¡°Hace d¨ªas que no vemos un turista en El Cairo¡±
La inestabilidad hunde las empresas que viven del turismo y da la puntilla a una econom¨ªa precaria.- Algunas multinacionales suspenden su actividad
"?Turistas? Hace d¨ªas que no vemos a ninguno", comenta apesadumbrado Mohamed, empleado desde hace cinco a?os de la compa?¨ªa tur¨ªstica Safir Travel, cuya oficina se encuentra en una esquina de la emblem¨¢tica plaza de Tahrir, sellada por los militares desde la semana pasada. "Cada vez que parece que el pa¨ªs recupera la estabilidad y empieza a remontar el turismo, hay una nueva oleada de violencia y todo se va al garete", afirma. En los buenos tiempos, antes de la revoluci¨®n, cada d¨ªa organizaba medio centenar de excursiones por todo el pa¨ªs.
Despu¨¦s del brutal desalojo de los campamentos islamistas el mi¨¦rcoles pasado, ayer la capital egipcia empez¨® a recuperar el pulso de su actividad cotidiana por primera vez. La mayor¨ªa de tiendas volvieron a abrir sus puertas e incluso se formaron algunas peque?as colas en las gasolineras. Sin embargo, el toque de queda afecta muy negativamente a los comercios y restaurantes, pues en El Cairo buena parte de la vida social transcurre de noche.
"El volumen de negocio ha ca¨ªdo en picado. Normalmente tengo abierto hasta medianoche, y muchos clientes vienen despu¨¦s de las 22.00. Ahora me toca cerrar a las 18.00", se lamenta Eid, el corpulento propietario de la tienda de ropa Blanche, una de las pocas abiertas en la c¨¦ntrica calle Talaat al Harb, uno de los principales bulevares comerciales de la ciudad. Antes de hablar de su negocio, Eid suelta un aut¨¦ntico serm¨®n sobre la parcialidad de la prensa extranjera y el cinismo de Occidente, una actitud de desconfianza muy arraigada en las ¨²ltimas semanas entre los detractores del expresidente Mohamed Morsi.
Otros, en cambio, se lo toman con gran filosof¨ªa, como Manal Mohamed, propietaria del restaurante de pescado Samak al Nil. "Eso no es ning¨²n problema. Es un precio que pagamos encantados en apoyo de nuestro Ej¨¦rcito", comenta esta mujer de mediana edad. Su marido, que se sienta a su lado frente a la caja registradora, se levanta como un resorte de la silla con el control remoto en la mano para subir el volumen. Habla en televisi¨®n el general Abdelfatah al Sisi, su h¨¦roe.
Estos d¨ªas no es f¨¢cil encontrar seguidores de los Hermanos Musulmanes, ya sea por convicci¨®n o miedo. Mohamed, de Safir Travel, se lo piensa dos veces a la hora de responder a la pregunta de qui¨¦n es el culpable de la situaci¨®n actual. Gira el cuello hacia ambos lados y responde lac¨®nicamente: "El terrorismo". Y hasta aqu¨ª puede contar.
Abuda, un taxista de 36 a?os, asegura estar del lado del Ej¨¦rcito, pero es cr¨ªtico con el uso excesivo de la violencia utilizado los ¨²ltimos d¨ªas. No en vano, cuatro amigos suyos de tendencia islamista murieron el mi¨¦rcoles en Rabaa al Adauiya. "Todo est¨¢ muy parado los ¨²ltimos d¨ªas. El viernes no hab¨ªa manera de coger cliente alguno. La gente tiene miedo de salir de casa", afirma.
La ca¨ªda de la actividad no afecta solo a las peque?as empresas, sino tambi¨¦n a las multinacionales. Electrolux, la segunda compa?¨ªa mundial en el sector de los electrodom¨¦sticos, extendi¨® un d¨ªa m¨¢s el cierre de sus plantas de producci¨®n en Egipto a causa de la inestabilidad. Otras empresas extranjeras como la estadounidense General Motors o la alemana Metro AG tambi¨¦n paralizaron su producci¨®n entre el mi¨¦rcoles y el s¨¢bado, y algunas compa?¨ªas incluso se plantean salir del pa¨ªs o congelar sus inversiones.
El clima empresarial de ansiedad tuvo ayer un reflejo inmediato en la Bolsa, que cerr¨® en su punto m¨¢s bajo del ¨²ltimo mes despu¨¦s de un notable descenso. La ca¨ªda del consumo interno y el freno a la inversi¨®n extranjera son dos tendencias muy preocupantes para una econom¨ªa que sobrevive con respiraci¨®n asistida desde la revoluci¨®n que destron¨® a Hosni Mubarak.
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