones. Pero estas no pueden llegar muy lejos, pues los intereses estrat¨¦gicos norteamericanos en Egipto son capitales. Estados Unidos subvenciona a las fuerzas armadas y, a cambio, se garantiza el libre acceso permanente tanto al espacio a¨¦reo egipcio como al Canal de Suez. Mutatis mutandis: para Estados Unidos es tan impensable separarse de forma duradera de Egipto como lo es para Putin y Rusia romper con su ¨²nico apoyo estrat¨¦gico en la regi¨®n, la Siria de Bachar el Asad. Por tanto, no es f¨¢cil que abandone a los generales ni que se enemiste con ellos.
La soluci¨®n, en los t¨¦rminos en que la enuncian sobre todo los dirigentes europeos, pasa por apoyar a los moderados de ambos bandos, en un momento en que uno y otro, militares y Hermanos Musulmanes, est¨¢n dominados por los extremistas. En mayor o menor medida, los militares tendr¨¢n que aceptar el restablecimiento de un proceso democr¨¢tico. Y m¨¢s teniendo en cuenta que, ya antes de los acontecimientos, los Hermanos Musulmanes parec¨ªan haber perdido mucho terreno entre la opini¨®n p¨²blica egipcia.
El actual bloqueo de Estados Unidos en la regi¨®n es sin duda una de las etapas de una retirada progresiva vinculada a la reconquista de su independencia energ¨¦tica y a un nuevo rumbo diplom¨¢tico bautizado por Barack Obama "leadership from behind", que, de hecho, es un reflejo de su reorientaci¨®n hacia su confrontaci¨®n con China. Esta situaci¨®n plantea cada d¨ªa m¨¢s claramente el problema de la presencia de la Uni¨®n Europea, que, no lo olvidemos, es junto a Israel la primera interesada en la estabilidad del Mediterr¨¢neo. Si "la naturaleza aborrece el vac¨ªo", uno se pregunta a qu¨¦ esperan los dirigentes europeos para intentar llenarlo. Para el Viejo Continente es una necesidad estrat¨¦gica a largo plazo cada d¨ªa m¨¢s evidente y a la que, al mismo tiempo, sigue pareciendo igual de dif¨ªcil dar respuesta.
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